El escritor Jesús María Serrano y el pintor Francesco Policastro protagonizaron ayer una performance en la Escuela de Hostelería, dentro del ciclo que los denominados Miércoles de bohemia dedican, en estético maridaje, a la locura y el erotismo como motores de la creación artística.
Serrano y Policastro abordaron el tema con una buena dosis de provocación, contenida en la puesta en escena de lo que constituyó en realidad un paseo por la historia de la literatura y el arte, a través, eso sí, de algunos genios, tocados por la chispa de la locura. El loco, dijo Serrano, la sufre; el genio la utiliza para crear. Y por allí desfilaron, entre otros muchos, Van Gogh, Dalí, Michaux…, cuyas imágenes se proyectaron en una pantalla, mientras el público escuchaba atento sus gestas. Sin el concurso del público –apostilló Jesús María Serrano- no es posible la performance.
Lo fue, naturalmente, y, mientras resonaban las hazañas de tanto loco ilustre, Francesco Policastro creaba su obra, emborronando unos lienzos. La pintura, en esta ocasión, cedió su lugar a los libros, que ocuparon dos bandas paralelas en ambas superficies, envueltos a continuación con cable negro, hasta dar sensación de rayado, quizás en consonancia con los trazos anárquicos que, a carboncillo, esbozaba el pintor.
La sincronía entre pintura y palabra resultó perfecta. Con la rúbrica de Policastro, Serrano puso fin a su largo, aunque divertido, discurso, que culminó vertiendo sobre los folios, uno a uno arrojados al suelo, un generoso chorro de vino de Jerez.
Redacción.-