El poeta José María Pinilla acaba de ganar el premio Villa de Aranda 2008, que convoca el Ayuntamiento de la localidad burgalesa.
Caminos invertebrados es el título de este libro que, según confiesa el propio autor, fue escrito entre Barcelona y Montevideo. De ahí la presencia de poemas como Araucaria —esos árboles columnados como fósiles vivientes, de la edad Mesozoica — o Tanat —un tipo de uva, especialmente tánico, que, importada de Italia, encontró en Uruguay su perfecta tierra de cultivo.
El libro –ha declardo José María Pinilla a El Callejón del Gato- se aleja del esnobismo y el mundo mediáticamente egocéntrico y reclama un mundo en extinción, alejado del excitante y estresante cosmos real, como un arroyo en la madrugada, donde el yo lírico envuelve su mundo con el de otros en clara comunión universal. Es la memoria del alma, el asombro, la quemazón, la oquedad en viaje hacia el cuerpo de a luz.
Caminos invertebrados, se nos antoja un viaje, con una unidad poética clara: el desencanto. El poeta nos dirá: Confieso profundamente que soy humano, y de ahí su paseo con Píndaro, Sócrates y Zeus. La expresión de que el tiempo es un recuento innecesario, nos va trasladando desde la nostalgia, a la pérdida constante de ilusiones, la costumbre, la soledad, nuestras propias vanidades, los legados que nos quedan, la rabia, el sollozo, incluso los reproches.
Redacción.-