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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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26 de noviembre de 2010

Entre palmas y alegrías. Dolors Alberola y Samara Montanez inauguran el ciclo Flamenco y Poesía, en el Café de Levante


El Café de Levante, que dirige en Cádiz Teresa Torres, propietaria del mismo, es no sólo un reducto de la bohemia más irreductible, sino también –y, a veces, sobre todo- centro de irradiación cultural, donde la música, la literatura y otras manifestaciones artísticas tienen una tribuna a pie de calle, un punto de contacto con la vida, un escenario cabal y festivo para emprender el vuelo. Un lujo, en fin, que infunde nombradía e imprime carácter a cualquier ciudad.    
Y así, entre palmas y alegrías, como dice la copla y prescriben los cánones, asistimos anoche a la inauguración del ciclo Flamenco y poesía, que aúna estas dos expresiones bajo el signo de la universalidad, en un momento particularmente oportuno, pocos días después de que el primero haya sido declarado patrimonio de la humanidad.    
Rosario Troncoso –una voz emergente, llamada a alcanzar altas cotas- presentó a las protagonistas del acto, que no tardaron en echarlo a andar.     
Samara Montanez abrió por alegrías la puerta grande de una noche mágica, que aromó con sus cantes, y había que escucharla arrancar con acento suavísimo que, luego, poco a poco, con el compás preciso, se iba transfigurando, hasta que, al fin, su voz, como las olas, estallaba al romper en la escollera del sentimiento. La joven cantaora, seguida con unción por el público, terminó su actuación por bulerías.     
La palabra poética, sinónimo de creación y avance hacia la luz, corrió a cargo de Dolors Alberola, que, infringiendo sus propios protocolos, también se dejó llevar por el calor de la noche y conectó igualmente con el público, que escuchó emocionado poemas tan significativos como Puellae Gaditanae, Fado nocturno, Como una ensoñación de islas y pañuelos o su conocida Oda posterior a la última oda, homenaje a Federico García Lorca, que arrancó al guitarrista Joaquín Linera un gesto silencioso y elocuente, que puede traducirse como se me ponen los pelos de punta.     
No fue el único, desde luego. La noche gaditana brillaba limpia y cálida, hervía en el ambiente la música y la voz, la palabra, desplegaban el mapa de todos los sueños.     
Como dicen las crónicas taurinas, la terna tuvo que saludar al público.     
           
Redacción.-

20 de noviembre de 2010

Una lectura a cargo de Víctor Alija inaugura en Cádiz un nuevo ciclo



Anoche, ante la sombra blanca de la mar, en el café Arena, de Cádiz, disfrutamos de una excelente y acogedora lectura. Víctor Alija, poeta y editor, soñador franco, navegante del verso a puerto abierto, ilusionista de la palabra y mago hacedor para otros poetas, nos deleitó con su buen decir y sincerísimo hacer. Imágenes, las suyas, sorprendentes, en el marco de una poética ágil, cotidiana, sencilla pero profunda, rítmica ma non tropo, como los tiempos piden, fueron deslizándose de sus labios y abrillantando la noche.   
Y no sólo fue eso, que ya era mucho; de la mano de la vivaz, cautivadora y prestidigitadora poeta Rosario Troncoso, la velada fue caldeándose hasta explotar en un merecido homenaje a este joven autor, muy querido por sus coetáneos, que, junto a otros admiradores, y conste que tiene un montón, abarrotaron el local. Poetas de distintas procedencias e incluso la música de un acordeón, que blandiera Raquel Zarazaga, llenaron el ambiente de calidez y nostalgia, pero no esa nostalgia que mira al pasado, sino la del futuro que, al cabo de unas horas, quedaba nuevamente en silencio, ante un mar cuyo oleaje nos había acompañado y ahora casi dormitaba, soñando en las horas efímeras que se iban escapando de su costa.   
Barcos fuimos camino de la Ítaca, barcos que seguiremos bogando en la palabra hasta que la corriente unifique de nuevo nuestras voces.     
Un recital, al fin, de los que deben ser, de los que fueron siempre: bohemio, joven, vibrante, amigo y aliñado con vino y sabrosas viandas.   
       
Redacción.-

7 de noviembre de 2010

ZOCAR expone en Jerez. La muestra podrá visitarse en Correos hasta final de noviembre



El pasado día 5, en las oficinas de Correos de Jerez, se inauguró una exposición de pintura, que muestra al público la obra reciente de Chencho Ríos Brizuela, más conocido como Zocar, su pseudónimo. En horario de trabajo, de lunes a sábado, podrá visitarse hasta fin de mes.    
Chencho Ríos, gaditano de 1965, es un artista polifácetico –acaso sería más exacto decir integral-, que también ha realizado incursiones en la literatura, como autor de un centón importante, su Ulisen Cai, que, lamentablemente, tiene mucha más importancia que proyección, un suceso frecuente en la cultura literaria de nuestro país.    
El pintor, con pintura acrílica y sobre soportes varios, se adentra en el retrato, el alcoholismo, la angustia, el dolor. A través de una técnica expresionista, de feroz color y valiente pincelada, va desplegando una serie de personajes sufrientes, los cuales aceptan su suerte con inusitada ternura.      
Mi manera de entender el arte es ecléctica. Mi concepto artístico es el eclecticismo, declaró hace unos años en una entrevista realizada por Carlo Zola. El autor, crecido en el barrio de la Viña –un centro de interés en su ciudad de origen-, manifestaba entonces el móvil fundamental de su pasión por el arte: Siempre me interesó la trascendencia. El poder salir de uno mismo y comunicarte con algo superior, dijo entonces.    
ZOCAr tiene en su haber mas de ochenta exposiciones, la gran mayoría de ellas en su ciudad natal. Trabajó como ilustrador en el Diario de Cádiz y creó la portada del CXXV aniversario del rotativo. Trabajos suyos han ilustrado revistas como Caleta, Tierra de nadie, Levantera, EDUCA, etc.   
El autor reside actualmente en Jerez, ciudad que define como una tierna enamorada, pues no en vano en ella he encontrado a la mujer de mi vida. Poderosas razones.    
          
Redacción.-

6 de noviembre de 2010

Julio Rivera Cross presentó su libro "De barro en carne viva"


Adonis, el gran poeta libanés -no demasiado conocido en nuestro país-, se refería al mar como metáfora de lo indeterminado, misterioso e incógnito, fuente no obstante de la vida, que gira en torno a un eje, el amor, idea que le inspirase El principio del cuerpo, el fin del mar (Beirut, 2003). Desde su perspectiva de hombre occidental, Julio Rivera Cross (Jerez de la Frontera, 1943) se lanza a los abismos de la metafísica y pone pie en la nada, ese horrible vacío que, no obstante, va a ir llenando de cosas, al principio indecisas y, poco a poco, más concretas y nítidas cada vez, hasta darse de bruces con la vida, desde cuyo privilegiado pedestal contempla el mundo y, atónito, celebra la belleza del Universo. Éste es el punto de partida su último libro, De barro en carne viva, que el poeta presentó anoche a los lectores de Jerez, tras haberlo hecho en Cádiz y disponerse a hacer otro tanto en diferentes localidades, en una especie de itinerante retorno a la juglaría, saludable a todas luces.      
Julio Rivera arranca del vacío, que llenará, ante todo, de poesía, de poesía hermosísima, que él sabe trabajar con la pulcritud de un orfebre, sin ceder a la tentación de la prisa ni hurtarse a audacias tan razonables como buscar caminos en la ciencia e incluso involucrarla en su propio discurso, sin salirse jamás de la expresión medida, del lenguaje perfectamente milimetrado, cada vez más desnudo y acaso por ello más rutilante también. Con independencia de que en libro dedique un apartado a indagaciones metapoéticas, no es erróneo afirmar ni redundante que, si hay en estas páginas una protagonista, es la propia poesía.   
No carece de lógica este aserto, pues la sabiduría de Rivera le induce a tomarla del brazo y, lo mismo que Dante, guiado por Beatriz, emprender un viaje que, en su caso, constituye un ascenso a la belleza, donde radica –según sus propias palabras- la salvación del hombre.       
¿De qué hemos de salvarnos? A lo largo de los poemas comunicados por el autor, pudimos observar un profundo rechazo a la mediocridad, a los ídolos falsos que nos apartan de los valores auténticos y las grandes verdades, de la ignorancia que se oculta detrás de la vanidad, de las sombras que impiden ver la luz, optando por el culto a las cosas pequeñas y sencillas que sustentan el mundo, a las que es necesario acercarse, pues de ellas emana el conocimiento. Y el poeta, de nuevo, como un zahorí, seguirá el rumbo de la intuición, a fin de aprehenderlas y extraerles ese raro misterio de la poesía.     
Lo que diera comienzo con una dedicatoria al lector –procedimiento, por otra parte, heredado de los viejos juglares-, se despliega, verso a verso, y crece hasta convertirse en un canto, de dimensiones hímnicas, a la vida y a la belleza del mundo que la acoge.    
Del barro en carne viva es un libro importante, que no deja indiferente a ningún lector. Tanto en Cádiz como en Jerez provocó interesantes coloquios, que resultaron esclarecedores.   
La palabra previa, que se anunciaba a cargo de Pilar Paz Pasamar, pasó por delegación de la autora, a causa de problemas de salud, al editor del libro, Víctor Alija (Compañía de Versos Anónimos), que dio lectura al texto. En él, una vez más, se pusieron de manifiesto las cualidades literarias de Julio Rivera, jalonadas por los recuerdos de los años de juventud. Abrió el acto doña Dolores Barroso, concejal de cultura del Ayuntamiento de Jerez, que glosó la personalidad del poeta.    
          
Redacción.-