La sombra de
Machado acompaña al viajero desde que llega a Soria y ya no se separa de él, a
menos que carezca de sensibilidad y sea del todo inmune al veneno de la poesía.
Placas, iconos, alguna estatua –no demasiado afortunada, por cierto-, rótulos,
etc., dan fe de la memoria popular y su causa común por un poeta que allí
vivió, soñó, amó y escribió, hasta que los caprichos de la Parca le arrebataron
lo que él más quería, aquella muchacha soriana, Leonor Izquierdo, que alimentó
la tierra castellana con sus restos mortales mientras Campos de Castilla salía a la luz. Ya estamos solos mi corazón y el mar, escribiría más tarde don
Antonio.
Y aquella misma
sombra siguió planeando en el transcurso de los actos conmemorativos,
organizados por la Diputación, especialmente en la entrega del premio Leonor de
poesía, cuya más reciente edición ganara Dolors Alberola. Junto a ella, José
Pozo, ganador del Gerardo Diego, convocado para poetas noveles.
Las entregas de
premios –lo dice la costumbre- suelen ser aburridas y banales, pues sucede frecuentemente
que la estética y la imaginación –pues hablamos de premios de poesía- son reemplazados
por la política y un protocolo de cara a la galería, para que todo el mérito
quede en casa y el prócer de turno se apunte el tanto.
Pero el premio
Leonor fue otra cosa, de modo que a su limpia trayectoria hay que sumar el
brillante formato del acto de entrega y restar decibelios a los discursos
habituales, reducidos para la ocasión al mínimo imprescindible que requieren
las formas y los imperativos de la cortesía. El presidente de la Diputación de
Soria –ya lo había hecho en la rueda de prensa celebrada con anterioridad- y
otras autoridades hablaron lo justo, con la enjundia debida, y arroparon con su
cordialidad a los protagonistas.
Éstos fueron
Dolors Alberola, que recogió su premio Leonor , y José Pozo, que hizo lo propio
con su Gerardo Diego. Ambos hicieron uso de la palabra, comentaron sus
respectivos libros y, tras concisa presentación, leyeron algunos poemas. Antes,
la primera autoridad provincial se hizo eco de la declaración final del jurado,
que había destacado la perfección formal de Dolors Alberola y la hondura de su
discurso, refiriéndose luego a la poesía de José Pozo , llena de audaces
hallazgos y contenido social.
La segunda parte
del acto –que este año inauguraba carácter itinerante y se celebró en Almazán-
corrió a cargo del Grupo Coral Liber Regnum, que ofreció un brillante
concierto, interpretando obras de Wagner, Chopin y un oratorio basado en El rayo de luna, de Gustavo Adolfo
Bécquer, para finalizar con otra pieza, también compuesta por Igor Escudero,
con fragmentos de poemas de los libros premiados.
Dasein, de Dolors Alberola, partiendo de
un concepto acuñado por Heidegger, trata del aquí y el ahora y del hombre como
ser para la muerte. A través de las cinco partes en que se divide, el libro el
libro recorre las luces y sombras de la existencia, según dijo su autora.
Redacción.-