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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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14 de abril de 2013

Dolors Alberola presentó "Meteoritos" en Madrid, publicado por Vitruvio


En la introducción a la primera edición de Astrolabio, un libro inolvidable de Antonio Colinas, el autor se refiere a la poesía como testimonio entre las piedras, por cuanto ellas encierran las respuestas a las grandes preguntas del hombre. Quien conozca la obra de Dolors Alberola, habrá observado sin duda que, a partir de El ojo y el tiempo, publicado por Vitruvio en 2007, la presencia de la piedra, que ya aparece en Cementerio de nadas, su primer libro, crece y se multiplica, tanto en sus inéditos como otras entregas posteriores, caso del espléndido Del lugar de las piedras (2009) y Meteoritos. No es casualidad que el resumen antológico de su obra anterior a 2006 se titule precisamente De piedra y sombra.
                Con estos precedentes, no sería arriesgado afirmar que la piedra es para la autora una especie de talismán y si, por una parte, nos proporciona documentación y conocimiento, por otra es portadora de cualidades mágicas, que la convierten en médium entre uno y otro lado de esa línea  que separa o, en este caso, une el hoy y el ayer. La piedra, por tanto, simboliza la unidad del tiempo y el espacio, una de las constantes, sin duda la más significativa, de su obra poética. Se ha dicho con razón que la escritura de Dolors Alberola intenta prescindir del espacio y el tiempo como marcos o coordenadas de la experiencia, partiendo del supuesto de que todos los sucesos  acontecen en sincronía. Algo similar sucedería con el espacio.
                La piedra es más longeva que el hombre y siempre nos rodea, nos acompaña, es parte de esta química del carbono en la que nos movemos. No podemos dejar de lado lo que es nuestro. Igual que no podríamos borrar ese deseo de perduración que llevamos inscrito en nuestros genes, aunque cada vez más el desarrollo de la historia se empeñe en restarle credibilidad. La luz está ahí, la energía está ahí y no desaparece, también en la piedra está inscrito el hombre, en esa redondez de lo planetario.
Meteoritos es esto: un libro construido con imágenes que, a modo de flash, van dejando piedras en todos los poemas. Una lluvia de piedras que mueva la conciencia, a ser posible, dice la autora, a quien siempre ha interesado la anulación de tiempo y espacio en su obra, pero también la fusión de la tecnología, la matemática, las ciencias, las demás artes en la poesía. ‘Meteoritos’ es un balancearse en la belleza. La piedra y la palabra son acaso la clave de nuestros sueños de inmortalidad.
Como llovidas del cielo, certificando que la materia es la misma en todos los rincones del Universo, las piedras toman tierra, dejando tras sí una estela de luz.  Pero también de sombra, desde luego, pues Dolors Alberola no es órfica; es decir, no celebra la claridad de un mundo que se presume perfecto, sino el extraño resplandor que se desprende del choque o enfrentamiento entre los contrarios, sin por ello dejar que la sombra se adueñe del mundo y mucho menos de su palabra, esa palabra que está inoculándonos sus mundos para disimular un poco el hachazo de la muerte. De ahí que, con frecuencia, los contrarios comparezcan emparejados y, a pesar de su podredumbre, de vez en cuando el mundo se inventa entre sus signos una rosa.
Huyendo de caminos transitados, la autora, en este libro, ha apostado por el poema en prosa, que poco o nada tiene que ver con la prosa poética: no olvidemos que, mientras la prosa ordena enunciados, el poema ordena sintagmas, independientemente de su disposición en el espacio textual, algo que ya demostrara magistralmente Juan Ramón Jiménez. Comparten, eso sí, la poesía, que no es poco precisamente. Pero además sucede que el verso es como un río, cuyo cauce contienen los diques de la métrica. A veces, sin embargo, el caudal y la corriente son de tal magnitud que el río se desborda y los versos se salen de sus moldes, invadiendo el territorio de la prosa. El poema de verso corto –dice Dolors Alberola- está tan visto como la propia caligrafía, llegando -para mí- a parecer obsoleto. Acercar el poema al edificio de la prosa es obra de ingeniería más actual; hemos de arquitectar las cosas como requiera el tiempo, sobre todo si ese tiempo nos es inherente y nos empuja a tales edificios.
Domingo F. Faílde fue el encargado de glosar el libro, en el acto oficial de presentación, celebrado el día 12 en los salones del Café Comercial, de Madrid, en el que también intervino el editor, Pablo Méndez. Dolors Alberola leyó seguidamente poemas de Meteoritos, para acabar firmando ejemplares del mismo.

Redacción.-