Este artículo, cuyo texto es un largo fragmento de la carta que el autor escribiera a un amigo, a su regreso de un viaje a Venecia, enfrenta dos modelos de civilización y denuncia los riesgos que se esconden en la falacia de un mundo globalizado.
La Venecia inmortal, testigo del humanismo renacentista y paradigma, por tanto, de un modo de vivir a medida del hombre, se va hundiendo en el mar, mientras Metrópolis, la inolvidable Metrópolis de Fritz Lang, eleva sus laberintos sobre los subterráneos donde, reducidos a la esclavitud, viven -¡malviven!- la gran mayoría de los seres humanos.
La suerte, pues, está echada y el autor analiza los signos de un futuro, que se nos viene encima cargado de amenazas, e intenta arojar luz sobre el presente, para entender mejor cuanto sucede.
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