El viernes pasado, día 23, en el salón de actos
de la Fundación Rafael Alberti, tuvo lugar la presentación de El acoso de la difunta, novela de
Mariano Rivera Cross, editada por El Boletín. El acto reunió en torno al
escritor a numerosos colegas suyos, artistas y público en general. Tras las
palabras del editor, fueron Julio Rivera y Domingo F. Faílde los encargados de
glosar el libro, cometido que realizaron exhaustivamente.
El acoso de la difunta muestra, de
entrada, una amplia galería de personajes, todos ellos procedentes de las clases acomodadas gaditanas, que, tras
una juventud de ensoñaciones románticas, acaban resignándose a la mediocridad
de sus empleos, mucho mejor remunerados que las aspiraciones literarias y demás
veleidades de la época. Los protagonistas, Carmelo y Teresa, viven felices su
prejubilación hasta que la mujer, víctima de un cáncer de mama, fallece. Antes
de morir, comunica a Carmelo su última voluntad: que elija nueva esposa entre
una terna que ella misma ha dispuesto y que cuente la vida de ambos, siguiendo
la novela que ella misma ha comenzado. Pero ésta no aparece, sin embargo, el
viudo se verá envuelto en una serie de aventuras al intentar localizarla. Entonces
se da cuenta de que su esposa, después de muerta, intenta dirigirle la
existencia. Las pesquisas del protagonista le conducen no sólo al manuscrito,
sino a las intenciones de Teresa y, al escribir los capítulos que restan,
entablará una lucha con ella, que acaba dando forma a la novela. Una nueva
aventura, ahora la de la publicación del
libro, pone al desnudo los entresijos del ámbito literario, sus farsas y
corruptelas.
Se diría, en principio, que
una novela negra, si por tal entendemos una trama detectivesca, en la que un
personaje trata de descubrir al autor de un delito y esclarecer un crimen. Sin
embargo, en El acoso de la difunta, no hay crimen ni delito de ningún género ni
más detective que un Carmelo poco o nada detectivesco, que, para colmo, ha de
vérselas con un investigador privado que resulta ser un perfecto inútil.
Mariano Rivera,
de quien ya conocemos su extensa obra
poética, tiene en su haber otras tress importantes novelas, Dulce virus de la transición, La parrilla invertida y Sofonisba Anguissola, una pintora italiana
en la corte de Felipe II, ambientadas las últimas en la corte de aquel
monarca español y pertenecientes al subgénero histórico, que lo han consagrado
como un excelente narrador. El acoso de
la difunta interrumpe, al menos de momento, el ciclo histórico para
acercarse a la realidad contemporánea con el mismo rigor narrativo y un bien
administrado toque de humor, cualidades que garantizan la amenidad del libro y
su evidente calidad literaria.
Redacción.-