Sucede con frecuencia que hablar con rigor de algún tema excluye la pasión y al hablar con pasión se excusa el rigor. A veces, sin embargo, la pasión y el rigor impregnan el discurso y entonces la oratoria, como en tiempos antiguos, se convierte en un lujo para el que escucha, tanto mayor cuanto más calurosas, cercanas, las palabras.
Esto es lo que ocurrió anoche en el acto de presentación del libro Gerardo Diego y su pensamiento religioso, del poeta y ensayista Teodoro Rubio, que efectuó una vibrante defensa del maestro cántabro, aportando al respecto una espléndida batería de datos: cartas, reseñas, testimonios, declaraciones, que fueron perfilando un pensamiento y dibujando una personalidad.
Intervino en primer lugar María Rodríguez, que recorrió de manera clara y concisa la trayectoria del autor, nacido en Peñaranda de Duero (1958), doctor en Filología Hispánica, teólogo, profesor y, sobre todo, poeta, con numerosos libros en su haber (Araña en tu silencio, 1989; Herida la palabra, 1991; La oquedad de tu distancia, 2001; Fría desnudez del calendario, 2001; y Tu mano todo el día, 2006, entre otros) y premios de gran calado (Blas de Otero, Villa de Aranda, Vicente Aleixandre, Florentino Pérez Embid, Fernando Rielo, etc., etc.).
Luego, Dolors Alberola empezó su comentario al libro con una panorámica del estado actual de los estudios y publicaciones sobre la Generación del 27, enmarcando en la misma la personalidad literaria de Gerardo Diego, para centrarse, por último, en este ensayo de Teodoro Rubio: un libro, digno de la coherencia de su autor, de la seriedad de su trabajo como investigador y como ya dije, interesantísimo y necesario, pues aporta datos muy curiosos para el mejor conocimiento de una de las voces del 27 y pinceladas que amplifican el de los poetas, amigos y familiares que le rodearon.
Cerró el acto el periodista Marco Antonio Velo, abriéndose un coloquio a continuación.
Redacción.-