Digan lo que digan los adoradores de la primavera, que son muchos y
están en su derecho, el otoño es la época más adecuada para sacar un libro a la
luz pública; y allí donde se caen, ya marchitas, las hojas de los árboles,
aparecen en todo su esplendor las de los libros, esos objetos cada vez más
raros, que infunden su frescor a la tibieza de un mundo tristemente recalentado
por incidentes y accidentes de toda laya. Pues ya dijo Cernuda que un poema un
buen poema –se entiende- puede ser frío o caliente, pero tibio jamás.
Nadie, en efecto,
podrá acusar de tibieza a Carlos Guerrero. Atrincherado en la línea Maginot de
su propia memoria, extrae de su propia interioridad ese légamo imprescindible
que deja la experiencia, para reconstruir, desde la pasión, un universo utópico,
no como era, sino tal como debiera haber sido, circunstancia que enlaza con el
presente y se proyecta hacia las nebulosas, tal vez imposibles del porvenir. Es
la peculiar concepción del realismo de un autor que proviene de la generación
del 70 o tal vez de su retaguardia, no porque su poética se muestre rezagada,
sino por el salto que ha tenido que dar, en busca del tiempo perdido, la voz
insobornable, la palabra cargada de sentido y, desde luego, la estética, tan
cercana a la ética, que él delinea con independencia, tratando de plantar una
leve semilla de belleza allí donde la historia ha puesto un lodazal. El
lenguaje, sin duda, es su mejor herramienta y por eso lo cuida, lo mima, hasta
hacerle sonar el acompañamiento de sus propios significados.
El bosque de eucaliptos, que así se
titula su nueva entrega poética, saldrá a la luz de las librerías el próximo
mes de octubre, publicado por Vitruvio. En palabras de su editor, es el mejor
libro de Carlos Guerrero y, en cualquier caso, el más ambicioso. Constituye una
hermosa metáfora que implica además una visión del mundo, gozosa en ocasiones
y, a veces desolada, a imagen y semejanza de un árbol que limpia el aire pero
esquilma el suelo. Los matices, merece la pena descubrirlos.
Como anticipo
veraniego de lo que está llamado a ser una lectura gozosa, El callejón del gato
ha entrevistado al poeta. Y suya es la palabra.
Redacción.-
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