El jueves día 7, tuvo lugar en la sala de plenos
del Ayuntamiento de Puerto Real las presentación del libro Dasein, de Dolors Alberola, primera de las programadas desde que
fue presentado oficialmente en tierras sorianas. Dasein fue distinguido, en octubre de 2012, con el Premio Leonor de
Poesía.
Entre las
numerosas veladas literarias que, a lo largo del año, se suceden, siempre hay
algunas que dejan en el público, informadores, crítica e incluso el propio
autor una huella indeleble. Ésta es, sin duda, una de ellas. Hubo público y el
público puso atención. Hubo buena poesía y la poesía llegó a todos y cada uno,
inundando el recinto. Hubo emoción y la emoción creó magia. Hubo magia y el
acto, más allá de protocolos y formalidades académicas, fue una auténtica
fiesta y no sólo de la palabra, como se acostumbra decir, sino de la amistad y
la fraternidad entre quienes compartieron la pulsión de lo hermoso y cuanto se
deriva de todo ello.
Tras las palabras
de introducción al acto, por parte de la delegada local de cultura, intervino
la joven poeta Carmen Sáiz Neupaver, que pronunción un magnífico discurso, de
arquitectura clásica, es decir, claro, denso y riguroso, con ese plus antiguo –que,
lamentablemente, suele olvidarse en bastantes casos- de deleite, no exento de
un moderado y pulcro didactismo.
En opinión de la
presentadora, que realizó una emotiva semblanza de Dolors Alberola, es
llamativo que ésta empleara para el
título del libro, Dasein, un término
alemán que aborda el concepto de existencia, que ya analizara Heidegger acerca
del encuentro del ser con el mundo o en él. Por eso mismo no resulta casual su elección porque, a medida que nos
adentramos en el poemario, descubrimos que la existencia es un evento del
hombre con el tiempo o el mundo y el carácter de las cosas. En esa línea, un
compendio de rasguños intimistas sobrecoge al lector en su lectura cuando
Alberola habla de la luz y las sombras, la infancia o la memoria, o incluso de
las construcciones que el hombre levanta como bastimentos que luego acaban
incendiándose bajo su propia miseria. Toda una declaración de relente con el
temperamento y el énfasis de una escritora que usa el lenguaje y los guiños de la
metáfora premeditada desde la intuición o desde ese estado comatoso –llamémosle
inspiración-, donde Alberola se mueve como pez en el agua, hasta crear con el
lector un diálogo.
Luego abordó el
aspecto formal de la obra, también con juicios certeros: la poeta elige un verso certero y afilado, una emboscada de métrica y
ritmo categóricos, que parece latir en dirección a la herida en clave de
existencia.
E intervino, por
fin, la propia Dolors Alberola, que, según su costumbre, leyó una cuidada
selección de poemas del libro, en proporción más o menos directa a las partes
en que éste se divide. Leyó con contención, recreándose en la palabra y
saboreando el concepto. Estuvo sobria, precisa en la dicción, transmitiendo al
poema la estética emotividad de su origen. Y fue felicitada por ello.
Tras el último
verso, la delegada de cultura ofreció, antes de cerrar el acto, la posibilidad
de celebrar coloquio con la autora y lo que acaso se preveía un turno frío de
preguntas curiosas y respuestas convencionales, se convirtió en un diálogo rico
e intenso, que terminó en poética confraternización, rubricándose así una tarde
literariamente inolvidable.
Redacción.-