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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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27 de junio de 2012

Manuel Francisco Reina presentó su novela "Los amores oscuros"


Juan Ramírez de Lucas fue, según se desprende de la minuciosa investigación llevada a cabo por Manuel Francisco Reina, el último amor de Federico García Lorca. Así se desprende además de la última carta escrita por el poeta granadino, fechada el 18 de julio de 1936. Partiendo de los hechos investigados, Reina ha construido su más reciente novela, Los amores oscuros, título que recuerda, deliberadamente, los soberbios sonetos lorquianos.
                La novela –forma literaria elegida por el autor con la intención de que el relato biográfico no perdiese emotividad- se sitúa en Madrid, durante los años 30, cuando un Lorca triunfador corona sus éxitos literarios con el disfrute de su pasión amorosa, a la cual, sin embargo, pondría fin la muerte del poeta.
                Manuel Francisco Reina, al desvelar sucesos íntimos de Lorca, quiere romper el muro de vergüenza con que sus asesinos trataron de ocultar su homosexualidad y rendir homenajes a todos los amores oscuros que, por razones políticas e ideológicas, no pudieron salir a la luz.
                El acto, organizado por la Fundación Caballero Bonald, tuvo lugar anoche, en el patio de La luna nueva, y en él intervinieron la profesora Elena Prieto y el autor del libro.

Redacción.-

El 'circolo versioso' de Álvaro Caputto


Álvaro Caputto (no sé si éste es su nombre o algún ardid lingüístico, diría Domingo F. Faílde en sus palabras de presentación) ofreció anoche una larga, intensa y divertida lectura, ante un público numeroso y adicto, que aplaudió sin reservas la inventiva del autor.
                Ya Faílde, en los prolegómenos, lo definió como un mago de la palabra, que juega con el idioma como si de un juguete infantil se tratara, desmontándolo, rompiéndolo incluso, para después montarlo de nuevo, a su manera, adaptado, eso sí, a un propósito comunicativo que, en opinión del presentador, no se deja a la improvisación.
                La relación de Caputto con la poesía es absolutamente vanguardista. El propio título de la lectura, Circolo versioso, cuyas connotaciones nos conducen a circo, círculo, verso y vicio, nos traen reminiscencias de aquella vieja vanguardia histórica, el dadá, por ejemplo, o las genialidades de Gómez de la Serna, capaz de impartir una conferencia en el circo Price, montado en un elefante, tal vez lo único que faltó esta noche, quizás porque, en España, los elefantes, hoy, no tienen buena prensa.
                Lo importante es que Álvaro Caputto leyó y leyó poemas, transmitiendo lo que quería transmitir: amor, ternura, humor, disidencia…, con unas cuantas gotas de cinismo y un modo peculiar de vivir la literatura.

Redacción.-

24 de junio de 2012

Juan José Téllez, una intensa y hermosa lectura poética


Pertenece Juan José Téllez (Algeciras, 1958) a esa generación de poetas que inicia su andadura en los últimos años de la década de los setenta, al calor -unas veces- y al fragor -las más- de una sociedad movilizada, que aún estaba –o creía estar- recuperando su protagonismo en la historia, luego de un largo ciclo de impuesta hibernación. Ahora, años más tarde, cuando muchos autores de su generación empiezan a eclipsarse, sa voz inconfundible emerge con más fuerza, cargada de razón y de futuro, tal vez porque ambas cosas caminan de la mano y, en la palabra limpia de un poeta, están condenadas irremisiblemente a converger.
Atrás quedaron libros como Crónicas urbanas, el recopilatorio Melodías inolvidables, Medina y otras memorias, Ciudad sumergida, Bambú, Daiquiri, Trasatlántico, Las causas perdidas, Sonados, una segunda recopilación titulada Ciudadelas y sextantes y Las grandes superficies, que cierra de momento su producción poética, y habría que citar su obra narrativa y ensayística, los artículos de prensa, etc., etc.
A la vista de trayectoria tan larga como brillante, es posible que alguien se pregunte si hay vida inteligente más allá o si aquí queda todo. Y la hay, por supuesto, ahora que el autor se encuentra en un momento de plenitud creadora y es consciente además de que el contexto, eso que los pioneros denominaron estructura económica y social, necesita respuestas, acaso contundentes y, desde luego, lúcidas, y que el arte, la silvestre, veterana y acaso decadente literatura, ha de ajustar el dial y el volumen, si no quiere perder la sintonía con un mundo que vive ante el televisor y, como dijo alguien, cautivo y desarmado ante las añagazas de los manipuladores y el fiasco de embusteros y publicistas, jugándose a los dados que otros tiran la libertad, la justicia y la dignidad.
                Hay vida inteligente después de todo aquello. Y Téllez, ligero de equipaje, tal vez no como los hijos de la mar machadianos, sino a bordo de las nuevas tecnologías, suele llevar a cuestas un pequeño portátil con sus obras completas y, lo más importante, con proyectos que pugnan por levantar el vuelo y aterrizar más tarde en las pistas de un libro. ¿Cómo es ésta poesía? ¿Qué aporta o añade a lo escrito? Yo creo que Juan José -dijo Domingo F. Faílde-, a la vista del juego, a todas luces sucio, que se practica en la cancha, ha tomado la decisión del refrán y ha roto la baraja. Su poesía se ha vuelto más directa y, sin perder frescor, humor y rigor, tal vez más arisca, por lo mordaz e hiriente en ocasiones de su propio discurso. El poema ha dejado de ser un escudo donde exhibir las armas, blasones y poderes, y ha pasado al ataque, eso sí, con la ironía más fina, con el sarcasmo incluso como punta de lanza, para mostrar al mundo ese estado de la contradicción que quiere suplantar al de derecho y desbrozar el único camino: el del esfuerzo solidario, la austeridad que reparte y comparte, el amor, la ternura y la fraternidad
                Y éstas, en efecto, fueron las armas que desplegó el poeta en la brillante lectura ofrecida el pasado viernes en el palacio ducal de Sanlúcar de Barrameda, bajo los auspicios del CAL y la Fundación Casa de Medina Sidonia, en el transcurso de las V Jornadas Poesía en Palacio. En la mesa, Faílde, Julio Neira, Lilianne Dahlmann y Juan José Téllez. En el auditorio, numerosos poetas, artistas y público en general. La voz del poeta constituye siempre una revelación.

Redacción.-

22 de junio de 2012

"Mirar de amor": Julio Rivera presenta en Jerez su último libro


Julio Rivera presentó anoche en Jerez de la Frontera su libro Mirar de amor, que cierra de momento la nómina bibliográfica del poeta. El acto tuvo lugar anoche en la Fundación Caballero Bonald y en él intervinieron, además del autor, las poetas Josefa Parra y Dolors Alberola y la flautista Marta Perry.
Tras las palabras de Josefa Parra, que encomió el buen hacer de Rivera y destacó su larga trayectoria de entrega a la poesía, fue Dolors Alberola la encargada de comentar el libro presentado: Subrayo la importancia de esta mirada –dijo- porque no es por casualidad que forma parte del título. Es preciso mirar cara a cara al misterio, si queremos desentrañarlo. El hecho de mirar constituye, sin duda, un acto voluntario, en el cual un sujeto dirige sus ojos a un objeto. Cuando los posa en él, la mirada se convierte en visión. ¿Dónde radica, pues, la diferencia? La mirada, percibe; la visión, aprehende; la mirada es un acto sensorial, en tanto la visión abre un cauce al conocimiento intelectual. Éste es, según Alberola, el camino que recorre el poeta a lo largo del libro, su secreta escala mística, unas veces al modo de San Juan de la Cruz y otras a la manera sufí, hasta llegar a la contemplación: Julio Rivera contempla su propia experiencia vital y, lejos de dejarse rodar hasta el lamento elegíaco, celebra lo vivido y eterniza, en el milagro de su palabra, al amor, cima de todo lo hermoso que ha poseído.
Llegado el turno al autor, brotaron los poemas, cuidadosamente seleccionados y pulquérrimamente recitados, que fueron aplaudidos con entusiasmo. Marta Perry se encargó, con su flauta travesera de los diapsálmata, pequeños intermedios musicales de sugestiva belleza.

Redacción.-

20 de junio de 2012

Homenaje póstumo al poeta Rafael E. Poullet


               Rafael Esteban Poullet se nos fue con los últimos destellos de un mes de mayo tórrido, lleno de rosas negras. Era un hombre cabal, un poeta exquisito, un soñador tan alto que vivía en las luces del mundo clásico y fechaba sus escritos en la Era de Augusto. Nadie se extrañe, pues, si afirmo que Faelo –así lo llamábamos sus numerosos amigos- era, con todas las de la ley, un helenista, más allá de la metáfora. Con estas palabras inició Domingo F. Faílde el elogio fúnebre del poeta homenajeado, en el acto que tuvo lugar anoche en Damajuana, cuyo aforo se vio desbordado  por los muchos amigos de Faelo y lectores en general.
                En palabras de Faílde, humanismo, hedonismo, lenguaje, fueron las fuentes esenciales donde bebió su lírica, tributaria de una filosofía, una ciencia, un arte, una política, de cuya semilla ha crecido y fructificado el árbol de la Utopía. Clásico o helenista, pero nunca marmóreo; decadente, pero sin patetismo; transgresor, pero sin escándalo: Rafael E. Poullet conjugaba casi en solitario las raíces con la modernidad y el fruto, ya maduro y consagrado, fue su propia poética, que inspiró las bellísimas páginas de Yo, Juan, el discípulo amado, una novela excelente, y, sobre todo, los poemas de Et in Arcadia ego, El lecho pródigo o Papiros de Tebas.
                También destacó el sutil erotismo de su poesía, cálido y elegante, y su pericia en la creación de atmósferas, que seduce y abduce al lector, trasladándolo a los espacios creados, de modo que no sabe muchas veces dónde termina la ficción y comienza la realidad.
                La muerte de Faelo –añadió- nos priva de este amigo tan querido y de una de las voces más nobles de estas tierras. Nos deja su palabra y el consuelo de su memoria.
                Intervinieron en la lectura, que fue brillante, los poetas Dolors Alberola, Amaya Blanco, Álvaro Caputto, Juan Carlos Cabra, Domingo F. Faílde, José Luis Fernández Parejo, Jesús Graván, Miguel A. Lebrero, Josefa Parra, Julio Rivera Cross, Sol Ruiz y Maribel Tejero. Excusaron su asistencia con sendos mensajes de adhesión Verónica Pedemonte y Jesús Fernández Palacios. Juan José Téllez y Mariano Rivera Cross remitieron poemas, que fueron leídos en el correspondiente lugar.
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Redacción.-

17 de junio de 2012

"Deshacer la memoria". Maribel Tejero presentó en Cádiz su último libro


                Maribel Tejero, que acaba de regresar de tierras segovianas, donde presentó Deshacer la memoria y rubricó ejemplares en la feria del libro, hizo otro tanto anoche en esa mágica Alejandría que enciende en Cádiz el faro de la cultura. En dicha librería, arropada por la palabra de Domingo F. Faílde y la presencia cálida de sus amigos gaditanos, dio a conocer su libro a los lectores de la capital.
                Una vez más, Faílde destacó la importancia de la memoria en la literatura contemporánea y el potencial histórico de la misma, para oponerle la dramática situación de pérdida en que viven los enfermos de alzhéimer. Perder la memoria –dijo- equivale a precipitarse en los abismos de la destrucción. Y Maribel Tejero desgranó su discurso poético, que navega entre la ternura y el dolor, la contemplación del pasado feliz y la crítica de un presente angustioso, para entonar al fin un canto de esperanza, creíble justamente por su utopía.
                La velada fue hermosa, rematada después con buenos caldos y las pequeñas exquisiteces de la tierra y el mar.

Redacción.-

13 de junio de 2012

Luis García Gil y David Moya, protagonistas de una brillante velada poética y musical


                Entre los poetas de la generación del milenio –agrupo bajo esta denominación a los autores que empiezan a publicar en torno al año 2000- y ciñéndome a aquellos que la provincia de Cádiz ha aportado a la poesía española, destaca con diferencia el nombre de Luis García Gil, un poeta solvente y riguroso que, en los umbrales de su joven madurez, ha venido creando una obra sólida, al margen de alharacas intempestivas e inasequible a halagos escolásticos, todo en beneficio de lo fundamental: la conquista de una voz propia, que ahora suena con nitidez en medio del ecléctico guirigay de estos tiempos oscuros.
                La música y el cine delinean en su escritura una mitología que, si bien irrumpió en la literatura hace bastantes décadas –recordemos al Rafael Alberti de Yo era un tonto…-, ahora adquiere un perfil, arraiga en la experiencia del hombre cotidiano y codifica un espacio simbólico donde el lector no tarda en ubicarse y reconocerse. Realidad y ficción se mezclan e interactúan, proyectando a través del lenguaje poético las pasiones y obsesiones con que el autor se integra en su contexto histórico: el amor, acaso depurado de sus largas secuelas petrarquistas, el dolor, la esperanza de un mundo que se debate con sus contrarios, el compromiso de la palabra… Todo ello en un cauce formal que parte sin complejos del orbe de los clásicos y se va despegando sabiamente hasta alcanzar esa libre dicción que confiere el versículo, sin tropiezos sonoros ni sintácticos, en un alarde de tino y pulcritud.
                Con estos elementos, Luis García Gil, más que ofrecer anoche en Damajuana una lectura poética, protagonizó una velada que, sin vanas hipérboles, puede calificarse de excepcional: todo medido, previsto, elaborado, con el tacto exquisito de quien sabe poner en escena lo más bello de sí, reemplazando la consabida performance -¡tan de moda!- por el espectáculo natural de una poesía bien hecha, bien pronunciada y excelentemente comunicada.
                Para ello contó con un colaborador singular, David Moya, un cantautor murciano, a quien mejor cuadrara definir como poeta de la canción y ello por un hecho tan simple como evidente: lo es. Tanto en los textos propios como en los que selecciona con sumo gusto, se desenvuelve con arte, ritmo y la magia precisa para seducir, como anoche, a un auditorio que atestaba el local. Habrá que dedicarle una velada, toda vez que este público obligó por dos veces a Moya y García Gil a hacer extras, lo cual es infrecuente.
                Y habrá que hacer balance del conjunto de estas veladas, que pusieron, desde el primer momento, muy alto el listón. Así, sencillamente, la poesía.

© Domingo F. Faílde, 2012.-

12 de junio de 2012

"El ático de los gatos". Presentación en Jerez


Con un vídeo promocional dio comienzo en la tarde de ayer la presentación de El ático de los gatos, revista literaria y cultural que dirigen Rosario Troncoso y Pedro S. Sanz. El acto tuvo lugar en la Fundación Caballero Bonald, de Jerez, y al mismo asistieron poetas y artistas residentes en la ciudad.
                A la elocuencia de las imágenes siguió la palabra, de la que hicieron uso los responsables de la publicación para exponer sus líneas maestras, basadas en el gusto personal y en los imprescindibles criterios de calidad.
                Luego, intervinieron algunos de los autores que han colaborado en el número uno: Alejandro Pérez Guillén, Dolors Alberola, Carmen Sáiz Neupaver y Josefa Parra.
                El vino de la tierra puso, como es acostumbrado, gozoso colofón al evento.

Redacción.-

10 de junio de 2012

Carlos Guerrero presentó "Los espacios vacios" en la Feria del Libro de Ceuta


El pasado jueves, día 7, tuvo lugar la presentación del libro Los espacios vacios en Ceuta. El acto, enmarcado en los que se celebran en aquella ciudad con motivo de la feria del libro, congregó a una gran cantidad de público.
Intervino en primer lugar José Antonio Alarcón, director de la Biblioteca municipal, que efectuó un largo recorrido por la trayectoria literaria de su autor y diseccionó los poemas de esta segunda entrega, resaltando la reciedumbre y rigor estético de los mismos, así como la coherencia de su contenido, hondo, sereno, meditativo.
Carlos Guerrero, a continuación, leyó varios poemas de este libro, que recorre los años felices de la infancia y aquellos escenarios que la memoria ha convertido en imborrables.

Redacción.-

8 de junio de 2012

Mariano Rivera en la Feria del Libro de Madrid


                En los tiempos difíciles, florece la poesía. Es la única rosa posible, el aroma prohibido del recuerdo de tanta pérdida, el himno a la derrota que, más tarde o temprano, rubrica los sueños del hombre e inscribe en la historia su mínima huella.
                Parece que así sea, a juzgar porque su presencia se ha disparado en los últimos meses y las actividades, cara al público, de los poetas se ha multiplicado también: recitales, presentaciones, comparecencias, performances, festivales, ferias del libro…, en busca de lectores, desde luego, que buscan a su vez el asidero de la palabra poética como tabla de salvación.
                Los autores de nuestras latitudes se han despachado a gusto, paseando sus libros más recientes por toda clase de eventos. Las últimas noticias nos acercan a Mariano Rivera Cross, firmando Acuario Blue y Célula polen en la feria del libro de Madrid, luego de haberlos presentado en el Ateneo madrileño y Los diablos azules. Y, aun siendo malos tiempos, dicen por esos mundos que vendió, firmó y habló gozosamente con sus lectores.
                Es la buena noticia de un día, como todos en España, lleno de tristes nuevas y ministras que hablan del Rocío.

Redacción.-

6 de junio de 2012

"El inicio del mundo". Manuel J. Ruiz Torres presenta su libro en Jerez


En palabras de Domingo F. Faílde, Manuel J. Ruiz Torres (Algeciras, 19599 es uno de esos autores que se prodigan poco, pero certeramente, extrayendo al silencio y al paso de los días ese extraño perfume que solamente algunos son capaces de transformar en poesía. El poeta presentó anoche en Jerez su libro El inicio del mundo, publicado por Renacimiento.
                Esta alquimia es normal en Manuel J. Ruiz Torres, si tenemos en cuenta que, transgrediendo una norma no escrita, procede de la ciencia –continuó Faílde-. De la Física, para ser exactos. Por eso no es juglar que ande por los caminos exhibiendo su virtuosismo y deslumbrando al público, en busca de un fácil aplauso, ni –como ahora suele decirse- un escritor mediático, que más debe a una imagen de diseño que al propio diseño de su expresión. Recuerda su labor a los sabios antiguos que, a fuerza de matraces, alambiques y largas horas de cálculos, saltaban de la materia a la mística o, invirtiendo el proceso, conseguían materializar los misterios más insondables, demostrando que el límite entre el espíritu y los elementos era acaso una línea invisible por donde, simplemente, pasaba la poesía.
                No es un poeta que exprima a las Musas –habría que preguntarle si cree en ellas-, dispuesto a extraerles hasta la última gota de eso que llaman inspiración,  pero exprime la vida y torna sobre ella hasta obtener la piedra filosofal o, dicho de otro modo, el poema. Los suyos, desde luego, no son el fruto perfecto que ironizó Celaya; Manuel J. Ruiz Torres no parece buscar la perfección en el bruñimiento de la sintaxis ni aplica a la palabra esa gubia convencional que da lustre a lo externo: su poesía no es barniz, es raíz y, si consigue convertirla en oro, será ahondando en los grandes arcanos que, más allá de la mera apariencia, nos acercan la realidad, la humanizan y, a la vez, nos integran en ella, en una especie de canto cósmico que, como en la obra de San Juan de la Cruz, más que el mundo, celebra la armonía, incluso a costa de descodificarla para mejor desentrañar su secreto.
                Su trayectoria literaria se inicia hacia 1981 con la publicación de Cartas a Clara Schumann , al que sigue Sonata/Adioses (1987). A partir de ese instante, silencio; silencio relativo, claro está, pues el sueño del poeta supuso el despertar de un magnífico narrador, capaz de dar a la imprenta libros tan notables como Fara, El galeote (1996), Atributos masculinos (1998), Foto en la luna (2003), La cuerda floja (2004) y Exploraciones (2008). Veinticuatro años tendrían que pasar para que, en 2011, el Guadiana poético de Ruiz Torres volviera a emerger.
                El inicio del mundo es un libro solvente, sólido. Tiene cuerpo y empaque. Podría definirse como una larga imagen visionaria que, asentada en la ciencia, explora el lado oculto del amor. El lado oculto,  no porque nos conduzca a regiones morbosas o destape el autor cuanto de sórdido pueda brotar al filo de la luz, sino porque el enfoque de un tema eterno y recurrente como éste da un giro copernicano y nos muestra el amor desde otra óptica, escasamente convencional, alejada del viejo petrarquismo, que, desde el siglo XIV, impone su impronta en la literatura.
                El inicio del mundo posee cierto cariz iniciático: cuando surge el amor en cada uno/a, se pone en marcha un proceso, que no por repetido pierde su unicidad: algo comienza para los amantes, que rompe la armonía del Universo, sacude con fuerza sus convicciones y estalla finalmente en un caos. Según José Manuel Serrano Cueto,  en la segunda [parte] ("Evolución de las especies"), asoma la recuperación, la aceptación de que la especie se reconoce en la supervivencia, en la mutación que imponen "los días anodinos" ya pasados. La tercera, en palabras del mismo autor,  titulada Cántico, es una evocación conceptual del poema de San Juan de la Cruz y se compone de diecisiete piezas breves, a la manera de haikus sin llegar a serlo. Es una sección más luminosa, menos científica y a la vez biológica, pues la vida aflora con aves, peces, vegetales y agua que son trasunto del curso inmutable de la naturaleza, de la conversión del amante doliente en amante (no deja de serlo en todo el poemario) esperanzado que vislumbra otros horizontes.

Redacción.-

1 de junio de 2012

Faelo ha muerto


                No, no me arrepiento de nada… Con esta frase, que tomara prestada a Edith Piaf, inició su discurso Rafael Esteban Poullet, cerrando el homenaje que, hace poco más de un año, le fue tributado en El Puerto de Santa María, ciudad natal del poeta. Hoy, cuando el verano asoma sus colmillos y el Sur traga sus lágrimas, abre las puertas junio y se cuela la muerte, no sabemos si enamorada, como dijo Miguel Hernández, o infame, innoble y maldita, poniendo del revés otro verso, éste de García Lorca, que motivos tenía para presentir su zarpazo.
                Esta noche preñada de calor y sulfuros, la muerte se ha llevado a Faelo. Con su último aliento, se ha cerrado una página bellísima, una de las más bellas en efecto de este rincón de Hispania, donde él resistía como un gladiador, negándose a aceptar que la era de Augusto había dejado paso a un cristianismo feudalizante e inquisidor, derribando el altar de los antiguos dioses y tirando por tierra una cultura a medida del hombre. Egipto, Grecia, Roma, servían a sus sueños un escenario lírico, que él llenó de poemas: Poemas Sacros y Profanos (1989), Et in Arcadia ego (2001), El lecho pródigo (2008) y Papiros de Tebas (2011). Y una novela, Yo, Juan, el discípulo amado, brillante y polémica, que fue llevada al cine.
               Era un sabio Faelo, más allá de los versos y aquella arquitectura sencilla y magistral que su obra esplendía. Incrédulo, hipercrítico, desengañado a veces y otras tantas apasionado, había hecho de la heterodoxia un estilo de vida, una forma elegante de estar en el mundo, sin molestar a nadie ni aceptar el enojo de las insidias, pompas y vanidades del oscuro parnaso que nos tocó vivir y padecer.
Humanismo, hedonismo, lenguaje -escribimos en cierta ocasión-, son las fuentes fundamentales donde bebe la lírica de Faelo, tributario de una filosofía, una ciencia, un arte, una política, de cuya semilla ha crecido y fructificado el árbol de la Utopía. El lenguaje, pulcramente bruñido y refinado siempre, nos conduce al común territorio de la experiencia, eso sí, trascendida por el irrenunciable ejercicio de la razón, sin la cual el placer no sería posible ni, desde luego, humano.  
Pero, por encima de todo, que ya es mucho, era Faelo un hombre singular, un espíritu puro, acaso el de algún caballero del viejo ordo equester romano, investido de una nobleza poco o nada común, capaz de refrescar con gestos y palabras esta atmósfera tóxica que se respira en los mentideros de la literatura.
Hoy, la muerte enamorada o la vida desatenta, nos han privado de él y la luz que irradiaba. Se ha ido en un momento en que el bárbaro incendia las últimas columnas de un mundo condenado a más de cien años de soledad. Sus cenizas, con las de la cultura, que tanto amó, rubrican una era de utopías, ahora más desvalidas, tras su óbito. Y en todo caso, como antaño cantó García Lorca, tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,/ un andaluz tan claro, tan rico de aventura…
Sit terra tibi levis (que la tierra te sea leve).
Y hasta siempre, compañero.

© Domingo F. Faílde, 2012