Se trataba, sin duda, de un público muy especial, pues los adolescentes españoles no están acostumbrados a leer ni escuchar poesía, al margen del currículo, muy cicatero en esta materia a partir de la implantación de la LOGSE. La escritora, por tanto, no tuvo más remedio que poner en juego todos sus recursos pedagógicos para hacerse con un auditorio tan motivado –justo es reconocerlo y sus buenos esfuerzos habrá costado a los profesores- como festivo.
Y el recital fue eso, una fiesta, una celebración de la poesía, la juventud, la amistad, en cómplice y gozosa alianza.
La poesía –esta es la conclusión- llega a todos los públicos cuando se presenta adecuadamente y, bien sea por unos minutos, se hace vida y como tal se comparte y disfruta.
Dolors Alberola organizó la lectura con elegancia y sagacidad, mezclando sus poemas más clásicos con otros de reciente factura, muy frescos, que encantaron a los jóvenes oyentes.
.
Redacción.-