Ayer, a las 8,30 de la tarde, tuvo lugar en el salón de actos de la Fundación Rafael Alberti, en El Puerto de Santa María, la presentación de El lecho pródigo, de Rafael Esteban Poullet. El libro, que fue oficialmente presentado en Jerez de la Frontera, a comienzos del otoño de 2008, se acerca de este modo a los paisanos del autor, que asistieron en razonable número al acontecimiento y siguieron con interés la brillante lectura efectuada por el poeta.
Tras las palabras protocolarias de la señora delegada de cultura del consistorio portuense, hizo uso de la palabra Domingo F. Faílde para realizar una breve, aunque certera, semblanza de Rafel Esteban Poullet, destacando su caballerosidad, elegancia y sentido de la belleza, coherentes en todo momento y circunstancia con su concepción humanista del arte y la literatura: Clásico, pero no marmóreo; decadente, pero sin patetismo; transgresor, pero sin escándalo: Rafael Esteban Poullet conjuga las raíces con la modernidad y el fruto es este libro, es este lecho pródigo que, como ofrenda de amistad, nos brinda; un lecho que es metáfora de placer, de alegría, de confort, de reposo, de paz consigo mismo y de armonía con el universo; un lecho que, por encima de todo, simboliza el amor sin fronteras, pues solamente ilímite puede el amor ser tal, y eso lo sabe bien el poeta, que ha aprendido las sabias lecciones de Platón, de Epicuro, de todos los grandes maestros. Porque, puesto a aprender, basta con hojear El lecho pródigo para advertir de donde recibió tan sublimes lecciones y percibir la luz de Afrodita, el resplandor de Apolo y el testimonio, en suma, de la mitología.Intervino seguidamente Dolors Alberola, que efectuó la glosa del libro y comentó las claves de su poética: Un hedonismo inteligente y lúcido -dijo- recorre los poemas de Rafael Esteban Poullet. El poeta, estudioso del mundo antiguo y de la influencia del paganismo en la religiosidad popular de nuestro propio entorno, ha descubierto acaso que, en el politeísmo, las fuerzas, los fenómenos, los misterios de la naturaleza, son divinos a imagen y semejanza del hombre, frente a la concepción judeocristiana, para la cual el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Así, pues, el antiguo paganismo proclama como dogma universal que el hombre es la medida de todas las cosas, de donde se desprende que el canon de la ética, esa regla con que medimos la razón y el sentido moral de nuestras acciones, incluye en sus centiles la búsqueda –en el mundo- de la felicidad, la legitimidad del placer y la posibilidad de encontrarlos y realizarlos en éste que el cristianismo denomina valle de lágrimas, aplazando la dicha a después de la muerte y condicionándola, en todo caso, a la sumisión del sujeto a dogmas y normas que se reputan divinos.Tras la lectura de poemas por el autor, se sirvió un aperitivo, que fue excelente pretexto para una animadísima tertulia.
Redacción.-