Cada día que nos reunimos aquí, para compartir el pan y el vino de la palabra poética, acontece un auténtico milagro, que hemos de atribuir a mucha gente: al Café-Bar Damajuana, que nos abre las puertas, a los poetas, que siempre llegan a bordo de la amistad y, cómo no, a ustedes, que son, al fin y al cabo, los destinatarios de cada poema leído o escrito, sin quienes todo esto tendría poca o ninguna razón de ser.
Con estas palabras comenzó Dolors Alberola la presentación de la cuarta lectura del ciclo La voz y la palabra, que ayer por la noche convocó a dos mujeres jóvenes, tan jóvenes como la propia voz de cada una, embarcadas en la difícil tarea de refrescar la expresión poética e incluso, más allá todavía, la propia emoción que sacude el poema, pues sin lo uno y lo otro no cabe hablar de poesía y ellas, de la forma más natural y espontánea, pero comprometiendo en cada sílaba su propia existencia, se han propuesto rescatarla, liberarla de trabas retóricas y otros lastres que, en definitiva, no dicen nada al lector del futuro.
Carmen Moreno (Cádiz, 1974) y Ana Rodríguez Callealta (Cádiz, 1988) son dos autoras jóvenes, circunstancia que no les ha impedido tener en marcha una obra poética de gran solidez: No hablo, desde luego, de fuegos de artificio –había dicho Alberola- ni de la ligereza formal que subyace en algunas poéticas de hoy, pero sí de un trabajo bien hecho, incardinado donde debe estar: en la vida, en la conciencia, en la marcha hacia delante de miles y millones de hombres y mujeres ansiosos de luz. El amor –o el desamor-, el dolor, la esperanza, la muerte, el placer, el deseo, la realidad… saltarán está noche de los labios de nuestras autoras para instalarse en nuestros corazones, tocados por el dedo de la emoción. Y así fue.
Carmen Moreno, autora de libros como Plano urbano (2002), Más que morir (2006) o Cuando Dios se equivoca (2010), conmovió al auditorio con su fuerza expresiva. Es la suya poesía en carne viva, cuyo vigor conmueve, al tiempo que enternece la inserción en el discurso de pequeños detalles de la vida diaria, pequeños gestos cargados de intencionalidad, que lo alivian, lo embellecen, acercándolo así a la intimidad del lector.
Ana Rodríguez Callealta, autora de un excelente libro, titulado Vértigo, exhibe una escritura hecha, valiente, sincera, necesaria, pese a su juventud, y es que el poeta nace y luego de su constancia llega el crecimiento. Ana es constante, soñadora empedernida, inteligente. Estudiante de Filología hispánica, a sus apenas 23 años, ha cruzado ya la barrera de la letra impresa, obteniendo un gran éxito por parte de la crítica y el público lector. Tras su primera comparecencia, Begoña Callejón la ha incluido en su libro Ida y vuelta, antología del viaje. Una intensa trayectoria, pasaporte necesario para ocupar un lugar importante en la poesía española de nuestro tiempo.
Redacción.-