En el salón de
actod de la SGAE –una preciosa sala, por cierto- fue la poeta Pilar Verdú quien
tomó la palabra para presentar Dasein
a los lectores de Valencia, también poetas en su mayoría, como suele ocurrir en
este tipo de eventos.
Y Verdú, al hilo
del propio título, que, no obstante su condición de tecnicismo filosófico, es
totalmente explícito, conecto con el más genuino Heidegger y, descorriendo el
velo del misterio, desentrañó la metáfora de la autora. El concepto de ser, aquí y ahora actúa como un puente
metafísico entre el orbe de lo ideal y la experiencia, tanto personal como
colectiva, de la poeta y su contexto humano, fundidos en la certeza fundamental
del pensamiento existencialista: el hombre es un ser para la muerte.
No se detuvo la
presentadora en la glosa de estos conceptos. Su empeño primordial consistía,
como antes se dijo, en descorrer los velos y desvelar los misterios del libro.
Poco a poco, el lenguaje poético fue adquiriendo protagonismo y habló Pilar
Verdú de métrica y recursos, de la bien gobernada música del poema y de los
juegos y aliteraciones que tan gratos resultan a la autora. El discurso, de
excelente factura, transcurrió en todo instante
con brillantez y, cumpliendo con acierto su función, dejó el campo
abonado para que Dolors Alberola sembrara sus versos.
Así lo hizo y,
siguiendo su propia costumbre, dio lectura a los textos más representativos de Dasein y, sin duda también, muy
hermosos. Sobria estuvo Dolors Alberola, sin incurrir jamás en gestos ni
impostaciones, atenta solamente a subrayar con absoluta naturalidad la emoción
estética contenida en cada palabra o sintagma, demostrando su dominio del signo
lingüístico. Rosa Iglesias, poeta y rapsoda, pondría el punto final con la
lectura del último poema.
Después, se
entabló un breve aunque interesante coloquio y la autora firmó ejemplares del libro.
Redacción.-