En la mayoría de los poemas del
libro –dijo Mariano Rivera en sus palabras de presentación-, el poeta nos
transfiere la sensación de fracaso, es decir, la distancia que existe entre el
“yo” y el “ideal del yo”, en parte por el halo romántico que envuelve a los
perdedores (uno de los más reconocibles mitos del cine y la literatura) y una
cierta estética de indiferencia hacia las cosas terrenales que preocupan a la
inmensa mayoría.
Y tal como ocurre con el poema
“Ulises” del poeta Javier Salvago, Domingo F. Failde aborda el tema de la vida
malgastada, y sabedor de ello no posee las fuerzas necesarias para rebelarse
contra el fracaso ni para aceptar algunas tentaciones que acentúan la sensación
de pérdida del vigor y las ilusiones juveniles. Por eso existen poemas que
hacen referencia directa al sentimiento de pérdida de la niñez, de las pérdidas
inevitables que ocasiona el paso del tiempo, la erosión del amor, la rigidez de
la soledad o la amargura de los recuerdos. Y por ello nos llega a decir el
autor, como Gil de Biedma, que “nada, vacío, significa nada, vacío” y todo es
mentira: “el mundo y sus pompas son un fraude una trampa la vida”.
Estos párrafos podrían resumir la
opinión de Mariano Rivera sobre La mala
letra, que ayer presentó en Jerez Domingo F. Faílde, finalista del Premio
andaluz de la Crítica, en un acto celebrado en la Fundación Caballero Bonald.
El libro, en cualquier caso –ahora
en palabras del propio autor-, posee dos lecturas paralelas; reflexiona, por
una parte, sobre el sentido o sinsentido de la existencia humanas y, por otra,
sobre el de la literatura, en tanto que reflejo de la primera, aun cuando ambas
interactúan y llegan, en ocasiones, a confundirse.
Pese a todo, aunque –citando a
Baudelaire- el jardín del Edén será
siempre el liugar donde no se está y el tiempo donde no se vive, para
Mariano Rivera La mala letra no es un
libro que pueda, sin más, tacharse de negativo: Yo diría más bien –afirmó- se
trata de un libro realista, porque más allá del sentimiento desgarrador del yo
poético, es decir el personaje poético del libro proyectado tantas veces en
primera persona, Domingo F. Failde, como poeta de altura, en sus poemas nos
revela la condición humana, cumpliendo con el principio básico de universalizar
el contenido de sus versos, creando esa mutua y recíproca identificación entre
autor y lector. El libro, en fin, responde a la más cruda realidad del
hombre y la mujer contemporáneos, tiempos éstos en los que el autor vive como tantos otros seres humanos, rodeado de
incertidumbres, sin valores donde aferrarse y por lo tanto, abocados al fracaso.
Siguiendo su costumbre, Domingo F.
Faílde leyó seguidamente una rigurosa selección de poemas del libro, que fue
desgranando serenamente, como se arroja al viento una semilla, esperando quizá
que fructifique en luz.
Redacción.-
Redacción.-