El pasado martes,
a pesar de las inclemencias
meteorológicas y el tifón futbolero de todos los días, Julia Bellido ofreció una lectura poética a los muchos
irreductibles que a la misma asistieron. Le acompañó, con sonidos lorquianos y
exquisita pureza, Manuel Fernández Moneo, un guitarrista de dinastía, que
envolvió los poemas de la autora en la seda de sus arpegios.
La lectura fue
bella, intensa y, sobre todo, emotiva, articulada en torno a los poemas,
inéditos aún, del libro que lleva por título De las inadvertidas mariposas, al
que la propia Julia Bellido definió como un
libro diferente, más maduro y a la vez más sencillo, más humilde, que, alejado
totalmente del erotismo y la sensualidad, ahonda en emociones más profundas y
hace un canto a la vida, a la maternidad, a la muerte, a la soledad, a la
belleza de las cosas cotidianas, la pérdida, el dolor... Las mariposas son una metáfora, que revolotea
en torno a mis hijos y a la poesía. Son un símbolo de cambio, de transformación,
ésa que se ha producido en mi trayectoria desde que decidí dedicarme a lo que
verdaderamente siento: la poesía.
Ganadora del Premio Victoria
Kent en el 2009, ha publicado sendas biografías de Pablo de Tarso y de San Juan
Grande, hace casi 20 años. También ha participado en la edición de libros y colaborado
con Ediciones Azagaya y EJE. El año pasado, realizó varios talleres de poesía
en Puerto III, con los reclusos del módulo terapéutico, para introducir la
poesía en las cárceles, una experiencia que considera enriquecedora.
Redacción.-