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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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4 de marzo de 2010

El eros, la locura: Lectura poética de Álvaro Quintero Mejía y Dolors Alberola


La lluvia no impidió que, a la hora prevista, la noche del miércoles se llenara de versos, una vez más, en torno a la locura y el erotismo, ahora a cargo de los poetas Álvaro Quintero y Dolors Alberola, que desgranaron los suyos, inéditos en su mayoría, ante el público que, no obstante las inclemencias meteorológicas, se dio cita en este acto.    
Domingo F. Faílde sería el encargado de efectuar la presentación, con palabras que anticiparon al auditorio lo que, seguidamente, escuchó:    
Diría que fue ayer cuando tuve el honor de inaugurar este ciclo y resulta que hoy, después de algunos hitos importantes –recordemos el paso de Jesús Serrano, Francesco Policastro y Josela Maturana por esta tribuna-, me cabe el honor, aún más alto, de ser por tiempo efímero, que es lo suyo, introductor de embajadores; y lo digo, que conste, sin hipérbole, sabiendo que esta corte literaria es la mejor, sin duda, en muchas leguas a la redonda y que Álvaro Quintero y Dolors Alberola, embajadores de la mejor poesía, vienen a presentarles sus credenciales, a sílabas contadas o en el verso más libre y libertino que, gracias a la lluvia jupiterina, ha germinado en el jardín prohibido, arado y abonado previamente por ese jardinero portentoso que llamamos talento.    
Yo creo que la poesía es transgresión. Transgresión, desde luego, del lenguaje, que entra convencional en el horno y sale de la mano del poeta, convertido en materia diferente y forma distinta, para nombrar lo único, lo exacto, que es, simultáneamente, lo múltiple, lo ambiguo. El poema, en efecto, es artefacto de contravención; y si, por una parte, se alimenta de normas y paradigmas, por otra los fulmina, para alumbrar lo hermoso y mostrar a los seres humanos el camino de la libertad.    
Faílde, tras resumir las claves fundamentales de ambas poéticas, se refirió a Quintero, definiéndolo como un especialista en sumergirse en las aguas oscuras de Hécate y, tras yacer con ella, regresar con las prendas de su victoria para ponerles música y dejarnos un salmo con las claves del más oculto conocimiento.    
Y por eso nos hablará de locura –continuó-, sabiéndose perdido de antemano, que es la manera trágica y perfecta de encontrarse consigo mismo. Eso debió ocurrirles a nuestros míticos padres, Adán y Eva, mucho antes de que el griego Eurípides descubriera la fórmula del destino que aguarda al hombre sabio: "a quien los dioses quieren perder, primero lo vuelven loco".    
La locura, no obstante, descartando tal vez sus manifestaciones más sórdidas, suele revelarse como una forma extrema de lucidez, capaz de abrir al conocimiento del hombre los muros más espesos, las más secretas puertas, los espejos y laberintos más engañosos e intrincados de la conciencia. Y cuanto más perdidos, más libres, por más nuestros, los humanos.    
Tras la lectura de Álvaro Quintero, que fue poderosa y brillante, le llegó el turno a Dolors Alberola, en cuyos poemas, según opinión de Faílde, encontramos, desde luego, la metáfora sorprendente, las figuras de dicción, los juegos conceptuales, con el sello indeleble de la firma, con una buena dosis de ironía, que ha venido a esconderse en las zonas más lúdicas del poema para reivindicar la enorme pureza de lo impuro y el triunfo de la carne, como expresión, por raro que parezca, de nuestra propia interioridad.   
No estamos, sin embargo –había dicho Faílde-, ante un erotismo de cuño intelectual. El lenguaje, directo en ocasiones y refinado siempre, nos conduce al común territorio de la experiencia, eso sí, trascendida por el irrenunciable ejercicio de la razón, sin la cual el placer no sería posible ni, desde luego, humano. Irrumpe de este modo el peculiar sentido del humanismo que, en la obra de Dolors Alberola, ilumina poemas y poemas.   
Y cuando, deslenguándose, descorre la cortina de lo obsceno, es decir, de lo que queda fuera del ruin escenario políticamente correcto, aparece desnuda la libertad, cogiendo nuevamente la manzana del árbol e invitándonos a comerla.    
Finalizado el acto, se sirvió una copa de vino de Jerez.    
     
Redacción.-