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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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29 de octubre de 2013

Dolors Alberola: lectura poética en El Gastor


                Los caminos inextricables de la poesía condujeron a Dolors Alberola a El Gastor, pequeña y pintoresca localidad de la sierra gaditana, allí donde limita la provincia con su vecina Málaga, vía Ronda.
                En medio de un paisaje espectacularmente hermoso, la diligencia abrió su portezuela y bajaron los versos, rumbo a la biblioteca municipal.
                Dije bien: diligencia y no porque corriese con deseable ímpetu ni pretendiese puntualidad, sino por el zigzagueante recorrido, entre urbano e interurbano, de aquí para allá, de uno a otro pueblo, invirtiendo, retraso incluido, dos horas y media en cubrir la distancia que separa El Gastor de Jerez. Todo un récord tercermundista para la empresa concesionaria.
                Y estalló la poesía, que aseguran es mágica. Lo fue, naturalmente, y en qué grado, pues consiguió llenar el auditorio, a despecho de algún eurovegas comunitario, un tea party vecinal y otros eventos para pasar las horas, no se sabe si haciendo caminos o soñando la mar.
                El resto de la historia no es difícil imaginarlo: la palabra poética de Dolors Alberola cumplió su cometido y sedujo. Tras derretir el hielo de la tarde, prematuramente sombría, el ritmo de sus versos se apoderó del aire y hasta chispas saltaron al leer los poemas que, como dijo Josela Maturana, no defraudan jamás. Cernuda y Federico recibieron de nuevo el homenaje de la poeta, que supo contenerse para imprimir vigor a sus temas característicos.
                Luego, la tarde se fue diluyendo y la palabra, cuentan, habitó a nuestro lado.

Redacción.-

27 de octubre de 2013

Sit terra tibi levis: murió Manuel Urbano


El pasado viernes, día 24, cuando el sol del otoño se escondía en los cerros que rodean Jaén, el cáncer se llevó a Manuel Urbano. Murió con la misma humilde grandeza con que había vivido, levantando casi en silencio una obra inmensa y cultivando tantos géneros y temas que, a sus setenta y tres, puede ser considerado, si no acaso por edad, sí por inspiración e intensidad, decano de la poesía jiennense y, desde luego, el gran polígrafo de la provincia de Jaén, cuya historia, leyenda, costumbres, tradiciones, folklore y vicisitudes estudió con rigor y difundió por el ámbito del idioma, contribuyendo a que aquel viejo hondón, preterido e ignorado, sea en la actualidad, tal vez no el paraíso interior que pregona la industria turística, pero sí una provincia conocida, no sólo por sus latifundios olivareros, sus caciques irreductibles y la pobreza de sus habitantes, sino también y sobre todo por su cultura, sus poetas y, en definitiva, su gente.
Y los poetas, sin lugar a dudas, tenemos una deuda de gratitud con él, por su imparcial labor de publicista, por su preocupación por la voz y la palabra con denominación de origen.
Excelente conversador, amante de deleites gastronómicos y acérrimo vitalista, sus pasiones –literatura aparte- fueron la vida y, en consecuencia, la libertad.
Tuvo muchos amigos, que hoy deploramos su pérdida. Nos queda su obra y el recuerdo imborrable de su luminosa humanidad.

Domingo F. Faílde.-

Carmen Sáiz Neupaver presentó su libro "Estado de conjeturas"

 
Hablar de la poesía de Carmen Sáiz es observar el aire y visualizar una bandada de metáforas que siempre van a dar al acierto más rotundo. Ella mira, aprehende el significado más hondo de las cosas, lo purifica aún y lo engalana con sobria desmedida, pues la belleza al fin no se puede metrar ni aún encasillar, es un hondo remedo de eternidad alcanzable y, como tal sin medición posible.
                Con estas palabras, abría Dolors Alberola el acto de presentación de Estado de conjeturas, de Carmen Sáiz Neupaver, celebrado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Puerto Real. En opinión de su presentadora, el libro es resultado del talento envidiable de la autora, que siempre es capaz de sorprender e innovar. la palabra poética tiene que conmover al lector, no le puede dejar indiferente, ha de tocarle, en fin, las fibras de la conciencia, arrancarlo de la molicie y echarlo a volar. Ése es el hechizo de los que nunca mueren de frío, según la propia poeta, que, en el primer poema de este libro, con decir sigiloso y tan suyo, identifica la palabra creadora –el célebre Hágase! de la Biblia- con el primer poema. El mundo nace, pues, con la poesía, es la propia poesía, en una especie de panteísmo cósmico, que trasluce desde el principio la visión de Carmen Sáiz y la línea esencial de su poética.
                He aquí su conjetura, sus conjeturas, que se van esparciendo por todo el libro. Fiel a esta idea la poeta despliega su mirada, quiere romper la cáscara que envuelve la realidad y entrar en el recinto sagrado de las cosas. Podría haberlo hecho desde una posición de certeza. También desde la duda, tan socorrida en la literatura. Pero ella ha preferido el indicio, tributario de la experiencia, que tiene la ventaja de descubrir lo oculto y, por este camino, alcanzar el misterio que subyace en toda materia.
                En este apasionante marco conceptual, va fluyendo la vida y, poco a poco, vamos descubriendo cómo ésta se convierte en palabra y cómo la palabra se hace vida, alumbrando la esencia de todo lo nombrado, que es simultáneamente lo creado. Cuando abrimos el libro, surge el mundo y no tardamos en percibir su luminosa globalidad a través de pequeños indicios del vivir cotidiano: allí el amor y el desamor, allí la pulsión erótica del deseo, allí la búsqueda del conocimiento, el ramalazo de la sabiduría, el milagro de la inspiración, las trampas del silencio, la pasión y sus dédalos, el dolor que nos clava la injusticia, el filo tenebroso de la mentira, la soledad, el fracaso y, cómo no, la muerte, sin que falten salidas de emergencia en momentos de máximo voltaje y uno se dé de bruces con la infancia, pongamos por caso, que es la reminiscencia de un paraíso perdido y un indicio de todos esos sueños que acaban casi siempre por romperse.
                Y Carmen Sáiz Neupaver, que estuvo en estado de alta gracia poética durante el devenir de la muy brillante velada, leyó y comentó una cuidada selección de poemas del libro. Ella suele elegir y anotar sus poemas, en un gesto encomiable de rigor y solvencia intelectual, aun cuando inyecta ingenio a la inevitable improvisación y entrañable amenidad al diálogo con sus presuntos lectores. Con su palabra hermosa, la precisión constructiva de sus versos e indudable dominio del idioma, protagonizó un memorable evento literario. Como dijo Dolors Alberola, Carmen Sáiz Neupaver está gozosamente condenada a contar en el número de las grandes.

Redacción.-

6 de octubre de 2013

"Juego de imanes": Dolors Alberola gana el premio Ramón de Campoamor


                En los imanes, como en la vida, como en la forma esférica que se atribuye al mundo, siempre hay dos polos. Todo indica, por tanto, que el ser es dual. Nos hallamos ante una de las leyes fundamentales de la dialéctica: la oposición de los contrarios, que, quizá, como dijo Antonio Machado, sean, en el fondo, complementarios. Realidad y utopía, bien y mal, día y noche, saber e ignorancia, luz y sombra, placer y dolor, amor y odio, vida y muerte… ilustran este aserto, que certifica el movimiento de lo existente y también su destino.
                Esta metáfora, magnética y atractiva, conforma los poemas de Juego de imanes, el libro con que Dolors Alberola acaba de ganar el premio de poesía Ramón de Campoamor, en la tierra natal del poeta. A través de las tres partes en que se estructura, Alberola realiza una profunda reflexión sobre la dualidad del hombre, en la que mezcla experiencia y conocimiento, en versos de gran densidad, lenguaje sencillo y tono confidencial.
                En la primera parte, titulada Astrolabio, la autora mira al mundo, constatando aquella polaridad que se erige en motor de la obra. La naturaleza asoma a sus versos a manera de marco imprescindible, nimbada sin embargo por una sombra casi imperceptible, que acecha el devenir de las criaturas. A su esplendor opone la ceniza, auténtica anagnórisis de la historia de la humanidad.
 A contracarne, la segunda, nos conduce a la esfera de la emotividad, de los sueños, del amor y el deseo como tabla de salvación: una isla, en medio de lo oscuro, donde fuera posible escapar  de la muete.
Por último, Insistencia en la noche, con su juego de luces y sombras, nos conduce al gran drama de la existencia y un destino que acaso tenga también su contradicción. Somos hijos de la noche, afirma la poeta, que, en una intensa y bien escalada enumeración,  busca a duras penas la luz en la palabra,/ la única, el venero, la hacedora de mundos tan distintos,/ la precursora, el todo, la verdad, el alimento ebrio del poema.

Redacción.-