60 años de poesía fue el título de la lectura que anoche ofreció Domingo F. Faílde en el Ateneo de Jerez. El motivo, según manifestó, era su ingreso en el club de la tercera edad, un pretexto magnífico para hacer inventario de lo escrito y vivido, sin otra pretensión que actualizar la memoria poética y acercarla a lectores y amigos. Los juicios de valor, incluida la posibilidad del olvido, ya vendrán de la mano de la historia, cuando el autor no pueda defenderse y sea inapelable, por justa, la sentencia.
Domingo F. Faílde hizo una selección de sus poemas que, en todo momento, evitó el recorrido lineal por su trayectoria, para ir y venir por sus obsesiones (el amor, el dolor, la muerte, el sinsentido de la existencia, la propia escritura y la condición de poeta), tratando de centrarse en su obra reciente.
La poesía, dijo, es una especie de enfermedad incurable, que suele contraerse en la juventud o aún antes y prevalece frente a la razón. Eso sí, va mutando, como un virus cualquiera que, en este caso, se ha ido despojando de artilugios hasta adquirir una mayor densidad y dar paso a la descreída cosmovisión del autor, que encuentra en la ironía una herramienta expresiva muy adecuada para entablar, como diría Machado, un diálogo con su tiempo.
Finalizado el acto literario, los amigos y compañeros de Faílde le tributaron un caluroso y entrañable homenaje, con motivo de su sexagésimo cumpleaños, iniciando una fiesta que se prolongaría, en un conocido restaurante de la ciudad, hasta altas horas de la madrugada.
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© De la imagen: Laura Rosal
Redacción.-