Anoche, en Damajuana, dentro del ciclo La voz y la palabra, comparecieron tres autores jóvenes, que efectuaron una lectura fresca, amena e intensa, llena de inspiración, riesgos y, en la mayoría de los casos, aciertos, que el público, joven también, agradeció y aplaudió. Se trataba de Sandra Rubio, Celia Aguilar y Juan Pedro de Cosa.
Aguilar y De Cosa son, en palabras de Dolors Alberola, dos jóvenes promesas de la palabra y de todo aquello que se propongan. Con una poesía atrevida en la que se mezclan tintes de malditismo con lo que sería un retrato de la vida habitual, estos poetas van adelantando en el terrible mundo de la poesía de hoy. Su camino es claro, ascendente, duramente lírico y además conservan la perpetua magia de la sencillez, en lo que coinciden con Sandra Rubio. Poetas con los que se puede contar con tan sólo nombrar la palabra poesía y que hasta la fecha han intervenido en diferentes lecturas y exposiciones, además de publicar sus poemas en algunas publicaciones y en sus propios blogs.
Sandra Rubio era la más veterana de la terna, desde el punto de vista literario. Es una voz emergente y personalísima, que ha brindado a la autora un currículum breve, por razones de edad, pero interesante. Jerezana, de 1983, estudió Técnico Superior de Diseño Gráfico Publicitario en la Escuela de Artes de su ciudad natal, donde además completó su formación con pintores de la talla de Luís Grajales. Ha publicado poemas en la revistas literarias Amalgama, Trecetrenes (en la que también colabora de ilustradora), El síndrome felino, Adiós, El fantasma de la Glorieta, El Montevideano-Laboratorio de Artes, Letras en Rebeldía Ediciones y en su blog literario El cuartito de pensar, donde además expone la mayoría de sus pinturas. Cuando, en cierta ocasión, se le requirió una poética, escribió: Pintamos porque la vida no basta, sentenciaba Barceló, y yo pinto y escribo porque la vida no basta, porque cuando lo hago, respiro mejor, me invade, una extraña sensación que me emociona, y es entonces cuando intuyo el latido profundo de la vida.
Ana y Andrea Fernández de Cosa pusieron música al acto, lo que hicieron con elegancia, sobriedad y brillantez.
Redacción.-