Después vendrían otros como Max Nordau, Emilia Pardo Bazán, A. E. W. Mason , Robert Graves, Arturo Barea, Ernest Hemingway, Juan Antonio Zunzunegui, Gaham Greene, Paul Bowles, Salvador de Madariaga, José Luis Cano, Angus Wilson , Harold Robbins, Doris Lessing, Truman Capote, Alfonso Grosso, John Updike, Juan Marsé o Robert Wilson… la lista sería larga. Sin embargo, fue él, William Shakespeare, el autor de Romeo y Julieta, quien llevó por primera vez a la literatura una clara, inequívoca, intensa referencia al vino jerezano: Si tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría sería rechazar libaciones insustanciales y dedicarse al vino de Jerez. Eso escribió, a finales del XVI o principios del XVII, y hoy, medio milenio más tarde, la capital andaluza del vino se lo agradece, que es cosa de bien nacidos.
Por eso, hoy, sábado 22 de noviembre, a las 13:00 horas, en el escatológico y pintarrajeado monumento que honrar quisiera al gran escritor inglés, se celebró la tercera edición de un homenaje, que ya se ensayó, al parecer, a finales de los cincuenta.
El acto, organizado por la Asociación La Plazuela, la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Jerez y Cine Club Jerezano, con la colaboración del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Jerez-Xerez-Sherry y de la Asociación Cultural Argónida, consistió fundamentalmente en una lectura de sonetos y otros textos de Shakespeare, la representación de un fragmento de una de sus obras de teatro, una interpretación musical y un jerez de honor.
Intervinieron, entre otros, los poetas Esperanza Rubio, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mauricio Gil Cano y Manuel Márquez.
Redacción.-