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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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19 de diciembre de 2010

Carlos Guerrero presentó en Madrid "Las horas descontadas". El acto tuvo lugar el día 16


En Madrid, capital de la poesía, según reza un reciente reclamo, tuvo lugar la presentación del libro Las horas descontadas, de Carlos Guerrero. El acto, en el que intervinieron el poeta y editor Pablo Méndez (Ed. Vitruvio), la escritora Sonsoles Sáez, el poeta Domingo F. Faílde y el propio autor, se celebró el pasado jueves, día 16 de diciembre, en la Fundación El Tomillo.    
Carlos Guerrero -dijo Domingo F. Faílde en sus palabras de presentación- nació en Zamora, vivió, creció y trabajó muchos años en Ceuta, cursó estudios medios y superiores en Madrid y, por distintas razones, ha residido en diversos lugares de España, hasta recalar en el retiro dorado de Sabinillas, un oasis junto al Mediterráneo, a caballo entre Málaga y Cádiz. En razón de su edad, debemos ubicarlo cronológicamente en la generación del 70, con todas sus consecuencias, al menos en lo que concierne a su educación sentimental; como castellano-leonés, hay que buscar en su genoma lírico secuencias de ADN que lo acercan a voces tan señeras como León Felipe, el gran olvidado de Tábara, Claudio Rodríguez y, desde luego, Jesús Hilario Tundidor. Y si el influjo andaluz lo acerca a Bécquer y Cernuda, debe a Madrid su aliento cosmopolita y al ambiente coetáneo una forma de ser y estar en el mundo, de verlo y entenderlo, de integrarse en el tren de la historia.  
Sin embargo, la deuda de Guerrero con Cernuda vendría a ser la misma que éste contrajo con Bécquer, igualmente acreedor de Machado y, en definitiva, de todos aquellos poetas que, entre la brillantez retórica y el desnudo esplendor de la claridad, optan por esta última y, sin precipitarse en el prosaísmo, gustan de pasear por el filo de la navaja, que ellos incluso afilan más todavía con su dicción audaz e indudables hallazgos expresivos, ocultando bajo la sencillez de un disfraz el a veces complejo entramado de su propia experiencia.     
Así, Con las horas contadas, el dramático libro de Luis Cernuda, constituye un ajuste cuentas con la vida, y el autor, consciente de la inminencia del fin, se arroja a las llamas del deseo, buscando en ellas la imposible salvación. Las horas descontadas plantean la cuestión de otra manera. Que la vida es fugaz lo saben desde siempre los poetas, que han llenado millares de páginas con este lugar común. Guerrero, sin embargo, consciente de esta trágica realidad, urde una maniobra dilatoria y, al igual que Darío, rey de los persas, manda llamar a sus hijos y los hace venir de regiones remotas, el poeta detiene el reloj y la partida de ajedrez que le juega a la vida queda, por tanto, en suspenso: nada va a suceder –son las reglas del juego- hasta que su rival mueva ficha. Mientras esto sucede, rebobina, desanda la existencia y, uno a uno, van poniéndose en marcha los recuerdos, emprendiendo su anábasis peculiar.    
Esta especie de retirada, este repliegue aplazador de la muerte, comporta un viaje al que alguien denominó paraíso de la infancia. O de la adolescencia. O de la juventud. Pero, como se sabe, es la conciencia de pérdida lo que convierte a un lugar o una época en el espacio/ tiempo mitológicos que, siguiendo a Manrique, es, por pasado, mejor. Éste es el ámbito de Las horas descontadas, que, más allá de la anécdota y la utopía, que destacan iconos generacionales, se agazapa el retrato moral de un país, de unos años y la generación que le tocó habitarlos, componiendo un discurso polivalente: los juegos infantiles, las meriendas con pan y chocolate, el descubrimiento de la sexualidad, etc., etc., nos levantan los naipes de la educación sentimental del yo-lírico y crean una atmósfera a cuyo abrigo muestran sus estambres los temas obligados de toda gran poesía. El incierto sentido de la vida, el inexorable y veloz transcurso del tiempo, el binomio amor/desamor, la memoria y la muerte, comparecen en el discurso y lo hacen sin estridencias, asomando por la ventana que el autor les franquea, sujetos a su anhelo de equilibrio.   
Este afán se refleja en la propia estructura del libro. Partiendo de un poema que, a modo de prolepsis, despeja la atmósfera del conjunto, el autor, en una especie de traveling cinematográfico, se acerca a la voz lírica. Está mirando el mar, a la luz de la luna, y enciende un cigarrillo. A partir de ese instante, un flash-back nos acerca y aleja de un pasado, que irá tomando forma y cobrando vida, a lo largo de los 50 poemas, repartidos en cuatro partes, que componen la entrega, dividiendo la andadura del poeta en cuatro momentos de luz: amanecer, mediodía, ocaso y noche cerrada, con un simbolismo evidente. De forma simultánea, de la gozosa celebración inicial iremos, poco a poco, trasladándonos al registro elegíaco del último capítulo, donde el presentimiento de la consumación adquiere dimensiones bellamente desoladoras: nada, pues, hay detrás de la puesta del sol, sino la persistencia del frío.
El acto transcurrió con gran brillantez y, como suele ser costumbre en este tipo de eventos, se prolongó hasta altas horas de la madrugada en un céntrico restaurante de la capital del Estado.

Redacción.-

10 de diciembre de 2010

Libros de la Frontera: lectura poética de Dolors Alberola, Chencho Ríos y Domingo F. Faílde


Bares, librerías y hasta la propia calle se han convertido, de un tiempo acá, en escenario de elección para muchos poetas y artistas que, hartos de la tutela elitista y sectaria de los salones institucionales y los espacios mediáticos, cada vez más casposos, próximos al poder, optan por una especie de acción directa que, en cierto modo, reivindica el espíritu de la vieja juglaría medieval y, superando la ruptura tradicional entre el autor de hecho y sus lectores potenciales, entre la poesía denominada culta y la presuntamente popular, a despecho de quienes –políticos, gestores culturales, editores y algunos escritores adictos al sistema- se han venido beneficiando de esta situación y, en suma, del concepto castrante de la cultura como industria y comercio, al servicio de los mercados.  
El caso es que, en ciudades como Madrid y provincias como Cádiz –y conste no es la única ni mejor, por supuesto, que las demás- se está produciendo el fenómeno y los actos de comunicación literaria –disímiles, no obstante, en calidad- se están multiplicando. La poesía se pone nuevamente de moda.   
Con el mecenazgo de Jaime García, propietario de la librería Libros de la Frontera, en Jerez, tuvo lugar anoche una lectura poética, a cargo de Dolors Alberola, Chencho Ríos y Domingo F. Faílde, que, durante una hora, llenaron con sus voces el establecimiento, bastante concurrido para la ocasión.     
La poeta Maribel Tejero, investida maestra de ceremonias, tuvo a su cargo la presentación de los participantes y cumplió con rigor, no exento de ternura emocionada, su cometido, pasando revista a tres trayectorias, tres poéticas, tres autores distintos, que se fueron turnando en la lectura, creando de este modo una hermosa polifonía, bajo la batuta –invisible, aunque perceptible- de la amistad, el amor a la palabra y la pasión creadora.      
Dolors Alberola cautivó a los oyentes con esos grandes poemas alberolianos –así los llamó Faílde en su introducción a De piedra y sombra- que, como dijo Josela Maturana, no defraudan jamás, y estaba en lo cierto, pues la autora ha logrado derramar en sus versos una bien embridada emoción, compatible con una arquitectura formal primorosa y bruñida, a bordo de la cual navegan sus obsesiones metafísicas y esos temas eternos que ella sabe vestir de actualidad.      
Chencho Ríos, por su parte, puso de manifiesto su talante transgresor, demostrando que el mismo, más allá de actitudes juveniles o poses vanguardistas, es proa de un proyecto depurado con seriedad, que devuelve el protagonismo a la palabra poética, en tanto que creadora y fundadora. En sus textos se rompen, en efecto, los ancestrales géneros literarios y el lenguaje, en libertad, unifica poesía, ensayo, teatro, cómic y ciencia, en la ficción de un cosmos que rebasa su propia realidad.      
Domingo F. Faílde centró su intervención en los textos de su última etapa, esa poesía en fase terminal, como él prefiere denominarla, en la que desengaño, descreimiento e ironía van tejiendo el sudario de un mundo –aquel que la generación del mayo francés trató de cambiar- que se acaba también. Su visión, pesimista por norma y, a veces, apocalíptica, persigue en el poema la lucidez, que el poeta tamiza con humor, no exento de ternura.       
Una grata velada, compartida con el público, entre el cual se encontraban algunos poetas, que habría de prolongarse hasta altas horas, con vino de la tierra y muchos alicientes.    
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Redacción.-

4 de diciembre de 2010

Museo al aire libre. Un mercado de arte en el centro de la ciudad


El sol de la mañana –esta tibia mañana de no sé qué estación- se vio pronto turbado por el viento y las nubes, de su mano, enturbiaron la placidez del día. Y no es que hiciera frío, sino que el aire golpeaba con fuerza los tenderetes y la humedad se clavaba como un cuchillo en mirones y paseantes, imponiendo en la calle la ley del invierno.     
Incómodo, el paseo, pero hermoso. Las ciudades son bellas cuanto más se parecen a París, aquel París bohemio de Pigalle y Montmartre, del Moulin Rouge y los artistas noctámbulos, cuando aún no existía esa horrible noción de los políticamente correcto y ser impresentable y un algo transgresor era tenido como título de nobleza, en un país que había puesto a los nobles donde debían estar.   
Estimulante, pues, pasar a horas tempranas por la coqueta plaza de Plateros y, desde ésta, callejeando, ir a parar a Lancería y sus aledaños, hoy convertidos en mercado de arte o, al menos, una muestra al sereno del quehacer de numerosos artistas, que allí desafiaban a la inclemencia climatológica y a una crisis dañina como pocas. Las ventas, sin embargo, rara vez significan calidad, pues como dijo Machado sólo el necio/ confunde valor y precio. El valor y la calidad acaso merecieran unas líneas, que exceden el objeto de las mismas.      
Vimos muchos estilos y tendencias compitiendo por los favores de un público que, por regla general, apresuraba el paso de camino a sus menesteres, mientras la minoría, siempre la minoría juanramoniana, miraba, preguntaba y, en algún caso, adquiría la obra de su predilección. Había ismos de todos los colores, desde el hiperrealismo hasta la abstracción, pasando por el expresionismo y los cuadros de género (rincones de Jerez, costumbres y tradiciones, paisajes diversos), que suelen gustar –estos últimos, claro- a los más autocomplacientes.     
Alguien hará balance y, tal vez otro año, se evite mezclar churras con merinas, pintores con mendigos profesionales y artesanos con top-mantas: no es de recibo, sobre todo cuando los españoles resultan casi siempre discriminados. Vale sacar el arte de sus templos, pero no de cualquier manera.     
Sea como sea, engalanar la calle con cientos de cuadros es un lujo que, a más de uno, nos gustaría disfrutar a diario.   
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Redacción.-

El sábado pasado, en Algeciras. Homenaje al poeta Manuel Fernández Mota


El sábado pasado, la Fundación Municipal de Cultura que, en Algeciras, lleva el nombre del poeta José Luis Cano, tributó un homenaje al también poeta Manuel Fernández Mota, cuya fecunda trayectoria le convierte, a sus 85 años de edad, en una figura patriarcal y señera dentro del panorama literario del Campo de Gibraltar, donde ha creado toda su obra.   
Su labor, desde luego, no fue fácil, pues hubo de sortear los rigores de la falta de libertad de expresión durante la dictadura y no pocas incomprensiones y silencios interesados después, todo lo cual, sin embargo, no le impidió sacar a flote la revista Bahía, de la que fuera fundador, el premio del mismo nombre y otros proyectos de memorable calado, empezando por su propia obra, jalonada de hermosos libros: Destellos del barro (1964), Diálogo astral (1971), Las horas maduras (1975), La voz estremecida (1975), Los muñecos de Prometeo (1977), La noche de los profetas (1980), Poemas de la Bahía (1985), Lunas de Guadalmesí (1990), Pétalos pluviales (1997), Poemas de la Isla Verde (1998), La antorcha en vuelo (1999) e Himnos de Leo (2003). Una importante selección de su obra ha sido reunida en Cármenes, de reciente publicación. Por su contribución a la cultura, que ya le ha valido numerosos premios y distinciones, será impuesto su nombre a la sala de lectura que, próximamente, se inaugurará en la Fundación algecireña.    
En el acto literario intervinieron los poetas Juan José Téllez, Juan Gómez Macías, que definió a Fernández Mota como mantenedor de la voz poética del Campo de Gibraltar, y Juan Emilio Ríos Vera. Otros poetas, residentes en distintos puntos de nuestra geografía, se adhirieron al homenaje y remitieron al veterano autor palabras de cariño y reconocimiento.
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Redacción.-

3 de diciembre de 2010

Anoche, en Jerez. Josela Maturana presentó "Para entrar en la nieve"


Corredores de fondo y veloces ciclistas/ ascienden al domingo perpetuo de las rocas./ Hay un niño en la escarcha/ y un violín de cerveza raya la lejanía./ El paisaje describe la razón de estar vivos…    
Anoche, en el salón de actos de la Fundación Caballero Bonald y ante un público numeroso e interesado, disfrutamos de la palabra de Nieves Vázquez Recio, catedrática de la Universidad de Cádiz y escritora, que hizo la glosa de Para entrar en la nieve, de Josela Maturana.    
Del discurso de la presentadora, elegante, inteligente y sobrio, cabe destacar la valiente aseveración de que, hoy en día, y ante las elementales cosas que se presentan como poemas, era digna de destacar, más que nunca, la voz, totalmente madura y eficiente, de la autora del libro.    
Ésta, a su vez, haciendo crítica de los distintos escritores que casi leen en su totalidad las obras presentadas, estuvo comedida en la lectura, dejándonos con apetencia de más versos, más delicadas y novedosas metáforas, que van entretejiendo su sólido y sobrio quehacer, más filosofía y más luz, como la que vertió sobre el auditorio, dejándonos una leve y airosa memoria de los que podrían ser padres de su escritura, Gamoneda y Valente.   
Un tiempo, el de afuera, donde el frío parecía querer unificarse con el tema tratado y donde, simultáneamente, adentro se cuajaba de sol esperanzado entre los cristalinos verbos que iban arañando nuestra piel y arrastrando las almas y el oído hasta un jardín sinfónico, que solamente Maturana se atrevía a sembrar en el recién nacido diciembre de este año.    
Confieso que temblamos, más de uno, ante estos versos: Contra lo ardido y lo talado,/ la niñez va sembrando su flauta por los bosques…     
Bella velada, pues, la ofrecida por Josela Maturana, que, desde 1997, con La vida inédita, ha ido consolidándose como una poeta de profundo calado y exquisita dicción, a través de los títulos que, sucesivamente, han venido enriqueciendo su nómina bibliográfica: Oficio del regreso (1999), La soledad y el mundo (2000), No podrá suceder (2005), Principio de la desolación (2007), Lugares de orfandad (2008), Mar de cloro (2008) y este recién nacido Para entrar en la nieve
         
Redacción.-

26 de noviembre de 2010

Entre palmas y alegrías. Dolors Alberola y Samara Montanez inauguran el ciclo Flamenco y Poesía, en el Café de Levante


El Café de Levante, que dirige en Cádiz Teresa Torres, propietaria del mismo, es no sólo un reducto de la bohemia más irreductible, sino también –y, a veces, sobre todo- centro de irradiación cultural, donde la música, la literatura y otras manifestaciones artísticas tienen una tribuna a pie de calle, un punto de contacto con la vida, un escenario cabal y festivo para emprender el vuelo. Un lujo, en fin, que infunde nombradía e imprime carácter a cualquier ciudad.    
Y así, entre palmas y alegrías, como dice la copla y prescriben los cánones, asistimos anoche a la inauguración del ciclo Flamenco y poesía, que aúna estas dos expresiones bajo el signo de la universalidad, en un momento particularmente oportuno, pocos días después de que el primero haya sido declarado patrimonio de la humanidad.    
Rosario Troncoso –una voz emergente, llamada a alcanzar altas cotas- presentó a las protagonistas del acto, que no tardaron en echarlo a andar.     
Samara Montanez abrió por alegrías la puerta grande de una noche mágica, que aromó con sus cantes, y había que escucharla arrancar con acento suavísimo que, luego, poco a poco, con el compás preciso, se iba transfigurando, hasta que, al fin, su voz, como las olas, estallaba al romper en la escollera del sentimiento. La joven cantaora, seguida con unción por el público, terminó su actuación por bulerías.     
La palabra poética, sinónimo de creación y avance hacia la luz, corrió a cargo de Dolors Alberola, que, infringiendo sus propios protocolos, también se dejó llevar por el calor de la noche y conectó igualmente con el público, que escuchó emocionado poemas tan significativos como Puellae Gaditanae, Fado nocturno, Como una ensoñación de islas y pañuelos o su conocida Oda posterior a la última oda, homenaje a Federico García Lorca, que arrancó al guitarrista Joaquín Linera un gesto silencioso y elocuente, que puede traducirse como se me ponen los pelos de punta.     
No fue el único, desde luego. La noche gaditana brillaba limpia y cálida, hervía en el ambiente la música y la voz, la palabra, desplegaban el mapa de todos los sueños.     
Como dicen las crónicas taurinas, la terna tuvo que saludar al público.     
           
Redacción.-

20 de noviembre de 2010

Una lectura a cargo de Víctor Alija inaugura en Cádiz un nuevo ciclo



Anoche, ante la sombra blanca de la mar, en el café Arena, de Cádiz, disfrutamos de una excelente y acogedora lectura. Víctor Alija, poeta y editor, soñador franco, navegante del verso a puerto abierto, ilusionista de la palabra y mago hacedor para otros poetas, nos deleitó con su buen decir y sincerísimo hacer. Imágenes, las suyas, sorprendentes, en el marco de una poética ágil, cotidiana, sencilla pero profunda, rítmica ma non tropo, como los tiempos piden, fueron deslizándose de sus labios y abrillantando la noche.   
Y no sólo fue eso, que ya era mucho; de la mano de la vivaz, cautivadora y prestidigitadora poeta Rosario Troncoso, la velada fue caldeándose hasta explotar en un merecido homenaje a este joven autor, muy querido por sus coetáneos, que, junto a otros admiradores, y conste que tiene un montón, abarrotaron el local. Poetas de distintas procedencias e incluso la música de un acordeón, que blandiera Raquel Zarazaga, llenaron el ambiente de calidez y nostalgia, pero no esa nostalgia que mira al pasado, sino la del futuro que, al cabo de unas horas, quedaba nuevamente en silencio, ante un mar cuyo oleaje nos había acompañado y ahora casi dormitaba, soñando en las horas efímeras que se iban escapando de su costa.   
Barcos fuimos camino de la Ítaca, barcos que seguiremos bogando en la palabra hasta que la corriente unifique de nuevo nuestras voces.     
Un recital, al fin, de los que deben ser, de los que fueron siempre: bohemio, joven, vibrante, amigo y aliñado con vino y sabrosas viandas.   
       
Redacción.-

7 de noviembre de 2010

ZOCAR expone en Jerez. La muestra podrá visitarse en Correos hasta final de noviembre



El pasado día 5, en las oficinas de Correos de Jerez, se inauguró una exposición de pintura, que muestra al público la obra reciente de Chencho Ríos Brizuela, más conocido como Zocar, su pseudónimo. En horario de trabajo, de lunes a sábado, podrá visitarse hasta fin de mes.    
Chencho Ríos, gaditano de 1965, es un artista polifácetico –acaso sería más exacto decir integral-, que también ha realizado incursiones en la literatura, como autor de un centón importante, su Ulisen Cai, que, lamentablemente, tiene mucha más importancia que proyección, un suceso frecuente en la cultura literaria de nuestro país.    
El pintor, con pintura acrílica y sobre soportes varios, se adentra en el retrato, el alcoholismo, la angustia, el dolor. A través de una técnica expresionista, de feroz color y valiente pincelada, va desplegando una serie de personajes sufrientes, los cuales aceptan su suerte con inusitada ternura.      
Mi manera de entender el arte es ecléctica. Mi concepto artístico es el eclecticismo, declaró hace unos años en una entrevista realizada por Carlo Zola. El autor, crecido en el barrio de la Viña –un centro de interés en su ciudad de origen-, manifestaba entonces el móvil fundamental de su pasión por el arte: Siempre me interesó la trascendencia. El poder salir de uno mismo y comunicarte con algo superior, dijo entonces.    
ZOCAr tiene en su haber mas de ochenta exposiciones, la gran mayoría de ellas en su ciudad natal. Trabajó como ilustrador en el Diario de Cádiz y creó la portada del CXXV aniversario del rotativo. Trabajos suyos han ilustrado revistas como Caleta, Tierra de nadie, Levantera, EDUCA, etc.   
El autor reside actualmente en Jerez, ciudad que define como una tierna enamorada, pues no en vano en ella he encontrado a la mujer de mi vida. Poderosas razones.    
          
Redacción.-

6 de noviembre de 2010

Julio Rivera Cross presentó su libro "De barro en carne viva"


Adonis, el gran poeta libanés -no demasiado conocido en nuestro país-, se refería al mar como metáfora de lo indeterminado, misterioso e incógnito, fuente no obstante de la vida, que gira en torno a un eje, el amor, idea que le inspirase El principio del cuerpo, el fin del mar (Beirut, 2003). Desde su perspectiva de hombre occidental, Julio Rivera Cross (Jerez de la Frontera, 1943) se lanza a los abismos de la metafísica y pone pie en la nada, ese horrible vacío que, no obstante, va a ir llenando de cosas, al principio indecisas y, poco a poco, más concretas y nítidas cada vez, hasta darse de bruces con la vida, desde cuyo privilegiado pedestal contempla el mundo y, atónito, celebra la belleza del Universo. Éste es el punto de partida su último libro, De barro en carne viva, que el poeta presentó anoche a los lectores de Jerez, tras haberlo hecho en Cádiz y disponerse a hacer otro tanto en diferentes localidades, en una especie de itinerante retorno a la juglaría, saludable a todas luces.      
Julio Rivera arranca del vacío, que llenará, ante todo, de poesía, de poesía hermosísima, que él sabe trabajar con la pulcritud de un orfebre, sin ceder a la tentación de la prisa ni hurtarse a audacias tan razonables como buscar caminos en la ciencia e incluso involucrarla en su propio discurso, sin salirse jamás de la expresión medida, del lenguaje perfectamente milimetrado, cada vez más desnudo y acaso por ello más rutilante también. Con independencia de que en libro dedique un apartado a indagaciones metapoéticas, no es erróneo afirmar ni redundante que, si hay en estas páginas una protagonista, es la propia poesía.   
No carece de lógica este aserto, pues la sabiduría de Rivera le induce a tomarla del brazo y, lo mismo que Dante, guiado por Beatriz, emprender un viaje que, en su caso, constituye un ascenso a la belleza, donde radica –según sus propias palabras- la salvación del hombre.       
¿De qué hemos de salvarnos? A lo largo de los poemas comunicados por el autor, pudimos observar un profundo rechazo a la mediocridad, a los ídolos falsos que nos apartan de los valores auténticos y las grandes verdades, de la ignorancia que se oculta detrás de la vanidad, de las sombras que impiden ver la luz, optando por el culto a las cosas pequeñas y sencillas que sustentan el mundo, a las que es necesario acercarse, pues de ellas emana el conocimiento. Y el poeta, de nuevo, como un zahorí, seguirá el rumbo de la intuición, a fin de aprehenderlas y extraerles ese raro misterio de la poesía.     
Lo que diera comienzo con una dedicatoria al lector –procedimiento, por otra parte, heredado de los viejos juglares-, se despliega, verso a verso, y crece hasta convertirse en un canto, de dimensiones hímnicas, a la vida y a la belleza del mundo que la acoge.    
Del barro en carne viva es un libro importante, que no deja indiferente a ningún lector. Tanto en Cádiz como en Jerez provocó interesantes coloquios, que resultaron esclarecedores.   
La palabra previa, que se anunciaba a cargo de Pilar Paz Pasamar, pasó por delegación de la autora, a causa de problemas de salud, al editor del libro, Víctor Alija (Compañía de Versos Anónimos), que dio lectura al texto. En él, una vez más, se pusieron de manifiesto las cualidades literarias de Julio Rivera, jalonadas por los recuerdos de los años de juventud. Abrió el acto doña Dolores Barroso, concejal de cultura del Ayuntamiento de Jerez, que glosó la personalidad del poeta.    
          
Redacción.-

18 de octubre de 2010

Francisco Basallote gana el I Premio de Poesía "Hojas de Bohemia" con su libro "En el corazón del signo"



Un jurado, compuesto por los poetas Domingo F. Faílde, Dolors Alberola y Álvaro Quintero Mejía, concedió el I Premio de Poesía “Hojas de Bohemia”, que convocan la librería Hojas de Bohemia y EH Editores, al libro titulado En el corazón del signo, del poeta Francisco Basallote.    
Basallote (Vejer de la Frontera, 1941) es un autor veterano, que cuenta en su haber con una amplia producción literaria, avalada por numerosos premios, entre ellos el Orippo de Poesía (1996), el Ciudad de Montoro (2003), el Nacional de Poesía Ciudad de Baeza (2004), el Antonio Machado de Sevilla (2005), el Villa de Peligros (2006), el Internacional de Poesía Odón Betanzos (2006) y el Ciudad de Ronda (2008).  
Prolijamente antologado, de su obra poética merecen destacarse Frontera del aire (1988), Manuscrito de Cartuja (1997), Diario y cábalas de agosto (1998), Elemental memoria (2005), Tiempo deshabitado (2006), De tan antigua presencia (2006), Como agua sobre piedra (2007), Derrotero de la Quimera (2007), A modo de inventario (2007), Cimera encendida (2008), Naturalezas muertas (2009) y Estirpe del azar (2009).    
Suele definirse como un poeta solitario, al margen de grupos y cenáculos, aunque alienta y dirige un buen número de actividades poéticas.    
En el corazón del signo, el jurado valoró especialmente la solidez del lenguaje poético, capaz de indagarse a sí mismo, buscando en su interior ese hondo latido emocional que le confiere vida y capacidad creadora, rehuyendo tópicos, sin menoscabo de la tradición. El poeta, en su aproximación a los símbolos del lenguaje y la cultura, alcanza momentos de gran belleza y originalidad.    
El libro premiado tuvo un dignísimo competidor en Asignaturas del aire, de la joven poeta jerezana Carmen Sáiz Neupaver, por la originalidad, frescura y magnificencia de las imágenes que, junto al rigor constructivo del conjunto, dan como resultado una obra sólida, novedosa y atractiva, que el jurado –al no contemplar las bases la concesión de accésits- decidió recomendar a EH Editores, con vistas a una posible publicación.  
      
Redacción.-

15 de octubre de 2010

Mariano Rivera Cross presentó anoche en Jerez su último libro. Se trata de una novela histórica sobre la pintora italiana Sofonisba Anguissola


La pintora chilena Keka Raffo, afincada en El Puerto de Santa María, presentó anoche en Jerez de la Frontera el último libro de Mariano Rivera Cross: Sofonisba Anguissola: una pintora en la corte de Felipe II, publicada en Madrid cuando el verano agitaba sus todavía incipientes flagelos y el paréntesis estival invitaba a la preparación de actos como éste, que tuvo lugar en los jardines de La Luna Nueva, a los que en otras ocasiones nos hemos referido.     
Keka Raffo alabó el riguroso trabajo del novelista, que, al poner en valor, literariamente hablando, la obra de esta mujer, condenada al ostracismo cultural por su mera condición femenina, rescata del silencio a todas las mujeres del pasado, consideradas seres inferiores por las religiones, especialmente las monoteístas, con el apoyo incluso de un buen numero de filósofos. La miopía intelectual de los detractores de la mujer tiene en contra el mejor argumento posible: la evidencia de una obra, que, en medio de las mayores adversidades, alcanzó las altísimas cotas de la genialidad, rompió moldes, abrió camino y legó a la posteridad las pistas necesarias que hoy nos permiten conocer la lucha denodada de esta italiana que, simplemente, quiso ser pintora.    
Mariano Rivera, abundando en lo expuesto por su presentadora, profundizó en la lucha de las mujeres y su largo camino hacia la igualdad, manifestando que, ya en los últimos estertores del medievo, hubo conatos de movimientos protofeministas que, en el Renacimiento, cristalizaron en actividades como las Querelles des femmes, reuniones o tertulias en las que el arte, la literatura y la filosofía, servían un valioso pretexto para que las mujeres –y algunos hombres de pensamiento libre- reflexionaran y debetieran sobre la realidad de la mujer, planteando quejas y reivindicaciones, que hoy, desde nuestro conocimiento de aquella época, se nos antojan impensables.     
Rivera atribuyó buena parte del interés suscitado por este libro al riguroso trabajo de investigación realizado previamente y que arranca de su obra anterior, La parrilla invertida, que le descubrió al personaje. Sin una labor de documentación seria y minuciosa –dijo- es imposible hablar de novela histórica.    
Al acto, brillante en todo momento, asistió numeroso público, en especial poetas y escritores, que elogiaron al autor y su obra.    
              
Redacción.-

9 de octubre de 2010

"Entre copas", vino, pintura y poesía


Las relaciones del vino con la literatura vienen de muy antiguo. Llegan tan lejos las referencias que no falta quien diga que, en nuestro entorno mediterráneo, la poesía nació delante de una botella de vino, lo cual tiene poco de extraño, pues tanto el uno como la otra estados son alterados de la conciencia, de donde les proviene ese largo y fecundo maridaje, capaz de asustar a los menos y escandalizar a los más: sin escándalo –es decir, sin perplejidad, sin asombro- poco, muy poco vale la literatura, a pesar de que el bueno de Berceo se conformara, allá por el siglo XIII y en los albores del román paladino que luego se llamó castellano y ahora ni se sabe, con un vaso de bon vino. De Rioja, naturalmente, pues por aquellas tierras andaba el frailecico, confundiendo el buen mosto con los alejandrinos. Hablar de William Shakespeare y su afición al Xerry es dar vueltas al cangilón de una noria que ha embriagado a muchísimos poetas oficiales –sí, oficiales- de la corte británica, como suele ocurrir en estos pagos cada vez que se homenajea al autor de Romeo y Julieta.  
Anoche no hubo luna, la inconstante luna del drama del inglés, pero sí un gran sarao pictórico y poético que, conducido por Francisco Carrasco Marchal, tuvo como escenario el Casino Bahía de Cádiz, en El Puerto de Santa María. Entre copas, era el título del evento, y las hubo, no menos que cuadros dando la vuelta al ruedo –cuadrilátero, en esta ocasión- de tan lúdico claustro.    
No haremos una nómina de los participantes: muchos, muchísimos, entre ellos amigos entrañables de esta publicación, como Chencho Ríos, Felipe Lamadrid, José Antonio Navalón, Keka Raffo, Ramón Epifanio…, cada uno y el resto con su visión particular del asunto obligado.    
En el ámbito literario ocurrió lo que suele suceder: muchos, muchísimos nombres y no demasiada poesía. Cosas, supongo, de los artefactos sonoros, feroces aliados de un público que, a veces, bebía, y, a veces, ponía un poco de atención, excediéndose en el aplauso, digo yo, para disimular. Lo mejor, desde luego, lo pusieron Mariano Rivera y algunas –bastantes- ausencias, que las hubo, como también sucede con frecuencia, y les pusimos falta, justificada o no tanto.  
La noche, preotoñal, fue muy hermosa.  
       
Redacción.-

18 de septiembre de 2010

Carmen Moreno presentó su libro "Cuando Dios se equivoca", publicado por EH


¿Cuántos de ustedes son padres? ¿Y quién consentiría que a su hijo lo insultasen, lo torturasen, le dieran muerte? ¿Cuántos de ustedes lo enviarían a un sitio con la seguridad de que le iba a ocurrir todo esto? No soy católica. Creo en Dios, pero no puedo aceptar esa terrible equivocación que supone la redención por medio del dolor y no mediante el amor. Con estas interrogantes, introdujo Carmen Moreno la lectura de los poemas de su libro Cuando Dios se equivoca, publicado por EH Editores y presentado ayer en la librería jerezana Hojas de Bohemia.    
Antes, Álvaro Quintero, director de la colección, y la poeta Dolors Alberola habían glosado el libro, destacando la originalidad de la autora y su valor al abordar poéticamente el tema del sufrimiento, encarnado en una mujer que padece anorexia nerviosa y que, encerrada en un hospital, ha de enfrentarse a la sociedad y a sí misma, separadas por esa terrible barrera que separa la supuesta normalidad de la que se supone constituye una forma de locura.     
Quintero, por su parte, efectuó un recorrido histórico por los testimonios literarios que diferentes autores nos han legado sobre la locura, el concepto que tuvo cada época acerca de la misma y la forma, horrorosa casi siempre e inhumana, de enfrentarse a ella y tratarla, desde la mera segregación del paciente al moderno electroshock, pasando por las cadenas y el látigo, que fueron, durante mucho tiempo, las únicas herramientas de trabajo de los cuidadores y terapeutas de estos enfermos.    
A esa terrible barrera se refirió Dolors Alberola: Y hay una línea exacta que pondera un lado y otro lado del cristal de un espejo, una línea difícil, angular, insalvable, que no deja cruzar sin pasaporte, es la línea que bordea lo que ya definitivamente se ha llamado cordura o bien increación, separándolo de lo que es lo otro, lo invisible, lo mágico, lo insustancial dueño de la sustancia del misterio, lo terriblemente hermoso si se posee sin desposeernos. Esa línea perversa la ha cruzado ella, la que dice llamarse “equivocación de Dios”, Carmen Moreno, de la que yo diría tiene corazón de papel y tacto de cajita de lápices, sencillamente porque su poesía es el más afilado cuchillo en manos de una muerte totalmente niña, infinitesimal, candorosa al límite. Alberola, tras ubicar el libro en una tradición literaria, jalonada de nombres tan ilustres como significativos (Hölderlin, Pizarnik, Panero), dijo acerca del mismo: Un poemario que asombra al que sabe que leer no es tan solo ir uniendo vocales, consonantes, que juegan con acentos y con comas y dejan en los ojos una verdad a medias, tan sólo comparable a un mar que visitamos en la delicada postal de algún verano, leer es más allá, leer es un acto redondo de inadaptación a la letra, un desnudar la letra para ver de qué más está formada, para verle la vulva e indagar en su centro y sentir esa palpitación radiante o tic final de todo su delirio. Leer, quien no ose leer el texto de un poeta desangrándose vivo, no ha leído al poeta, no ha sentido el veneno de su voz, no ha llegado a arrancarse del dios para erigirse en él. Equivocadamente, vagamos las afueras de la voz, indagamos sus débiles murallas, sus columnas, pero no somos bestias, no llegamos al cauce de su sangre y arañamos la vida que contiene y mordemos sus células mutantes y arrancamos los ojos de lo vulgar ahí para poder entrar en la visión, en el nunca jamás, en la terrible enfermedad del sueño, como entra Carmen Moreno, desnuda en cada verso.    
Y lo hizo, sin duda, ofreciendo una lectura emotiva, intensa, en carne viva, que caló hondo en la sensibilidad de los asistentes.  
           
Redacción.-

10 de septiembre de 2010

Versos noctámbulos. Lectura poética de Domingo F. Faílde y Mariano Rivera Cross


En opinión de Dolors Alberola, que anoche actuó como lúcida pregonera del acontecimiento, los poetas intervinientes, pese a sus diferencias estéticas, tenían bastantes rasgos en común, tanto por razones de índole cronológica (los dos pertenecen –dijo- a la generación que unos llaman del 70, otros del 68 y algunos, los más beligerantes, del Mayo francés. La edad, naturalmente, impone estos criterios de entomólogo, porque la historia tiende a resumir y la poesía, en estos tiempos de aburrimiento, escasez de recursos y regalías, se refugia o esconde en esos desvanes literarios que, a la larga, son las antologías), cuanto por su condición de docentes, ya gozosamente arrumbada en otro desván, el de la jubilación, dicho sea con la bula, la venia y las bendiciones de los que aspiran a plagiar a Monsieur Sarkozy. Profesores los dos y de literatura, especialidad que eligieron –estoy casi segura-, como tantos otros, por amor a los grandes maestros y, sobre todo, porque les permitía pasar toda la vida –horario laboral incluido- enganchados al verso, la prosa y demás aditamentos propios de su mester. Los dos, naturalmente –añadió-, piensan que la poesía es un salto mortal con tirabuzón, una especie de más difícil todavía, sin más red que la imprescindible: el rigor de la forma, como herencia de la tradición y la superación de la experiencia individual en materia poética, es decir, creacional, que abra nuevos mundos y ofrezca nuevos rumbos al hombre y la mujer de su tiempo.    
Acerca de Domingo F. Faílde, afirmó que persona y personaje, realidad y literatura, se mezclan con frecuencia y brindan pistas falsas a quien quiera escucharme. El poeta, como dijo Pessoa, es un fingidor, pero no necesariamente un embustero, y creo en ocasiones que, si algo pierde a Faílde, es su sinceridad, por más se maquille y aderece con las mil y una trampas de la literatura.    
Tras glosar su currículum literario, destacó su talante escéptico y recurrió a una cita de Alberto Torés para resumir las líneas esenciales de su poética: La poesía de Domingo Faílde edifica una teoría de la nostalgia, sin olvidarse de ir trazando un diagnóstico escalofriante de la infinidad del hombre, que se resiste, pese a todo, a que el fuego haya sido inútil cuando fue, otrora, tan extenso e ilímite el resplandor. Es muy cierto que el vitalismo, la melancolía, la tristeza, el sentimiento de inutilidad y fracaso de toda una generación, -la que se abrazó a Mayo de 68, (con todos sus errores y también con todos sus aciertos)-, configura en gran parte su poética.    
Por su parte, Mariano Rivera –cuyo currículum también explicitó la presentadora- explora a través de sus versos el sentimiento de orfandad que se asienta en el género humano, libre acaso de dioses, mitos, preceptos y temores, pero no menos desamparado y vacío. Cree por ello tal vez la finalidad de su poesía es alcanzar un equilibrio, una armonía entre los dos grandes componentes del ser humano: la razón y el sentimiento.    
Esta visión comporta un cierto misticismo, una mística de nuevo cuño, que le lleva a la convicción de que la poesía, tal vez, deba reemplazar a la religión, pues los dogmas tienden a la inmovilidad mientras que la poesía tiende a reflejar y aun celebrar el cambio. Y ese cambio, como cabía esperar se trasluce en la forma y en su propia relación con el lenguaje: En cuanto a la forma y al lenguaje poético –dijo en otra ocasión-, no existe un material específicamente poético, puesto que el mundo entero es material para la poesía. No obstante, exige el empleo de unas imágenes y un lenguaje acorde con su época. No olvidemos que toda poesía es poesía experimental, puesto que todo poema no deja de ser una lucha con el tiempo en todas sus dimensiones: históricas, vitales, metafísicas y existenciales, aún sabiéndonos perdedores.    
Los poetas, con su veteranía, realizaron una lectura serena, reflexiva y brillante, a cuyo término el público –mayoritariamente poetas y amigos- solicitó que leyeran otros textos, con los cuales concluyó el acto.    
    
Redacción.-

8 de septiembre de 2010

Marta Dunphy-Moriel presentó anoche "La profecía de Shalforen: El Valle del Ahorcado"


La fundación Teresa Rivero acogió en sus espléndidas instalaciones, que registraron un lleno total, la presentación de La profecía de Shalforen: El Valle del Ahorcado, de la joven escritora Marta Dunphy- Moriel, a quien la crítica augura un brillante futuro literario. El acto tuvo lugar a las 8,30 de la tarde de ayer y, contra toda costumbre –circunstancia que aplaudimos-, con una puntualidad casi británica.    
El libro, escrito en inglés, es el tercero de una colección o saga que lleva por título La profecía de Shalforen, y, al igual que La niña del plato, número 1 de la misma colección de diez libros, ya traducido al castellano, no tardará en salir a la luz en otros idiomas.    
En opinión de Mariano Rivera, brillante presentador del libro, todos los que componen la colección poseen una trama breve, con ribetes de intenso lirismo, pero, por otra parte, pese a que la fantasía invita al lector a aventurarse en una acción posible, con palabras de Henri Bergson diríamos que, más allá de la descripción de una intuición, en los libros de Marta Dunphy Moriel operan la técnica de la composición y el estilo. Para Rivera Cross, la obra de Marta viene a ser una sucesión de novelas cortas, por el mero hecho de que, a diferencia del cuento tradicional o artístico –pongamos como ejemplo los de Bocaccio, los hermanos Grimm, Perrault, Andersen, Lewis Carroll, Edgar Allan Poe, etc.-, donde los personajes eran menos importantes que la trama, las novelas de Dunphy Moriel caracterizan de tal manera al personaje Anna Spencerford, que éste atrapa muy pronto al lector. Los hilos de la acción se entretejen y van dando paso a unos personajes con alma, fondo, complejos, preocupaciones, sentimientos y una clara conciencia del paso del tiempo en el devenir de sus existencias, en la de los demás y en el propio devenir del mundo.    
Fantasía y realidad caminan en el discurso narrativo estrechamente unidos, creando una atmósfera mágica, a veces inquietante, sugestiva siempre. El ritmo, muy ágil, envuelve muy pronto al lector, que no tarda en verse atrapado en la vivencia de identidad con la fantasía que vive el protagonista principal, hasta llegar a ese final de distanciamiento o epílogo, no sin antes intercalar capítulos, generalmente breves, que interrumpen el clímax de la trama, a fin de asegurar una anagnórisis expectante en el lector y un distanciamiento emocional respecto a la fantasía de la novela.    
La lectura, por parte de la autora, de varios fragmentos, en castellano e ingles, tuvo como telón de fondo las partituras interpretadas por la saxofonista Violeta Romero Morales.  
         
Redacción.-

3 de septiembre de 2010

Versos noctámbulos. Emoción, belleza, adelantos, en las voces de Teresa Hunt y Rafael E. Poullet


Dimos portazo a julio, atravesamos el desierto de agosto –mucho peor que el de Kalahari- y acabamos de entrar en septiembre, que es un mes misterioso y lleno de encanto, no sé si por los gratos recuerdos que uno conserva de su adolescencia o sólo porque sí, que es también una buena razón. Y aquí seguimos, a vueltas con la poesía, que, para muchos de nosotros –y lo digo sin el menor asomo de dramatismo-, es la única o casi de nuestra existencia.    
Con estas palabras, abrió Domingo F. Faílde la sexta sesión de Versos noctámbulos, que, en la noche de ayer, recibió a dos voces amigas –todas las que aquí concurren lo son-, cuyos propietarios son, como todos los que les han precedido, dos excelentes poetas, con estilos y trayectorias muy diferentes, que alientan una misma pasión: la poesía.  
Teresa Hunt Ortiz intervino en primer lugar. La autora, residente en Sanlúcar de Barrameda, donde, como catedrática de Inglés, especialidad cuya licenciatura obtuvo en la Universidad de Sevilla, donde también realizó los cursos monográficos de doctorado, lleva ya muchos años consagrada a la enseñanza, que imparte en el Instituto Doñana de su localidad, Nació, sin embargo, unos kilómetros más al norte, en Slough (Inglaterra), en junio de 1955, un dato que no oculta y yo se lo agradezco –puntualizó Faílde-, porque creo, como Antonio Machado, que la poesía es palabra en el tiempo, por más que se proyecte hacia la eternidad, y creo con Saussure, igualmente, en la diacronía y sincronía del lenguaje, como creo también –menudo auto de fe estoy haciendo esta noche- que la edad, sea cual sea, sinónimo es de vida, como la propia vida lo es de la belleza. Las cartas, pues, boca arriba, y el verso en el corazón.   
Teresa Hunt, hija de padre inglés y madre española, ha vivido toda su infancia y adolescencia en Minas de Riotinto, en la vecina provincia de Huelva, que es cuna de buenos poetas . Recordemos, por ejemplo, a Juan Cobos Wilkins, Celia Bautista Iglesias, Juan José Gómez Márquez, Juan Delgado López –fallecido recientemente-, Rafael Vargas y muchos otros, entre los que hay que incluir a Teresa, que elabora su obra con mimo y parsimonia, atesorando premios y publicando su único libro, Treinta años desandados (2005), al que hemos de sumar una obra parcialmente inédita, Poemas del olvido (2006) y su comparecencia en la antología Poetas en Sanlúcar. Entre los galardones recibidos, haremos mención del ´Manuel Barbadillo´ de poesía, el segundo premio del XI Concurso de Relatos cortos ´José Luis Acquaroni´, el premio de poesía ´Rincón Poético´ convocado por el Ateneo de Sanlúcar de Barrameda y, sobre todo, el Premio poesía Voces Nuevas, convocado por la editorial Torremozas (2004).     
Su poesía propone a los lectores un viaje al ensueño de la juventud, presidido por una serena nostalgia, que apenas deja paso al tópico sombrío ni a la magnificación del pasado, como si la voz lírica, pasando de puntillas por los recuerdos, recalara tan sólo en la belleza, con versos bien medidos y sonora musicalidad.     
Rafael Esteban Poullet –recurrimos de nuevo a la presentación de Faílde- es una autoridad, un maestro, un sabio heterodoxo –porque así son los sabios-, un poeta de hondo calado y exquisita factura, cuya obra figura en mis devociones. Novelista también y dramaturgo y pintor y guionista de cine, a tenor de lo cual debo y quiero decir aquí que la película El discípulo, estrenada hace sólo unos meses, se basa en su novela Yo, Juan, el discípulo amado, un verdadero clásico.     
Se ha dicho muchas veces que el poeta es, ante todo, creador de atmósferas y que en eso, tal vez, consiste su magia –el término es, desde luego, impreciso- de la poesía. La de Rafael Esteban Poullet es, en cualquier caso, inequívoca, de manera que sus lectores tardamos pocos versos en sentirnos arrebatados o, mejor aún, abducidos por el pincel verbal del autor que, más allá de la mera escenografía o la ornamentación parnasiana, consigue trasladarnos a su tiempo, qué el expresa en no pocas ocasiones en términos de era de Augusto o ab urbe condita, creando así un espacio literario en el que, muchas veces, no sabemos dónde termina la ficción y comienza la realidad.   
Su trayectoria es larga. De él dicen los biógrafos que nació en El Puerto de Santa María el 26 de marzo de 1935. En 1962 fue socio fundador de la Asociación Cultural Portuense Medusa, junto al inolvidable José Luis Tejada. En 1980 nace en Jerez, en el Bar La Parra, la que sería la Tertulia “El Ermitaño”, con Carlos Aladro, Julio y Mariano Rivera Cross, entre otros; la tertulia se traslada a continuación a El Puerto, al Bar El Ermitaño –de donde toma nombre.    
Por lo que se refiere a su obra poética, ha publicado Poemas Sacros y Profanos (1989), Et in Arcadia ego (2001) y El lecho pródigo (2008). Aun así, tiene inéditos tres libros de poesía. Ha colaborado en revistas como Arrecife (1987), Álora (1992), Zurgai (1992) y Por ejemplo (1997).    
La sorpresa anunciada de la noche sonó en labios de Rafael E. Poullet, que regaló al auditorio la primicia de una cuidada selección de poemas, que integrarán su libro Papiros de Tebas, en el cual el poeta portuense vuelca en la actualidad su indudable maestría. Los mitos, creencias e historia del antiguo Egipto se despojan de su veste arqueológica y, al margen incluso de la propia leyenda, se acercan al lector contemporáneo, mostrándole que el tiempo sea sólo una falacia y que el ayer es hoy con sus temores, incertidumbres, esperanzas y, por supuesto, sabiduría. La palabra bellísima de Faelo brilló con los quilates de costumbre, cerrando una velada, como las precedentes, espléndida.    
Entre los asistentes, numerosos poetas y escritores: Mariano Rivera Cross, Teresa Sibón, Chencho Ríos, Miguel A. Lebrero, Enrique Bedoya O'Neale, Álvaro Quintero, Marco Antonio Velo, Dolors Alberola y dos autoras jóvenes -aunque conocidas por los lectores-, que están a punto de presentar sendos libros: Carmen Moreno y Ana Rodríguez Callealta.   
           
Redacción.-

28 de agosto de 2010

Espacio Atlántico: pintura y poesía con el mar al fondo


Anoche, en el Casino Bahía de Cádiz, en El Puerto de Santa María, tuvo lugar un acto que, bajo la común denominación de Espacio Atlántico, unió la pintura de Joaquín Moreno con los poemas de Domingo F. Faílde, Mariano Rivera y Dolors Alberola.   
Joaquín Moreno, pintor nacido en Andújar (Jaén) y residente, desde hace muchos años, en El Puerto, inauguró de este modo una hermosa exposición de temas marinos, en los que la mirada del artista se superpone a la propia realidad, generando paisajes singulares, pequeños espacios donde la luz, el agua, la arena o la brisa meciendo los arbustos, se dejan desnudar por los pinceles hasta transustanciarse en poesía.      
Tal vez resida aquí la originalidad de Moreno, quien, con una asombrosa economía de recursos pictóricos, descompone el color, obtiene los matices necesarios y, como un acto de sorprendente prestidigitación, despliega sobre el lienzo una visión, la suya, de la naturaleza, en la que el movimiento parece detenerse, apresado en su propia levedad.    
De la atmósfera a la palabra –que tanto da-, el mar llenó el recinto portuense, y, del lienzo al papel, sus olas invadieron las galerías, refrescando el ambiente caluroso, que envolviera a las más de setenta y cinco personas asistentes.     
Domingo F. Faílde leyó los diez poemas de un cuaderno que, tras muchas pasadas por la piedra de pulir, acabó titulándose El corazón del mar, una aproximación a la magia y misterio marinos, apuntando a la esencia del elemento líquido.      
Por su parte, Dolors Alberola buscó en su vasta producción varios poemas significativos, en los que la presencia del mar va erigiendo metáforas de vida, amor y muerte, a veces conectando, en sabias piruetas culturalistas, con otras artes y, en particular, la pintura.       
Finalmente, Mariano Rivera Cross, recién llegado de El Escorial, se zambulló en las playas de su infancia y disparó su exquisita nostalgia hacia las cumbres de la belleza, para cerrar su intervención con un par de sonetos de espléndida factura.      
Alto, sin duda, el nivel literario y artístico de una velada, patrocinada por el Casino Bahía de Cádiz y el incansable Manuel Rueda, promotor de no pocos eventos en la zona, y organizada por Francisco Carrasco. Entre los asistentes, algunos poetas: Rafael E. Poullet, Carmen Sáiz Neupaver, José Antonio Navalón…, compañeros en la palabra y en la degustación de un ágape sabrosísimo que, en semejantes acontecimientos, nunca puede faltar.     
           
Redacción.-

27 de agosto de 2010

Versos noctámbulos: Julia Bellido y Chencho Ríos. La palabra creadora en el calor de la noche


Dolors Alberola definió a Julia Bellido como una poeta que ama el clasicismo, aunque su escritura tenga un viento totalmente actual y su metáfora nos siga sorprendiendo con su dosis de enamorada imaginación. Hace incursiones en los mitos y también ha buceado en la hagiografía. Comenzó más joven aún a publicar libros, al tiempo que las conchas de la mar le contaban la historia de Ulises, empujándola a dejarse de otras historias y dedicarse al fin a la poesía, donde se mueve como la más ágil de las bañistas.     
A ella correspondió abrir el fuego en una noche extraña, calurosa en extremo y, en cierto modo, mágica. El calor es un manto para la magia negra y si no abrió el infierno sus cloacas fue porque la poesía se instaló en el espacio, desnuda en su verdad, y la voz de los poetas, tan frágil, se impuso poco a poco, ganándole batallas a ese ruido que la miseria y el incivismo han consagrado como telón de fondo del a veces terrible oficio de vivir.     
Allí estaba, no obstante, el amor, que fue manifestándose con diferentes rostros, clavando su cuchillo en las entrañas mismas de la luz. Y adiviné en ella a una mujer soñadora, tierna, afectuosa, como es en realidad, pero inteligente y amante fiel de la palabra, con la que siempre ha mantenido un fabuloso 'affaire', había dicho Dolors Alberola, que, luego, al referirse a Chencho Ríos, nos trasladó a un París intemporal, aquel lugar común de la bohemia, donde la personalidad del autor se refleja en las aguas del Sena o, mejor todavía, en el espejo de la literatura: A Chencho, lo conocí en París, es decir, en una librería de lance de nuestra capital cercana. Siempre que yo llegaba a mirar en el estante de poesía, se escuchaba su voz, como en el mejor Pigalle, propagando los textos que creía pudieran ser de mi interés. Allí, junto a su imagen, podía encontrar también la de la Tour Eiffel o la bellísima vegetación de los Campos Elíseos. Todo era posible en la literatura, hasta sus pinceladas, metáfora de una existencia luminosa y febril que va dejando cauces en las páginas que, hábilmente, nos regala.  
La noche fue brillante y, sobre todo, intensa. Fueron muchos los poetas y escritores que asistieron al acto y numeroso el público. La poesía se impuso a la canícula.  
          
Redacción.-

22 de agosto de 2010

El III Ciclo de Verano de Tresantié celebró su segunda jornada


El 19 de agosto, a las 21.00 h., tuvo lugar en la terraza principal del Hotel Pinomar, magnífica sede del III Ciclo de Vernano de Tresantié, la segunda de las jornadas de este ciclo con una tertulia literaria en la que estaba previsto participaran todos los autores que han presentado este año sus obras con la asociación Razzia Artis.    
Pese a que el acto registró una asistencia considerable de público, sólo uno de los escritores convocados, Mariano Rivera, estuvo presente, según noticias llegadas a esta redacción. En tales circunstancias, el coordinador del evento, Francisco Carrasco, tuvo que emplearse a fondo y otro tanto Mariano Rivera, que respondió ampliamente a las preguntas formuladas por el propio Carrasco y parte del público, que giraron, por regla general, en torno a curiosidades (cuándo empieza su afición por la escritura, si antes de comenzar a escribir un libro, piensa y trabaja el autor en la estructura del mismo, si es necesario documentarse a fondo para escribirlo o si os personajes de las novelas están relacionados de manera directa con el autor de las mismas) o asuntos más novedosos, como la importancia del libro digital en los tiempos que se avecinan.   
Y Mariano Rivera, cómo no, habló a fondo sobre El software de la inmortalidad, deteniéndose especialmente en la actual situación del hombre ante la filosofía científica del Transhumanismo, tan contradictoria por lo que puede tener para un futuro no lejano de salvadora y exterminadora. Las restantes preguntas abordaron aspectos relativos a la novelística del escritor, que expuso las consideraciones que estima necesarias para que la ficción cale en los corazones, en las mentes y en los espíritus de los lectores, por desgracia pertenecientes a una inmensa minoría, dado que hoy en día las editoriales las prefieren sofisticadamente mediocres.     
El acto transcurrió con una gran brillantez.  
         
Redacción.-

20 de agosto de 2010

Versos noctámbulos. Amaya Blanco, Carlos Guerrero y María García sembraron sus poemas en la noche


Fueron tres los poetas que ayer se acercaron a esa tertulia viva de los versos noctámbulos, que viene celebrándose los jueves en el bar La Carmela de Jerez . Tres poetas. Tres voces. Tres latidos. Tres formas diferentes de entender la poesía y alzar el edificio del poema. Tres soledades. Tres diferencias. Tres proyectos en busca de una obra, como todo poeta que se precie. Tres maneras de ser y de estar.      
La poesía arrastra en su corriente muchas maneras de aproximarse a la realidad y, allí donde ésta parece darnos la espalda, irrumpe la memoria y la aborda de frente, cara a cara, cambiando el escenario de la vida y elevando al altar de las verdades la imagen difusa de un espacio y un tiempo, que alumbra la ficción. O mucho me equivoco o se puede afirmar que Carlos Guerrero es un poeta de la memoria. Sabe que tiene la vida detrás y, puesto a desandar el camino, contradice a Machado y transita de nuevo la senda que nunca se ha de volver a pisar, emplazándola ante sí, esto es, reviviéndola.     
Por eso, su poesía, en buena parte, constituye un viaje al que alguien denominó paraíso de la infancia. O de la adolescencia. O de la juventud. Pero, como se sabe, es la conciencia de pérdida lo que convierte a un lugar o una época en ese espacio mítico donde, según el Génesis, Dios colocó a Adán y Eva, identificado por el cristianismo con el lugar en que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios. Éste es el territorio de Las horas descontadas -un libro que en septiembre saldrá a la luz pública-, pero no nos llamemos a engaño, pues como en el Edén del relato bíblico la serpiente se enrosca en cada árbol y el poeta, diestro en tales ardides, morderá las manzanas que se le ofrece y les inoculará su propio veneno. Así, detrás de la anécdota, servida a grandes rasgos, que destacan iconos generacionales, se agazapa el retrato moral de un país, de unos años y la generación que les tocó habitarlos, componiendo un discurso polivalente: los juegos infantiles, las meriendas con pan y chocolate, el descubrimiento de la sexualidad, etc., etc., nos descubren los naipes de la educación sentimental del yo-lírico y crean una atmósfera a cuyo abrigo muestran sus estambres los temas obligados de toda gran poesía.      
Carlos Guerrero, tanto por edad cronológica como por afinidades estéticas, debe ser ubicado en la Generación del 70, que otros llaman del 68 o del Mayo Francés. Un marbete, no más; cuestión de calendario. No es el caso, naturalmente, de Amaya Blanco, quien, apenas rebasados los 30 años, carece todavía de adscripción, lo cual quiere decir que tiene todo el tiempo por delante y que, en su caso, volver hacia el pasado la mirada sería un ejercicio de mera arqueología. Ella es punta de lanza, ariete de la belleza, anticipación de una gloria que aún ha de escribirse en esos surcos donde, a cada cosecha, germina renovada la poesía.      
Licenciada en Traducción e Interpretación de inglés y árabe por la Universidad de Granada, cursó estudios de árabe en las de Damasco y El Cairo. Trabaja en la Diputación de Cádiz, en un programa de cooperación al desarrollo con el norte de Marruecos. Ha obtenido varios galardones poéticos, entre ellos el premio de poesía El Ermitaño de El Puerto de Santa María (Cádiz), ciudad donde reside, con su primer libro Letras de tierra, que ha sido publicado en aquella conocida colección portuense. También ganó el primer certamen de poesía en andaluz, Rey Almutamid de Sevilla y, sobre todo, el Searus, con un precioso libro titulado Materia viva. Ha colaborado en revistas como Extramuros, Alhucema, Piedra del Molino, etc., etc.    
Su poesía –al menos, en un tramo importante- se inspira en el concepto iniciático del viaje. Y si en Letras de tierra la experiencia del suyo por el mundo árabe nos conduce a los grandes misterios de la existencia, éstos, al pasar por los tamices del corazón y, desde luego, de la cultura, se le transforman en Materia viva, siempre en medio de imágenes sorprendentes y un lenguaje sencillo que, haciendo honor a aquella experiencia, fluye sereno y firme, con la audacia precisa y la elegancia justa, que son características de esta autora.      
María García Romero viene de Zaragoza. No refleja la edad en su currículum acaso por vivir ajena al tiempo –o, mejor, para hurtarse a los mil ejercicios de entomología con que la crítica literaria disecciona a los poetas- o acaso porque, sencillamente, las diosas no tienen edad.      
Esta condición suya no le impidió nacer en Villamartín, en las primeras estribaciones de la serranía gaditana. De allí, con apenas diez años, se traslada con su familia a Zaragoza, donde reside actualmente. La Diputación de Zaragoza la dio a la luz en Alijos Poéticos. Ha colaborado en varios libros colectivos, en la radio y en diversas revistas.     
Exhibe su poesía un intenso lirismo, sin duda consecuencia de que en ella su diario ejercicio es, mucho más que un hábito, fenómeno esencial, tan necesario como la propia respiración. Como asidero del yo, bucea en los sentimientos y en la propia experiencia de la autora, que, al proyectarse en su entorno, transforma el sentimiento en emoción y la experiencia en conocimiento y en compromiso. Y así nos habla, con un lenguaje limpio -expresión a su vez de una mirada limpia-, salpicado de indicios simbolistas y, sobre todo, un anhelo infinito de armonía, tras la cual se vislumbra el rostro impenetrable de la belleza.    
Ya ven, si son distintas las tres voces que entonaron anoche la hermosa sinfonía de la palabra.    
         
Redacción.-

17 de agosto de 2010

III Ciclo de Vernano de Tresantié-Razzia Artis, en El Puerto de Santa María



El pasado 15 de julio, José María Morillo inauguró en el hotel Pinomar el III Ciclo de Verano de Razzia Artis. La charla, que estuvo apoyada con imágenes antiguas de El Puerto de Santa María, versó sobre la historia de dicha ciudad, desde el punto de vista de su condición de destino turístico.   
El ponente comenzó con una introducción histórica sobre el pasado de la localidad para desembocar, finalmente, en el desarrollismo urbanístico y ecónómico de los años sesenta y setenta. Ricardo Fernández, como peopietario de las instalaciones, se encargó de clausurar el acto.   
El próximo jueves, 19 de agosto, a las 21.00 h., también en la terraza principal del Hotel Pinomar, magnífica sede del III Ciclo de Vernano de Tresantié, tendrá lugar la segunda de las jornadas de este ciclo con una tertulia literaria a la que asistirán todos los autores que han presentado este año sus obras con esta asociación.   
Intervendrán en la misma los escritores Juan Calata, con Los usureros del Caribe aquellos sí eran piratas, José Joaquín Rodriguez y su Historia de la II Guerra Mundial a través del comic, Mariano Rivera, con El software de la inmortalidad y Manuela Escobar, con la obra Camino de Sirga. Al término del acto y en la Sala Poniente, se celebrará una velada flamenca.    
        
Redacción.-

13 de agosto de 2010

Versos noctámbulos: Julio Rivera y Raquel Zarazaga conquistaron la noche con su poesía


Julio Rivera Cross es un maestro. Le corresponde por su veteranía, su limpia trayectoria y, por supuesto, la admirable sabiduría con que construye el verso, esmerándose en su pulimento como si de un escultor se tratara.  
Decir Julio Rivera, más que nombrar a un poeta, es invocar a un referente de la poesía andaluza del último cuarto de siglo. Imposible estudiarla, valorarla, desplegar sobre el mapa las tendencias, los movimientos, las sensibilidades, sin contar con este alarife del lenguaje, con este explorador de quimeras posibles, con un creador que, al cabo de los años, en tanto reivindica la libertad más alta, se ha convertido él mismo en esclavo de la belleza.  
¿Qué nos dice el autor en sus poemas? Él mismo lo ha explicado, a través de unas frases certeras, que definen con rotunda elocuencia su concepto de la poesía, su actitud ante el acto creador y su propia relación con la realidad circundante:  
-Mi voz son muchas voces, la de todos, pero que siempre intenta taladrar, inquirir, colocar las sílabas en la mente del lector, llegando al lugar más sensible de ti.   
-La poesía nos hace conocer, no comprender.    
-La poesía, por mucha imaginación que se le eche, debe ser verdad: Toda metáfora es un correlato objetivo de la realidad.     
-Ser poeta no es un oficio, es solamente ser inocente.    
Y ésta, que, por su admirable simplicidad, me parece definitiva: Sin poesía, me hubiera muerto ya.    
Por su parte, Raquel Zarazaga, bilbaína de 1963, goza de una envidiable juventud, no sólo por su edad, que es cosa obvia, sino también y sobre todo por la frescura de su palabra poética, el toque lúdico, a veces, y mágico, casi siempre, que imprime a sus versos, y el entusiasmo con que rompe barreras, se enfrenta al silencia y planta donde haga falta el gallardete de la poesía.    
Acercarse a su obra, implica descubrir que es el suyo un mundo dominado por la magia, un mundo de sorpresas y proezas, un mundo sacudido por el dulce trallazo de la música, donde toda dificultad acaba resolviéndose en un salto, necesariamente mortal, sobre un rayo de luz. La magia, desde luego, trepa por sus poemas como una luciérnaga y, al conjuro de su palabra, toda la naturaleza se enciende, con sus árboles tutelares, pájaros extrañísimos y, en fin, un artefacto de perfumes y sensaciones, a través de las cuales, suavemente, va abriéndose camino el pensamiento.   
La lectura que anoche ofrecieron en La Carmela, tuvo la brillantez que se esperaba, abriendo así las puertas de una noche en la que, una vez más, la poesía brilló con luz y nombres propios. Un suceso infrecuente: a petición del público, los poetas se vieron obligados a añadir varios extras. Igual que en los conciertos. Un presagio esperanzador.   
      
Redacción.-

6 de agosto de 2010

Versos noctambulos. Sara Castelar Lorca y Benjamín León, en el calor de una noche poética


Anoche, jueves, en el bar La Carmela y dentro del ciclo Versos Noctámbulos, disfrutamos de la segunda velada. Encontrar un calificativo para la noche sería sumamente difícil y, en cualquier caso, nos quedaríamos cortos. Al magnífico hacer de nuestros poetas y amigos Sara Castelar Lorca y Benjamín León, los cuales, según la voz del público, pusieron de punta todos sus cabellos, se unió la gozosa presencia de poetas provenientes del País Vasco, Madrid, Valencia , Málaga y otras ciudades de nuestra provincia -aparte, claro está, los de casa-, que se dieron cita en Jerez para asistir a este evento. Magnífico, este nuevo reto, que incluso fue acompañado por el cante flamenco de un paseante que, emocionado por las metáforas de los poetas, quiso agradecérselas de ese modo.    
Francamente exitoso y festivo el encuentro, que duró todo el día para algunos de los compañeros de fuera, con los que compartimos largas charlas sobre literatura. Para acabar, y ya a altas horas de la madrugada, recalamos en un local del centro, donde pusimos broche al enorme placer de haber podido tener con nosotros a tan magníficos poetas.     
De Sara y Benjamín, qué añadir a lo oído, sino que ya se ven sus respectivos nombres, escritos con letra indeleble en la historia futura de nuestra literatura.     
Es de agradecer la voluntaria colaboración tanto de la Escuela de Hostelería como de la librería Hojas de Bohemia y la Editorial EH y, cómo no, la amable acogida de Carmela que incluso nos regala con magníficas tapas elaboradas por su santa mano.     
Así pues, siguiendo esta trayectoria, el próximo jueves contaremos con la presencia de los poetas Julio Rivera Cross y Raquel Zarazaga, acto éste al que todos nuestros lectores están invitados.   
         
Redacción.-

30 de julio de 2010

Un ciclo de poesía para el verano. Carmen Sáiz Neupaver y Rosario Troncoso inauguraron "Versos noctámbulos"


Fue a finales de los 90 cuando Dolors Alberola y otros poetas radicados en Jerez concibieron la idea de abrir su obra al público y hacerlo al aire libre, en un enclave donde, juntos, casi revueltos, los poetas y sus cómplices, al calor de los versos y el vino, pudieran saborear, sin trabas, la poesía. El lugar, La Carmela, que nunca escatimó su mecenazgo ni regateó su amistad a cuantos aquí vienen a sofocar su sed, bien con los vinos de las bodegas jerezanas, bien con la magia de la palabra y siempre, desde luego, con la cordialidad.    
Hace, pues, mucho tiempo que este pequeño espacio, a resguardo del sol y la lluvia, pero no de la brisa que por aquí circula y refresca, es tribuna poética que, algún día, habrá de recordarse ligada a muchos nombres, pues muchos y muy buenos son los poetas que han recalado aquí.    
Anoche, a las nueve y media, se inauguró un nuevo ciclo, que se ha dado en llamar Versos noctámbulos y que, de entrada, pone de manifiesto que la poesía en Jerez, El Puerto, Cádiz… goza de una excelente vitalidad y que, gracias a sus autores, el público lector se emociona, disfruta y se deja invadir por el milagro de un buen poema.       
Más de uno escuchamos, ayer por la noche, cuando, rompiendo el velo sagrado, recibimos a dos grandes poetas que, a pesar de su juventud o, seguramente, por ella, son voces emergentes que, por fortuna, siguen emergiendo y traen en su mochila muchas innovaciones y una potencia lírica a la que, sólo de otra manera, estamos acostumbrados. Carmen Sáiz Neupaver y Rosario Troncoso se hicieron dueñas de la palabra y, durante más de una hora, que transcurrió volando, ellas echaron a volar sus versos, ante las treinta o cuarenta personas que llenaban con creces la totalidad del aforo.    
Una nueva generación ha tomado al asalto eso que algunos llaman todavía el fuego sagrado, aportando un lenguaje que, siempre tejido con pulcritud, habla a la calle sin desmerecerse, contagiándole su frescor y haciéndose eco de sus preocupaciones, ya sean las más básicas como las más sublimes.    
El público, encantado, fue testigo de su revelación.  
        
Redacción.-

28 de julio de 2010

El "lienzo por la paz", donado a la Delegación de Juventud


Como ya se informó en su momento, el pasado día 10 se celebró en la Sala Paul, de Jerez de la Frontera, un festival artístico que, bajo el título Sueños estivales, unió a poetas, músicos y artistas plásticos, en torno a una misma idea solidaria: ayudar a las personas más desfavorecidas de los territorios afectados por el conflicto árabe-israelí, que tiene en Gaza su más sangriento escenario.     
Durante muchas horas -6, aproximadamente-, se llenó el escenario de voces y de cuerpos, poesía, danza, música, mientras en un lateral dos pintores, también poetas, iban dejando muestra de su arte en un enorme lienzo, que acaba de ser donado a la Delegación de la Juventud, a propósito de lo cual, el responsable de Cubicarte y organizador de esta gran Maratón, Francisco Carrasco Marchal, nos remite la siguiente nota, que nos apresuramos en publicar:    
Los pintores Chencho Ríos y José Antonio Navalón entregaron su cuadro Lienzo por la Paz, realizado en vivo durante el Encuentro Sueños Estivales: versos y música solidaria por la Paz, en favor de la ONG "Mujeres en Zona en Conflicto", en Gaza, organizado por Cubicarte, a la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Jerez, recibiéndolo su Delegado, Francisco Benavent. Estamos ante una pintura a 4 manos, en la que los dos artistas reflejan su sello personal y sensibilidad. Que se impregnaron de las sensaciones mágicas de los versos y la música que se dieron lugar ese día.    
            
Redacción.-