Pilar Paz publicó Mara en 1951, prologado por Carmen Conde y que despertó la admiración de Juan Ramón Jiménez, desde su exilio en Puerto Rico. En 1954 publica Los buenos días, con el que obtuvo el accésit del Premio Adonais, el mismo año que lo gana Claudio Rodríguez. Este poemario recibió los más entusiastas elogios por parte de Vicente Aleixandre. Posteriormente aparecen Ablativo amor, en 1955, y Del abreviado mar, en 1957; libros en los que mantiene la fuerza e intensidad del primer poemario y en los que figuran reflejados muchos de los presupuestos que se consideran propios de la poesía de la Generación del 50, lo que permite afirmar que Pilar Paz Pasamar es la primera voz que surge en ese escenario de esa generación y también la primera en retirarse. Efectivamente, al contraer matrimonio en 1957 e instalarse en Cádiz, la autora abandona su exitosa carrera literaria en Madrid. Sin embargo, aun en este periodo, Paz Pasamar prosigue su creación literaria. En 1960 publica La soledad contigo, el ensayo Poesía femenina de lo cotidiano, en 1964, y el poemario Violencia inmóvil, en 1967. A estos tres libros les sigue un periodo de unos quince años en los que declara haberse entregado a una búsqueda interior, así como a desarrollar tareas de carácter social en centros que agrupaban a mujeres proletarias, o atendiendo a los más desfavorecidos.
En 1982 Pilar Paz Pasamar publica La torre de Babel y otros asuntos, un libro inquietante, extraño, no muy bien entendido por la crítica y, sin embargo, fundamental para explicar su retiro de los ambientes literarios y su posterior locuacidad creativa, en busca de la trascendencia, de la divinidad, que conjugan la heterodoxia de la vida con la sabiduría. A este libro le seguirían la antología La alacena, de 1986; Textos lapidarios: La dama de Cádiz, de 1990, y Philomena, de 1994. En 2003 publica Sophia, un libro de plenitud y sabiduría mística. El río que no cesa contiene textos de sus diferentes libros y del poemario inédito Los niños interiores.
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Redacción.-