DESDE AQUÍ UD. PUEDE IR A:

CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
* * * * * * * * * *

17 de mayo de 2013

Dolors Alberola presentó "Máquina" en Jerez


                La ciencia, la técnica, fueron siempre vanguardia y consecuencia de los sueños del hombre, así como la causa de su grandeza y de sus miserias, de sus desdichas y su bienestar. El sueño es la expresión de lo inmaterial y la técnica de lo material, en lo que al fin y al cabo todo el ser converge. Somos, pues, mecanismos, abocados a crear mecanismos, sin que ni siquiera la propia poesía escape a esta condición, pues no en vano, dice Dolors Alberola, todo lo inmaterial converge en la materia.
                Y no es que la poeta intente una metáfora del estado actual de una civilización tan mostrenca como la nuestra, lo cual sería aceptable, en cualquier caso, sino una dolorosa profundización en la propia naturaleza del hombre, el homo faber, el fabricante de cosas, el creador de artilugios, que, pretendiendo dominar el mundo, ha quedado atrapado en la tela de araña de su propio dispositivo, con un resultado feroz: mientras las máquinas más se asemejan al hombre e incluso llegan a suplantarlo, el ser humano, víctima de las alienaciones que él mismo ha generado, se va deshumanizando y, en consecuencia, semejándose a sus aparatos.
                Éstos van ocupando los poemas del libro, desde la palanca al motor, adueñándose del discurso hasta convertirse en la Razón inanimada del mismo, que es el título de la segunda parte. Serenamente, sin incursiones en el patetismo, con sutil ironía y siempre bordeando el territorio de la belleza, las metáforas de la autora nos conducen a la visión de un mundo mecanizado, robotizado, del que, no obstante, se puede salir y, en este sentido, la palabra poética adquiere dimensión de exorcismo para expulsar de nuestro porvenir los fantasmas oscuros, los mecanismos siniestros, que amenazan con aniquilarnos. Es preciso que el hombre abjure del materialismo que lo esclaviza y recupere así su independencia respecto a los objetos, es decir, el espacio de su libertad. Manual de construcción, tal vez sugiere el proceso de recuperación, que implica, desde luego, un retorno a la contemplación y, por tanto, a la reflexión, una vuelta a la estética, pero también a la metafísica, aun cuando la presencia de la muerte y las incógnitas que conlleva tiñan de pesimismo el camino iniciado. Pero la vida es así, un perfecto maridaje de luces y sombras y no es posible ni acaso legítimo que el ser humano aborrezca su condición.
                Máquina es, en la aparente fluidez de su espléndida arquitectura, un libro complejo, rico en matices y virtuoso en la utilización de los recursos técnicos, que irrumpen en él con la misma fuerza con que, llegado el caso, desaparecen, para ceder su plaza a una más libre expresión y un surrealismo que alcanza brillantes cotas.
                El libro -ganador del premio César Simón- fue presentado anoche en Jerez de la Frontera, en una de las veladas literarias más intensas y hermosas de los últimos meses. El acto, celebrado en la Fundación Caballero Bonald, reunió en torno a Alberola  tres voces de excepción: la poeta Josefa Parra, que presentó el evento, la directora del Aula de Poesía de la Universidad de Valencia y poeta también Begonya Pozo, que habló de la trayectoria de la autora y contextualizó su obra, y otra poeta, Josela Maturana, cuya exposición, tal nos tiene acostumbrados, fue sencillamente magistral: sabia y brillante, con verbo fácil y hermosamente bruñido, con cuya herramienta se zambulló en las honduras de Máquina, siempre acertada y lúcida. En suma, una noche de voces femeninas y palabras mayores.
                Por su parte, Dolors Alberola estuvo todo el tiempo en estado de gracia. Leyó con aplomo y comentó con ingenio, ofreciendo una amplísima selección de poemas. Para que nada faltase, el coloquio le deparó un enigma de esfinge, que ella resolvió con inteligencia y profundidad. Eh, que yo no quiero ser presidente, dijo al público que la ovacionó.

Redacción.-