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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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23 de agosto de 2008

Elegía y canto fúnebre en la lírica contemporánea (sobre "Región de los hielos perpetuos", de Domingo F. Faílde)



Acaso esté ya todo perdido, o ganado. Poesía para echar el alma por la boca y condimentar la existencia con la sal del vencimiento. Arrojar en ese acto la inmundicia, el descrédito y toda la zozobra que el tiempo ha ido acumulando. Acaso condimentar el saldo de los días con la revolución de los restos y el consumo de los detritus. Región de los hielos perpetuos (Premio de poesía Provincia de Guadalajara), del giennense afincado en Jerez Domingo F. Faílde, tiene la consistencia de la desolación y el encanto de lo perdido, de ese frío perenne que será la reliquia, el vestigio. A veces, con la confidencialidad del amigo cansado, otras con la soltura del combate de la vida, este libro es pesimista e iconoclasta. Cancela lo poco razonable que puede haber en la existencia para presentarnos su cara más lúgubre y fría. Sin embargo, no todo está completamente perdido, a pesar de la confección del dolor y la incómoda certeza de lo olvidado, porque Faílde tiene algunos motivos todavía para la quimera: La razón que esclarezca/ la zozobra del mundo. La confidencialidad del dolor se sostiene sobre la memoria del frío, la lluvia, el tiempo vivido y la estela indeleble de lo que hemos perdido. La vida como pertrecho, como naufragio, como reducto del que no podremos salir indemnes. Y los símbolos, del frío o de los lobos, o de la sed, de la soledad... A través de un lenguaje alegórico muy dotado para expresar todos los recursos elegíacos: Recorremos así los tristes páramos,/ vagabundos en pena sin mañana,/ en pos de algún indicio/ o la inútil certeza de estar vivos. Un lírica hermana de la del poeta almeriense José A. Sáez, con la que no tiene pocos puntos de encuentro, en su cosmovisión desintegradora y fulminante.
Hay en la lírica de Región de los hielos perpetuos una sensación de vacío, de nullius rerum, de contemptus mundi, de militia es vita, de aristas y testimonios de personajes muertos en el combate de la existencia siguiendo el tópico clásico tan querido en el XV. En definitiva, de quotidie morimur. Un viajero que ya no reconoce la patria de sus antiguas glorias y reconoce que las columnas ya no sostienen templo alguno en el que concitar los deseos: Lugar terrible,/ la pesadilla incierta de no reconocerse/ sino en la gelidez de este silencio/ que envuelve con su vaho la soledad.
En dos cantos complementarios El llanto acuchillado y Círculo del frío se sostiene sobre el alimento del tiempo y la oscuridad. Yedras, escombros de la creación, ponzoña, piedras caídas del templo, sostienen la pendiente que nos lleva a lo mortuorio: Vendrá la noche, helada, a aquella cita,/ con su pequeño hato de tristeza/ y jazmines usados. Sostenerse sobre los mimbres de la elegía y los muñones de la ruina en una noche aciaga es una forma de nihilismo contemplativo aceptado, aclimatado en la soledad de las estatuas y el rigor de los inviernos, por supuesto que estatuas de sal y mármol, e inviernos que se asoman a la vejez, al peso de las cifras y a la singladura de las sombras. Muchas sombras y mucho corazón arrojado al fuego de los días, mucha llanura en llamas, y todo en venta: La vida no da gratis sino el aire/ y las fuentes del llanto. Sí, también la tristeza, con su borrachera de tiempo y memoria perdida, con su esclavitud de campo abatido, de campo pútrido. Y la noche, con su desvalijo de astros, y la palabra rota, como un medio de expresar lo inefable, la suculencia de la derrota, el hastío de la existencia.
Faílde, con Región de los hielos perpetuos, ha construido el hermoso poemario del frío, de la consciencia herida, de la arqueología de la vida atenazada, de las aguas que huyen en el reverbero de la tarde, siempre oscuras, tácitas, solitarias.
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© Francisco Morales Lomas
.....Málaga, 2008.-

12 de agosto de 2008

"Retrato de heterónimo". Algunos juicios y aproximaciones a la obra reciente de Domingo F. Faílde. El libro se presentará el próximo otoño



En fecha todavía no fijada -posiblemente en la primera quincena del próximo mes de octubre- tendrá lugar la presentación de Retrato de heterónimo, libro publicado por Ánfora Nova, que valiera a su autor, Domingo F. Faílde, el Premio Nacional de Poesía “Mariano Roldán”. El acto, como se anunciará en su momento, se celebrará en una conocida bodega de la ciudad de Jerez.
El libro, que aún no ha sido distribuido, a causa del parón que imponen cada año las vacaciones estivales, ha suscitado algunos comentarios que publicamos a continuación, cuyo interés estriba en la información que proporcionan a los posibles lectores sobre las claves estéticas, el contenido y la propia posición del autor de la obra.
Éste, en declaraciones efectuadas a diferentes medios, manifestó que Retrato de heterónimo era un paseo brutal por los infiernos de la literatura, trasunto de una vida alienante y alienada, en la que nada es lo que parece, mientras el individuo, despersonalizado, asiste al espectáculo de su propio fracaso. Tan sólo la ironía, como exponente de la conciencia, enciende un leve punto de luz, en el cual es posible la experiencia poética.

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7 de agosto de 2008

Apelación de ausencia
















Si la vida fuera una grata sobremesa, nunca el adiós sería un dulce postre de emociones encontradas. Teresa Chacón, comensal de estrofas, nunca perdió las ganas de escribir, nos deja un poso de dulzura en los manteles de la tarde. Supo asomarse siempre al ventanal de la palabra y deslizarse sin reparos entre las piernas larguísimas del verso.
Será dulce recordarla en el balcón de algún poema, asomando sus ojos con dulzura. Como siempre, celebrando resbalones de luz en los pies de sus palabras. Se dejó surcar por la escritura, por la sobrada inquietud de aprender en los talleres de poesía qué oscuros magnetismos la acompañan. Siempre frecuentó bajo las faldas del poema, sin pudores, los muslos inquietantes de la rima.
Puede decirse que hoy se acuesta su mirada en el pretil de cada verso, detrás del obrador de sus relatos. Quiso decir con ellos que su visión del mundo le inquietaba. El mar que describía, los cielos que levantó en sus cuadernos son testigos de adopción que respiran despiertos a su marcha. Nos queda el sueño desvelado de encontrarla en las esquinas de los versos que escribió, exhibiendo el rostro de unas hojas que hablarán para siempre de su voz.
Porque aún ignoro si se nace Poeta. Tampoco importa. Pero apuesto a que morir escribiendo es volver a nacer, siéndolo hasta siempre, nacer de otra manera en las palabras que el viento, por suerte, no se lleva.  

© Mª. Carmen Sáiz    
Jerez, 7 de agosto de 2008.-

Vacaciones de verano: memorias del aburrimiento















La llegada del mes de agosto implica, año tras año, la interrupción de todo quehacer, con la única salvedad de los básicos y aquellos que se lucran del ocio mayoritario, al margen de una crisis que, como todas las de su género, es absolutamente artificial (las naturales suelen caernos del cielo), hijas bastardas del sistema capitalista y sus brutales métodos de ajuste.
El caso es que este paro sin subsidio de desempleo marca un fin y un principio; y si éste, por razones obvias, se nos antoja inquietante (quién no ha oído hablar nunca de otoños calientes), aquel trae bajo el brazo un oscuro balance y un montón de certezas a que atenernos. Una vez más, el largo y cálido verano centra en agosto nuestras reflexiones y cataliza, cómo no, toda clase de buenos propósitos, destinados por regla general a perderse en el tráfago de las duras realidades de cada día.
Desde el pasado 1 de septiembre hasta el momento de redactar estas líneas, el inventario de la actividad literaria en España arroja un resultado clarísimo: aburrimiento. Los políticos, desde su interesado pragmatismo, dirían: Bueno, es la normalidad, la señal inequívoca de que todo marcha. Y es cierto. Pero también lo es que, cuando todo camina por senderos trazados, cuando la norma prevalece sobre la sorpresa, cuando no pasa nada, el discurso de la literatura se convierte –en el mejor de los casos- en un diálogo de sordos o, peor aún, en cháchara de patio de vecinos, a todas luces insignificante.
Aquí estamos, aquí seguimos, amarrados a la decepción, mientras lo único que parece interesar a los autores –en el caso de los editores se da por descontado- es la puesta en valor de su discurso, que pasa a convertirse en mercancía, en franca o desleal competencia con los pimientos, las sandías, los trajes de diseño y las videoconsolas, ya en forma de porcentajes estipulados, ya mediante esos cánones que, justos o no, la sociedad percibe como abuso, ese tributo de las cien doncellas, que los cristianos tenían que pagar al invasor musulmán, allá por los años de la Reconquista.
Consecuencia de lo anterior, la sujección de los escritores a las demandas de un mercado que conducen a su antojo políticos, editores, gestores culturales, agentes literarios... una horda de terceros, bajo cuyas camisas de ejecutivo se percibe al enterrador del talento, sepulturero de los ingenios, que maldita la falta que hacen.
Agosto, frío en rostro, cierra, pues, un capitulo, ya se sabe, para lo mismo repetir mañana, como escribió el poeta.
.© Jacobo Fabiani.-