Mucho dio de sí, a lo largo de tres horas que duró la tertulia, Fernando Pessoa, aquel portugués vestido de negro, que murió en el umbral de la edad madura sin publicar un libro y a quien las malas lenguas, muchas estúpidas, tildaron de inútil. Éste fue uno de los aspectos que mayor interés suscitara, quizá por lo común de una situación que no acaba de despejarse.
Interesó igualmente el problema suscitado por las traducciones. Pessoa fue un poeta modernista que, vertido al castellano, parece contemporáneo. Un defecto, sin duda, pero también la prueba de que, por encima de lenguas, formas y estilos, el aliento que inspira su obra no ha perdido vigencia.
Menos atención suscitaron, sin embargo, sus célebres frases. Que el poeta sea o no un fingidor apenas tiene importancia. Los resultados son lo que cuenta. Así que se leyeron poemas, que fueron rigurosamente comentados, tras lo cual los presentes dieron lectura a sus propios versos. A las 9,30 de la noche, se cerró la sesión.
Redacción.-