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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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10 de diciembre de 2009

Cultura en recesión. Después de 13 años, CajaMadrid ha dado carpetazo a “Poetas en vivo”, la tribuna poética que dirigía Enrique Gracia Trinidad. Pero hay otros casos


Si la historia no miente, uno de los golpistas de 1936 solía decir una frase que suena tan bien como ésta: Cada vez que oigo la palabra cultura, me echo mano a la pistola. Ejemplar, por supuesto. Hoy, algo más democráticos y pacíficos (la diferencia estriba en unos cuantos kilos de sobrepeso), no hacen falta las armas. Basta una firma, el célebre plumazo de otro tiempo, y lo mismo se desmantela una fundación que se cierra una editorial o se echa el cerrojo a un foro literario. Es la crisis, nos dicen, y en su nombre se aplastan conquistas sociales, se recortan derechos, se cercena o anula la libertad de expresión y los grandes se curan en salud, ponen a salvo sus dividendos y blindan el futuro para que nadie se lo discuta.
Al progreso, en las últimas décadas, se le ha llamado privatización, una corriente impetuosa de intereses oscuros, cuya consecuencia evidente será, más temprano que tarde, el despojo absoluto de la gran mayoría. Jesús, una vez más, ve cómo se reparten sus vestiduras, mientras los sayones preparan la cruz. Sí, privatización, lo cual no sólo significa concentración en unas pocas manos de los bienes de muchos, sino también coartada para lo que sea: cada cual hace con su dinero lo que le da la gana, admiten incluso los más desfavorecidos.
Y esto es lo que ha hecho Caja Madrid: inmolar un programa de lecturas poéticas, después de 13 años de andadura, en las aras de don Rodrigo Rato, su nuevo mandamás. Así de simple y de ayer para hoy. El próximo 14, el poeta Enrique Gracia Trinidad presentará, si el clima de tensión y desagrado no lo impide, el último acto de Poetas en vivo. Punto final.
Me enteré hace dos días, gracias a la escritora Edith Checa, que me dio la noticia por correo, informándome de la acción de protesta que se está preparando al respecto. La situación de la cultura es grave. Por eso, decidí responder a su amable mensaje y hacerlo en abierto, a ver si algo se mueve en nuestras hipnotizadas conciencias y de la reflexión se sigue algo útil. Éste es el cuerpo de la carta:

Nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena, dice un viejo refrán, y así sucede con el sistema capitalista, al que todos aplauden o se pliegan, sin reparar en sus efectos, generalmente indeseables. Lo digo a propósito de lo acaecido en Madrid con Poetas en vivo, que venía dirigiendo Enrique Gracia Trinidad.
No tengo, desde luego, nada contra él (incluso contribuí a premiarle, hace años, un libro) ni contra su programa de lecturas, pese a ser lo de siempre, por los de siempre y para los de siempre, una fórmula que, en casos similares, suele generar réditos –literarios, entiéndase- a su promotor. Sin embargo, me duele que este cese, por el mero hecho de acontecer en Madrid, sea sobrevalorado (el proyecto de algarada del día 14), mientras pasaron desapercibidos sucesos similares en la sufrida periferia de una España que, a pesar del desdoblamiento administrativo de la maquinaria autonómica, sigue reducida a la Villa y Corte. Menos para cobrar impuestos, claro está. Por poner algunos ejemplos bastante cercanos, el cierre de la Fundación Municipal de Cultura de La Línea de la Concepción o el brutal carpetazo a la colección de poesía Ancha del Carmen, por parte del Ayuntamiento de Málaga, que, según mis informaciones, no constituyen casos aislados, de la misma manera que muchos certámenes literarios han dejado de convocarse y otros, menos escrupulosos, han recurrido a la fórmula de declarar los premios desiertos, a ver si el próximo año, con un poco de suerte, cae una subvención o un mecenazgo. Pero en Madrid –y acaso en Sevilla- no se leen los periódicos de provincias que, dicho sea de paso, no muestran excesivo celo a la hora de informar sobre algo tan nimio como, lamentablemente, sigue siendo la literatura, salvo que el montante de la noticia supere los seis mil euros.
Así, pues, con todo mi cariño en lo personal y mi mayor respeto en lo literario, el bueno de Enrique Gracia viene a ponerse en cola de una ya larga hilera de despidos poéticos, consecuencia de la nula consideración que poesía y poetas merecemos al capitalismo, incluidos sus valedores políticos, de “izquierdas” o derechas, y del escaso interés que, una vez han cobrado su minuta, albergan los de siempre hacia quienes les rinden pleitesía.
Creo que, al margen de ellos y sin perjuicio de que quien quiera y pueda asista a la protesta del día 14 (por cierto, ¿quién ha elegido a mi muy admirado Juan de Yepes patrón de la poesía universal?), habría que hacer algo más sólido y resuelto: crear, por qué no, un movimiento en defensa de la cultura, que denunciara estos atropellos, exigiera transparencia en la gestión cultural y reivindicase espacios públicos para todos. Lo demás se reduce a una algarada –una de tantas escaramuzas bajo tolerancia-, que se olvida a las pocas horas.
Publica esta misiva en tu blog, que yo haré lo propio en El Callejón del Gato, a ver si hallamos el modo de decirles a los agentes del capital, los políticos y los escritores a sueldo que estamos hartos de sus tropelías y resueltos, cueste lo que cueste, a plantarles cara.
Aunque, por experiencia, mucho me temo que el personal se arrugue. Lo malo, lo peor de este corrupto país es que, en el fondo, todos esperan beneficiarse de la corrupción. Y sé lo que digo: por espacio de dos o tres años, en el suplemento literario del Diario Málaga-Costa del Sol, el famoso Papel Literario, denuncié lo que entonces empezaba a caernos encima. Nada. Silencio. Todo el mundo, callado como putas, miraba hacia otro lado, como suelen hacer muchos de los que frecuentan la web denominada Premios Literarios, que siempre están de acuerdo con los que mandan, salvo cuando a ellos les aprieta el corsé. Sé que me escupirán, pero no importa. Spain is different!
© Domingo F. Faílde.-