Acercar la poesía al medio escolar es, aparte de tarea meritoria, una aventura heroica, que muy pocos poetas se atreven a emprender, y, en todo caso, respuesta insoslayable a una necesidad, salvo que apostemos por un futuro estéticamente castrado, a merced de una sarta de mercaderes tan idiotas como avarientos. Pues, más allá del juego de palabras, no hay ética sin estética.
Otra cosa, por supuesto, es lo que a los alumnos se proporcione, y aquí nos la jugamos profesores, autores, toda la sociedad.
El Colegio Público Miguel de Cervantes –un lujo educativo, en pleno centro de Jerez- ha cerrado los actos de su Semana del Libro con la inauguración de una espléndida biblioteca escolar y un recital a cargo de Dolors Alberola, que, en esta ocasión, ha aparcado sus libros más notables, para despertar, como al príncipe de los cuentos, otros textos, concebidos, creados y editados, caso de Trizas (1982), o incomprensiblemente inéditos, para el núcleo más joven del público lector.
A lo largo de una hora, la palabra –tremenda potestad que, en ese m ismo edificio, dictó sentencia de muerte contra los mártires de la Mano Negra- se vistió de inocencia, por obra y gracia de la poesía. Fue, en cierto modo, un ejercicio de purificación, que corona, sin duda, el esfuerzo de los maestros, luces imprescindibles de cualquier sociedad civilizada.
Redacción.-