En sus palabras de presentación, Dolors Alberola definió a Ignacia Ramos como una mujer hecha de verso y verbo, una mujer que no llega tarde a la escritura sino en su madurez más preclara, una mujer que decidió estudiar ya de mayor y así repite en ella el frescor de los primeros años y nos bendice a todos con su ternísima voluntad y su mágico decir; una mujer a la que admiro desde hace años y que, cada vez, al tomar esas libertades de la palabra en su propia persona –dime con quién juegas y te diré quién eres-, me da más miedo. Sí, a veces me aterrorizo ante ella e, incluso, he llegado a tocarle en el aula la frente por ver si deliraba. Esta mujer es grande, esta mujer está tocada del milagro que toca a los poetas do quiera que se hallen. A ella, la poesía le cedió su cetro, como a Miguel, entre sus ganados; solamente que ella tenía entre las manos un cesto para plancha o un puñado de niños a los que dejar su amor y, cómo no, su propia palabra.Y añadió: Yo me deshago en luz ante su nombre, yo doblo la cerviz ante sus infinitos verbos, que anda recopilando de todas las lecturas, imagínense la cama y el marido, el ordenador, el diccionario, los libros, los papeles, el boli por si acaso, la luz en la mesilla y la musa en el aire, cuando no sea que decida hacerse un huequecito y sumergirse en el costillar de donde dicen fuimos creadas. Esto es magia, señores, tenacidad, milagro, buen hacer, consistencia, pero ante todo, es la poesía, es la propia palabra que se nos da si quiere; es, como dijimos antes, la enorme terquedad de la palabra, su travieso dejarse y su impune nocturnidad, su alevosía; pero, ante todo, su humildísima grandeza.
Ignacia Ramos, poeta que reside en Chiclana de la Frontera, demostró con sus textos -los únicos argumentos válidos en poesía- estar a la altura de las circunstancias. Sus poemas, muy celebrados y aplaudidos, emocionaban con facilidad a un público totalmente entregado, que se rindió ante la portentosa musicalidad de la autora y, sobre todo, la originalidad de sus metáforas, llenas de fuerza telúrica.
Al concluir la lectura, Álvaro Quintero y Dolors Alberola improvisaron una breve pero certera valoración del acto, destacando las cualidades de Ignacia Ramos, a quien felicitaron efusivamente.
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Redacción.-