Sabido es que El
Buscón, del inefable don Francisco de Quevedo y Villegas, concluye el
relato de sus correrías con una frase, entre cínica y demoledora, que dice así,
exactamente: Y fueme peor, como vuesa
merced verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda
solamente de lugar, y no de vida y costumbres. Éste, a pesar de su longitud, podría ser el lema de Huidas imposibles,
el libro de relatos que Pedro Sánchez Sanz (Sevilla, 1970) presentó anoche en
Damajuana, ante un auditorio de irreductibles –hay que serlo, con la que está
cayendo y ahora, además, de las nubes-que oponen al mal tiempo la buena cara de
la literatura.
Y buena,
desde luego, la que anoche exhibió, por obra y gracia de este autor sevillano,
residente en Jerez de la Frontera, profesor y poeta, que compareció ante sus presuntos
lectores con un magnífico libro, exponente sin duda del arte de bien narrar. El
editor, Jesús Moracho, tenía que haber venido a presentarlo, pero lo hicieron
en su lugar unos folios, que el propio autor leyó y gracias a los cuales nos
enteramos del proyecto editorial del citado y su ajustada opinión sobre el
libro, entre cuyos relatos se encuentra el galardonado con el Premio
Internacional Platero 2011, El Indiano.
De éste
leería un fragmento significativo, no sólo por espléndida factura narrativa,
sino porque conecta perfectamente con la idea central del conjunto y esa cita
quevedesca con que se inicia esta crónica: todos huimos continuamente, no sólo
de nuestras obras; también y sobre todo de nuestros propios miedos, a cuya
cabecera habría que emplazar al temor de encontrarnos a nosotros mismos,
alejados de un punto posible de retorno en la brevedad de la vida.
Los
diecinueve relatos que integran el volumen se articulan en torno a esta idea e
inciden en la imposibilidad de escapar. Es el caso del protagonista de El
Indiano, el célebre Antón Pirulero de las coplas infantiles, que marcha al
virreinato del Perú en busca de fortuna, hace un mal casamiento y, tratando de
escapar a su mala estrella, se encontrará con su destino trágico.
Con este
nuevo libro, no traiciona el poeta a la poesía. Pedro Sánchez Sanz, que ya nos
tenía acostumbrados al verso, da un salto hacia adelante, rompe barreras de
género y demuestra que, en todo lo que toca la palabra, habita, cómo no, la
magia de la creación.
Redacción.-