Anoche, en DamaJuana, intervinieron tres poetas: Ana María Espinosa, Sara Gutiérrez y Carmen Sáiz Neupaver. El acto tuvo como colofón, no previsto en su momento, la presentación de la antología de Álvaro Caputto.
Abrió la lectura Ana Espinosa, que dividió su intervención en dos bloques; componía el primero una cuidada selección de poemas de su libro Pintando versos (2007), unos textos de muy cuidada factura, en los que la experiencia de la autora se encauza a través de la pintura; el segundo, con poemas inéditos destinados a un próximo libro, delatan a una voz lírica que, bien asimilada la lección de los clásicos, ha hallado su camino en una expresión más suelta, directa e intensa: la escritura y la vida confluyen en el folio y alumbran el poema.
Sara Gutiérrez, que cuenta ya con una larga trayectoria, iniciada con La cárcel del tiempo (2001), resumió su quehacer literario en la exposición de una poética reveladora: No busco los aplausos ni el destino me entregó la escritura por completo. Y aunque goce y persiga la belleza, esa rara emoción oculta en las palabras tras sus nombres, sólo escribo para reconocerme. Experiencia y conocimiento alimentan, pues, su poesía, en poemas generalmente breves, de forma cultivada con esmero.
Cerró la lectura Carmen Sáiz Neupaver, jerezana como sus compañeras y nacida en 1979, cuya poesía se nos muestra coherente con una generación -la suya- que ha empezado a proporcionar algunos nombres y a suscitar también, como no es para menos en estos casos, alguna polémica. Estaríamos -en opinión de Vicente Luis Mora- ante la primera promoción literaria del siglo XXI, integrada por jóvenes para quienes el accidente de tráfico, la caída libre, el atentado terrorista, las peleas callejeras, el conflicto social con violencia incluida, comienzan a ser temas comunes en los poemas. La Poesía -dice ella- es un locutorio entre el mundo y uno mismo. Y exige el abandono de cierto pudor emocional para abordar los folios como ouijas, donde emplazar a los fantasmas personales, los temores… y poner de manifiesto también las heridas de la realidad social en que vivimos.
Redacción.-