Es justo y saludable que los nuevos modelos prevalezcan sobre los viejos y caducos, en especial cuando son transgresores y, en medida diversa, contribuyen al avance del pensamiento, la sociedad, las costumbres, la cultura en definitiva. Y si antes, hace ya algunas décadas –tampoco demasiadas- la llegada de la primavera se saludaba con salvas de castidad, ahora es Eros quien forma a sus efectivos para que el solsticio de verano les pase revista con sus calores, con sus ardentías, con sus fogatas, con sus incendios, con su culto a la carne desnuda y su invitación al placer.
Así debe entenderlo la Institución Literaria Noches del Baratillo, en Sevilla, que, desde hace unos años, organiza una velada erótica, cuyos platos fuertes son la poesía y, cómo no, la gastronomía, sin que falten la música, la danza y alguna curiosidad: en esta edición, las castañuelas y sus implicaciones en los fastos del erotismo.
Numerosos poetas, bajo la férula organizadora de José Luis González Cáceres, sembraron con sus versos el propicio jardín de la sensualidad: Manuel Senra, Alex Ruiz, Enrique Hernández, Saray Pavón, Domingo F. Faílde y Dolors Alberola, entre otros.
Después de la cena, Teletusa, la gran sacerdotisa de Astarté, descorrió con su danza los velos de la noche.
Redacción.-