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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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12 de noviembre de 2013

Carlos Guerrero presentó su "Bosque de eucaliptos" en Madrid


                Carlos Guerrero, dijo Dolors Alberola en sus palabras de presentación, es un poeta de crecimiento rápido. Ayer puso la piedra primigenia –añadió, en referencia a sus primeros libros- y ya tenemos hecha toda la arquitectura. La coherencia y el rigor constructivo son nota distintiva de este autor, que, el pasado viernes, día 8, presentara en Madrid su más reciente obra. Bosque de eucaliptos salió oficialmente a la luz en el salón del Café Comercial, uno de los testigos con más solera de la actividad literaria de la capital del Estado.
                Pablo Méndez, poeta y editor, que abrió el acto, dijo que éste era el libro mejor y más profundo de Carlos Guerrero, un aserto que luego confirmó Dolors Alberola, al desplegar las claves del nuevo título: El poeta nos lleva a un espacio simbólico, una hermosa metáfora, que encubre en realidad una enorme añoranza; y, si antes nos condujo al mundo de su infancia, en un tríptico que bien pudiera calificarse de generacional, ahora nos transporta a ese marco esencial, en el que la memoria y la utopía se entrelazan, gracias a la magia del lenguaje y a su capacidad de conectar universos, crear atmósferas y nombrar lo inefable.
                Emplazado irremediablemente en la naturaleza, el hombre se perfila como una criatura indefensa ante las fuerzas que, de consuno, alimentan a toda gran poesía: el amor, por ejemplo, el dolor o la muerte; y, no obstante, este desvalimiento no le impide ejercer una acción destructiva contra el medio en que vive, mientras contradictoriamente purifica y perfuma su atmósfera. Nos hallamos, por tanto, ante una concepción dual de la existencia: nada es bueno ni malo en términos absolutos y, si el dolor del mundo nos alcanza, en él también reside el amor que nos salva, la palabra que nos redime y la luz que nos recuerda continuamente que estamos emplazados a la belleza, a la verdad y al bien.
                Pero, si el bosque de eucaliptos es un espacio simbólico, el tiempo adquiere dimensiones cósmicas y se erige en imagen visionaria para nombrar la historia y, dentro de ella, la vida. A este respecto, el propio autor declara: No creo en el futuro. Sólo en una sucesión continuada de presentes que, de improviso, pasan a ser pasado. Qué sería de nosotros sin la memoria, podemos preguntarnos. Ella pone los verbos en presente y aplaza la muerte o nos libera de su maldición, estableciendo puentes entre lo inevitable y ese anhelo de trascendencia que, más allá de lo efímero y tangible, Cernuda llamaba deseo y éste, recordando al genial Tennessee Williams, es un raro tranvía con parada en las estaciones de la mentira, aunque el fin de trayecto no sea otro que la verdad.
                Y Alberola cerró su intervención valorando la forma y el estilo del libro: En primera persona, la voz lírica asume dimensiones de especie y, desoyendo el canto de sirena del autobiografismo, conforma un personaje colectivo que, en palabras del autor, estaría formado por más de un personaje real, todos convergentes en la idea, pero nunca en el mismo momento de una existencia individual. Hondura, claridad, sencillez, cuidado de la forma y armonía completan el retablo de valores de Bosque de eucaliptos, en cuya estética hay bastantes enseñanzas de aquel profesor apócrifo, Juan de Mairena, por cuya boca hablaba Antonio Machado.
                Luego, Carlos Guerrero recorrió la estructura de su obra y se detuvo en cada uno de sus pilares, leyendo los poemas más significativos del libro; un libro en el que todo es matemática y enigma, hermosura y pincel, narración visionaria y, al tiempo, bosque puro que se deja palpar, oler, mirar, de modo que el acento, la coma, la sucesión fragante de figuras, la frase entrecortada y aún la estrofa toman forma y sacuden sus esporas, sus semillas, sus frutos por el aire y nos sacian de luz, había dicho Dolors Alberola. Razón no le faltaba y, verso a verso, el poeta lo revalidó.

Redacción.-