Álvaro Caputto (no sé si éste es su nombre o algún ardid lingüístico,
diría Domingo F. Faílde en sus palabras de presentación) ofreció anoche una
larga, intensa y divertida lectura, ante un público numeroso y adicto, que
aplaudió sin reservas la inventiva del autor.
Ya Faílde, en los
prolegómenos, lo definió como un mago de la palabra, que juega con el idioma
como si de un juguete infantil se tratara, desmontándolo, rompiéndolo incluso,
para después montarlo de nuevo, a su manera, adaptado, eso sí, a un propósito
comunicativo que, en opinión del presentador, no se deja a la improvisación.
La relación de
Caputto con la poesía es absolutamente vanguardista. El propio título de la
lectura, Circolo versioso, cuyas
connotaciones nos conducen a circo, círculo, verso y vicio, nos traen
reminiscencias de aquella vieja vanguardia histórica, el dadá, por ejemplo, o
las genialidades de Gómez de la Serna, capaz de impartir una conferencia en el
circo Price, montado en un elefante, tal vez lo único que faltó esta noche, quizás porque, en España, los elefantes, hoy, no tienen buena prensa.
Lo importante es
que Álvaro Caputto leyó y leyó poemas, transmitiendo lo que quería transmitir:
amor, ternura, humor, disidencia…, con unas cuantas gotas de cinismo y un modo
peculiar de vivir la literatura.
Redacción.-