Los libros de poesía caminan despacio. Esto escribió García Lorca a Miguel Hernández en la carta que le escribiera acusando recibo de Perito en lunas. El poeta oriolano se quejaba del escaso eco que, en su opinión, tuvo aquel primer libro. La época, aunque algunos se empeñen en quitar hierro al asunto, era menos canalla que la nuestra, en lo que se refiere a la literatura. Basta con ojear los epistolarios de muchos autores (veamos, por ejemplo, la magnífica edición del de Antonio Machado, a cargo de Jordi Doménech) para advertir una atmósfera muy distinta, harto más clara y caballerosa que la que padecemos.
Los libros de poesía caminan despacio, es verdad, y ello por avatares de índole muy diversa, que empiezan retrasando su salida a la luz y acaban, casi siempre, en odisea.
Los libros de poesía caminan despacio, es verdad, y ello por avatares de índole muy diversa, que empiezan retrasando su salida a la luz y acaban, casi siempre, en odisea.
Éste es tal vez el caso de Carnalia, que obtuvo, hace ya un año, el premio Cálamo de poesía erótica y ve la luz ahora, cuando los mecanismos de edición hacen posible su puesta de largo.
Y, mientras, el silencio, una espera que, al fin, deja paso a la realidad de este libro, espléndidamente editado por Cálamo-Gesto en Gijón.
Es en esta ciudad asturiana donde Domingo F. Faílde, según los protocolos previstos para la ocasión, presentará su libro, la tarde del próximo 2 de octubre. El autor tiene comprometida una lectura de presentación en Jerez de la Frontera, a finales del próximo noviembre, como más adelante se informará.
Redacción.-
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