Un impactante
vídeo, realizado por Rosa Iglesias, fue la tarjeta de presentación de Dolors
Alberola en Granada y una magnífica introducción a su libro más reciente, La escopeta de Lily Mae, que en la noche
del viernes se asomaba a las librerías, editado por CVA (Compañía de Versos
Anónimos), con sede en aquella capital.
No se omitió
detalle y Rosa Iglesias tradujo en imágenes, música y versos de la autora la
visión apocalíptica y escatológica de un mundo en descomposición, que camina
hacia el infierno de las peores pesadillas.
Víctor Alija,
editor y poeta, sería el encargado de explicarlo y recomponer en su glosa un
discurso pulverizado tras la última y definitiva explosión. Sus palabras,
afables y generosas, no restaron rigor ni vigor a su análisis de este libro,
que ya desde la portada anticipa el misterio de la voz lírica y la munición que
se dispone a disparar. El diseño, en efecto, nos recuerda a las viejas novelas
del Oeste y, ya en el interior, donde épica y lírica parecen enlazarse, nos
acerca a un Far-West generalizado,
donde la ley y el orden bailan en el Saloom
con sus contrarios y el caos parece dominar la escena. Es aquí donde irrumpe la
heroína con el arma cargada de metáforas,
cargada de recursos, cargada de armonía; cargada, en fin de palabras, que
avancen hacia la luz.
Luego, en el
breve coloquio, Ginés López, propietario de la excelente Sala Cultural y
Librería Nueva Gala, preguntó a la poeta quién era en realidad Lily Mae y la
autora respondió que cualquiera que se sintiese identificado con el personaje,
aunque admitió que, en el acto de la escritura, era ella misma quien disparaba…
Y disparó sus
versos en la breve lectura que ofreció a los presentes, alcanzándoles en el
centro del corazón, un corazón despierto,
que –como escribió en el prólogo Katy
Parra- es siempre un arma arrojadiza,
capaz de adivinar desde donde proyectará la noche su coartada.
Hubo vino después
y rosas y esos raros portentos hermosísimos que brotan de la amistad y el compartido
don de la poesía.
Redacción.-