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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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23 de junio de 2007

Versos para clausurar la exposición de Ramón Epifanio

Los poetas Mauricio Gil Cano, Álvaro Quintero Mejía, Francisco Lambea y Juan Carlos Lubián ofrecieron una lectura en la clausura de la exposición del pintor Ramón Epifanio, en la sala Caja Inmaculada, en El Puerto de Santa María. Los autores leyeron versos inspirados en obras de Epifanio y otros de temática diversa. La exposición de Ramón Epifanio, titulada Del cielo y del infierno, se ha desarrollado del 1 al 20 de junio y ha estado organizada por la Escuela de Hostelería de Jerez y la Caja Inmaculada, con la colaboración de las bodegas Osborne y el Ayuntamiento de El Puerto.
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Redacción.-

22 de junio de 2007

"NO PODRÁ SUCEDER", el último libro de Josela Maturana

Los lectores interesados, podrán leer una amplia reseña sobre este libro, pinchando el siguiente enlace:

18 de junio de 2007

JOSELA MATURANA presentó "NO PODRÁ SUCEDER"

El pasado día 12 de junio, a las 8.30 de la tarde, en el patio de la Diputación gaditana, convertido en espléndida sala de actos, tuvo lugar la presentación del libro No podrá suceder, que, el pasado año, valiera a su autora, la poeta melillense, avecindada en San Fernando, Josela Maturana, la XXX edicición del premio Bahía, un certamen creado en 1972, que viene convocando desde entonces el Excmo. Ayuntamiento de Algeciras. El jurado, compuesto en esta ocasión por los poetas Domingo F. Faílde, Juan Gómez Macías e Ismael Cabezas, destacaría a la prensa su bello discurso de corte reflexivo, que transcurre en poemas de gran homogeneidad y coherencia estética, conducidos por la autora con gran economía de recursos», siempre en un tono amable, de íntima confidencia.
Presentó el acto Juan José Téllez, poeta, escritor y periodista, que hizo un recorrido por la trayectoria de la autora y glosó las características del libro presentado. Por su parte, Josela Maturana, tras exponer sus propias ideas sobre el particular, dio lectura a algunos poemas, los más significativos de No podrá suceder.
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Redacción.-

7 de junio de 2007

CARTA ABIERTA A YO-MISMO


Ante las disculpas recibidas telefónicamente de la persona responsable del nick Yo-mismo y, a pesar de que en el foro de Premios Literarios, donde se me ofendió y se ofendió, sin fundamento alguno, al jurado del premio Vicente Martín, no ha aclarado del todo su postura, que se me antoja ambigua y deja lugar a equívocos, siendo además distinta de la que, por teléfono, me manifestó, he decidido, como prueba de elegancia y buena voluntad por mi parte, retirar el artículo publicado en este mismo lugar. Sea en honor de la vieja amistad y para cerrar, al menos por lo que a mí concierne, esta desagradable, absurda e infundada polémica.
Dolors Alberola

5 de junio de 2007

Las Noches de Elvira dedicará la próxima tertulia al poeta Francisco Brines

Mañana, miércoles 6 de junio, a las 7,30 de la tarde, la tertulia literaria Las noches de Elvira se reunirá, como de costumbre, en el bar Cachón, en la jerezana plaza del Progreso.
En esta ocasión, el debate se centrará en torno a la vida y obra de uno de los poetas españoles más representativos del último medio siglo: Francisco Brines.
Brines nació en Oliva, Valencia en 1932. Estudió Derecho en Deusto, Valencia y Salamanca y cursó estudios de Filosofía y Letras en Madrid.Es uno de los poetas actuales de más hondo acento elegíaco. Pertenece a la segunda generación de la post-guerra, y junto a Claudio Rodríguez y José Ángel Valente, entre otros, conformó el «Grupo de los años 50».Fue lector de Literatura Española en la Universidad de Cambridge y profesor de español en la Universidad de Oxford. En el año de 2001 fue nombrado miembro de la Real Academia Española, para reemplazar la silla vacante tras el fallecimiento del dramaturgo Antonio Buero.Se destacan entre sus obras: «Las brasas» en 1959, «Palabras a la oscuridad» en 1967, «El otoño de las rosas» en 1987, y «La última costa» en 1998.Entre los premios recibidos, aparecen: Adonais de poesía en 1959, Premio Nacional de la Crítica en 1967, Premio de las Letras Valencianas en 1967, Premio Nacional de Literatura en 1987, Premio Fastenrath 1998 y Premio Nacional de las Letras Españolas en 1999.
Finalizado el debate, los asistentes darán lectura a sus propios poemas.
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Redacción.-

. . . QUE ESTÁS EN LA MEMORIA*

Querido Domingo que estás en la memoria, machadiano, durante aquel congreso que llenó Granada de poesía, de intrigas palaciegas, de belleza y de mala uva durante el año de gracia de 1982: tanta esperanza, tanta limpieza en los limbos, tanto horizonte de grandeza, no se mereció nunca el mal pago del desencanto, las zurrapas de un poder que debió ser popular y se convirtió en populista. La literatura y los suyos, la poesía y los poetas, se convirtieron también, en gran medida, en el espejo de ese pulso entre quienes defendían el territorio de la libertad y quienes intentaban imponer el de la sumisión.
Y allí estabas tú, con tu bastón de madera como un trasunto de esos héroes del Far-West que pretendían contestar a la violencia con las tablas de la ley y contrarrestar el imperio de la fuerza con los sueños de la razón que casi nunca producen monstruos. Fugitivo de Linares y en un colegio de Algeciras, te descubrí años más tarde: llagabas del país de la derrota, con las tinieblas de la decepción en los ojos. Atrás, quedaban definitivamente las tertulias literarias con Fanny Rubio, la revista “Tragaluz”, compartida con Álvaro Salvador en aquella Granada de los 70 donde estudiaste filología porque amabas la vida y la palabra y la palabra es la vida que encierran los libros, que no sólo huelen a papel y a bosque, sino a utopía y a misterio. Atrás, también, la aventura del antifranquismo, con su compañero Joaquín Sabina arrojando un cóctel molotov contra el Banco de Bilbao de Granada y teniendo que poner tierra de por medio detrás de una jipi veinteañera, camino de Londres. Luego, llegaron los hombres grises o, simplemente, cruzaron el campo de batalla y cambiaron de trinchera. Domingo F. Faílde se quedó en su sitio, el de los veteranos de guerra que, como diría Serrat, para hincarles de rodillas hay que cortarles las piernas.
Así, desde la rabia, desde la ternura y desde la melancolía, fuiste trazando versos de amor y de desamor, desde aquel inicial “Materia de amor” a “Oficio y ritual de la nueva Babel”, “Cinco cantos a Himilce”, “Ese mar de secano que os contemplo” y, sobre todo, “Patente de corso”, uno de esos libros bisagra que marcan un antes y un después en cualquier peripecia literaria. Yo estaba allí, ¿recuerdas?, en aquella Algeciras eternamente lluviosa, cuya molicie provinciana veíamos pasar desde la cafetería Cabsy’s o imaginando orgías a mayor gloria del marqués de Sade. Lo que fuera preciso para arrancar de nuestra alma esa sensación de toalla arrojada sobre el ring, de brazos en alto rindiéndonos ante las tropas de un futuro pequeñoburgués, miope, mezquino y mediocre, que ya no amenazaba con devorarnos porque se nos había tragado desde mucho atrás, desde mucho antes. Ya, por entonces, nos habíamos caído de la higuera.
A partir de aquel libro, repito, no sólo conquistaste un estilo sino que conquistaste mi complicidad, mi armadura de caballero de la mesa redonda al que le hubieran hurtado los ojos de Ginebra o las almenas de Camelot. Éramos Parsifal sin santo grial que llevarnos a la boca. Éramos Arturo sin espada ni Merlín. De eso tratan tus poemas. Del pasado, dirán, de la juventud perdida, de la memoria colectiva de una generación, de la banda sonora sentimental de nuestro mundo. Es falso. Tus poemas hablan de un saqueo, del que cometieron en nuestro nombre y que nosotros mismos sufrimos.
Basta asomarse a los libros que siguieron, entre 1994 y el año 2000: “De lo incierto y sus brasas”, “Rosas desde el Sur”, “Cuaderno de experiencias” o, sobre todo, la serie que nos lleva desde “Náufrago de la lluvia” a “Manual de afligidos”, “La noche calcinada”, “La cueva del lobo”, “Elogio de las tinieblas” y “Conjunto vacío”. Cuánta ironía, cuánta amargura, cuánta frase rotunda, cuánta emoción sin bridas en aquellos libros. Cambiaban los gobiernos, pero no cambiaba el fondo del escenario: el ser humano en venta como una mercancía en las tiendas de todo a cien. Y allí estabas tú, como un demiurgo silencio, que escribías gritos contenidos, alaridos en tinta fresca, mordiscos como versos, sin camisa de fuerza que puediera amarrar tu legítima locura.
Luego vino “Amor de mis entrañas”, desapareció el bastón y creció una melena de león o de Beethoven, que viene a ser lo mismo, por fiera y por armónica. Del traje de chaqueta al casual wear, dejaste el muro de las lamentaciones y, sin apearte un milímetro de tus profundas convicciones personales, decidiste no entregar el don del placer a los cuatreros que gobernaban el resto de tu mundo y casi la totalidad del mío. No huiste, no. Fuiste buscando islas interiores, donde no hubiera tedio, ni tiza, ni monotonía de la lluvia en los cristales. Llegaste a Jerez, donde has dejado crecer “La sombra del celindo”, el libro que acaba de publicarte EH Editores, con el número 6 de la colección de poesía Hojas de Bohemia. Quien quiera saber lo que opino de ese hermoso cuarto y mitad de tu mejor pechuga literaria, que lea el prólogo, donde escrito está: “Faílde se enfrenta a su ADN y va descubriendo las canas y las arrugas que como muescas en la culata de un rifle, ha ido dejando la vida entre sus carnes”. Pero yo no vengo hoy aquí a hablar de esa bella secuencia de recuerdos infantiles, con el tumulto de la posguerra escrito en el hardware de tu cerebro y de tu corazón. “La vida a cierta edad es la memoria”, has escrito. Y tienes razón, viejo hermoso Walt Whitman. Por eso yo te escribo esta carta en nombre de lo que fuimos y, sobre todo, de lo que seguimos siendo, testigos de nuestro tiempo, desterrados del paraíso, sombras de Platón que intentamos todavía salir de la caverna.
Durante el tiempo que compartimos, amigo mío, yo también urdí libros, me fogueé en tribunas de prensa, de radio y de televisión, recorrí gran parte del mundo o el mundo recorrió gran parte de mis pobres huesos. Cambié de ciudad, de opinión y de sentimientos, muy a menudo. Vi crecer a mi hijo, ya de cerca, en la distancia. Fui feliz o desdichado, de tarde en tarde amé y desamé, perdí algunos trenes, quemé muchos barcos, gané bastantes kilos, algunos adversarios y numerosos enemigos. Pero nada hubiera sido igual sin la sombra tuya, que no es la del celindo, sino la de esa añeja palabra eternamente escrita en los muros de la Bastilla: fraternidad.
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© Juan José Téllez Rubio
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* Texto de la presentación de “La sombra del celindo”, de Domingo F. Faílde, efectuada en EH de Jerez, el 28 de septiembre de 2006.-

4 de junio de 2007

DOLORS ALBEROLA GANA EL PREMIO DE POESÍA "VICENTE MARTÍN"

Dolors Alberola ha ganado el II Premio Internacional de Poesía “Vicente Martín”, que convoca el Ayuntamiento de la localidad madrileña de Torrejón de la Calzada. El fallo de jurado se dio a conocer el viernes 1 de junio, en el transcurso de un acto literario organizado al efecto.
Dolors Alberola, tras recibir el premio de manos del alcalde del citado municipio, dio lectura a algunos poemas del libro galardonado, que fueron muy aplaudidos por el público, entre el que se encontraban numerosos poetas.
“El ojo y el tiempo” constituye, en primera instancia, una metáfora del arte, a través del cual es posible aprehender el devenir de la realidad y traerlo a un presente que lo proyecta a la eternidad. D este modo, el amor, la experiencia, la historia, trascendiendo sus propias coordenadas espaciales y temporales, se ofrecen a la mirada del hombre de todas y cualquier época, gracias a la pintura, la música o la propia poesía.
La editorial Vitrubio sacará el libro a la luz, probablemente antes de fin de año.
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© Redacción.-

3 de junio de 2007

"Arte de perros": EL DISCURSO DE LO HUMANO PERVERSO EN LA LÍRICA DE DOLORS ALBEROLA

Las sucesivas variantes del motivo del perro fascinan a la escritora Dolors Alberola hasta tal punto que la poesía de Arte de perros (EH Editores, Jerez, 2006, Prólogo de Luisa Futoransky) deviene una suerte de singladura múltiple y plural de lecturas que, no obstante, proyectan la cotidianidad y la acidez crítica de la misma. No se puede permanecer ajeno a la identificación de los motivos del perro con los de la humanidad. Advertimos que es un motivo clásico, no ya sólo en Lucrecio, en el que estaría inspirado el libro, según Futoransky, sino también en la literatura española: El coloquio de los perros Cipión y Berganza de Cervantes es un paradigma. Pero estos perros de Cervantes son inteligentes. También hay mucho de juego estético, de singladura polimórfica y de adaptación diversa a los múltiples referentes caninos que existen en la realidad cotidiana para adquirir un discurso, a ratos metapoético y reflexivo, al que no es ajeno un lenguaje coloquial y pródigo en su manifestación sonora: “Son duros de roer los escritos de Homero./ Los versos de Kavafis me dejan con hambruna./ Regurgito el placer cuando leo a Szimborska”. Muy significativo es también “Persecución”, donde la poesía es metafóricamente una zorra incansable. Aquí ha dejado de ser perro faldero que persigue a la escritora.
Una lírica que bien podría agradar sobremanera a Quevedo en su acidez y descomposición de la vida, sobre la que no tiene muchos elementos para el optimismo Dolors Alberola. Si el poema ladra en la noche es porque lo tétrico se ha apoderado de él dejando una impronta imperecedera. Y las palabras su subsumen, duras y desoladoras, proyectando una absoluta falta de fe en la existencia. Incluso el nihilismo hace acto de presencia con la hecatombe de su muerte y su flujo de palabras gastadas donde el sarcasmo y el refranero irónico lo ocupa casi todo. Los perros de Manhattan, los cerberos del mundo y lo social como un principio de esa dureza prevista. Pero en ese clímax de desolación, también puede haber momentos para la ternura como en “Teoría del espanto”. Lo que nos anuncia un desconsuelo sobrio. Da la sensación de una filosofía demasiado fiel a la descomposición de la persona y lo que es capaz de producir. Como diría el filósofo sueco, Lars Gustaffson, el ser humano es ese extraño animal que vacila entre el animal y la esperanza. Aquí es todo animal y también todo esperanza, aunque incluso el amor, la última esperanza, se vuelva iluso: “De la pareja ilusa que se promete amor,/ la muerte, ya ovillada/ como un perro de Galia”.
Mucho de deformación socializadora, de hipérbole sintética, de imagen proyectada sobre el fondo de claroscuros, de apátridas y de seres desterrados en sus múltiples facetas ante el dolor, el miedo, la muerte, la recompensa…
Es también un recorrido funambulesco, el ámbito del paisaje interior, con la subjetividad que llega de lejos y sobre la que proyecta sus demonios interiores: “Vivo un periodo oscuro, cruentas luchas/ traen la decadencia; veo perros,/negros canes, delgadísimos galgos/ y podencos deambulan por los cosos”. Esa dimensión personal también es otra simbólico-externa de la que va y viene como en un proceso de sístole-diástole. A veces, toma lo narrativo como esquema constructor, otras el paralelismo, como en “Poética”, donde los diversos perros coadyuvan en la formación de la idea poética, pero sobre todo proyecta su acidez también contra los que persiguen a los pobres poetas sumisos y ninguneados: “Vierte mordacidad, es un poeta, /está loco de luz, es noble, si lo pisas/ sabe lamer los pies. Ninguneado,/ habita las cavernas de la sombra”.
La hipérbole en otros momentos puede resultar apocalíptica, como en el poema “Maternidad”, donde existe la condena a tener “niños deshabitados, con corazones rojos/ sangrando eternamente entre sus pechos”. Pero también recuerdos al dolor, como el sufrido por los que cayeron en los campos de concentración o la defensa de la libertad, etc.
Si en la primera parte, “Perra vida” el verso es más contundente, definitivo y creador de un tono elevado, en la segunda, “Caninas”, narrativo, reflexivo, el tono se hace raudo y ligero gravitando sobre la metaliteratura o la , pequeñas historias encerradas en la contención de su discurso en el que la existencia se proyecta con fuerza y contundencia.
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© Francisco Morales Lomas